"En la línea de ensamblaje, decenas de miles de trabajadores. En línea como palabras en el papel". El 30 de septiembre de este año Xu Lizhi se suicidó con tan solo 24 años. Xu era uno de los miles de trabajadores de la empresa Foxconn en Shenzhen, el proveedor para Taiwán de Apple que se volvió famoso en el 2010 después de que 14 de sus trabajadores se suicidaron y sus historias protagonizaran crónicas en los periódicos de todo el mundo. Xu era parte de esa generación de trabajadores nacidos en los años noventa.
"En la línea de ensamblaje, decenas de miles de trabajadores.
En la línea como palabras en el papel.
‘¡Rápido, rápido!’
Estoy entre ellos y oigo los gritos del supervisor".
El 30 de septiembre Xu Lizhi, el autor de estos versos, se suicidó a los 24 años de edad. Además de trabajar en la fábrica, Xu era colaborador habitual de la revista de la empresa. Escribía ensayos, poemas y comentarios, pero sus versos simples y sombríos encontraron una audiencia más amplia después de su muerte. Fueron sus mismos colegas quienes los recopilaron para que un periódico en Shenzhen los publicara de manera póstuma. Las suyas son "palabras que pueden ser leídas solamente con el corazón de los trabajadores migrantes".
Shenzhen, de 15 millones de habitantes, es la ciudad símbolo del milagro económico chino. Hace treinta años era una aldea de pescadores frente a la colonia británica de Hong Kong. Hoy en día, es una de las ciudades más ricas del país. El PIB per cápita en 2013 fue de 12.000 euros, con un crecimiento económico anual estimado en 13%. La edad promedio de sus habitantes no llega a los 29 años y el 95% de su población es parte del ejército de migrantes que se trasladaron a la ciudad en busca de un futuro mejor. En la ciudad se vive inmerso en una atmósfera ambiciosa y de superación, por lo cual las personas no pueden soportar la idea de tener que volver a casa en bancarrota. En un verso Xu resumió ese sentimiento de la ciudad por salir adelante: "una vez entras en la fábrica, la única opción que queda es la sumisión".
Xu Lizhi trabajó en Foxconn durante cuatro años, el proveedor de Apple Taiwán que se volvió famoso en 2010 cuando 14 de sus trabajadores se suicidaron uno tras otro. ¿Cuántos jóvenes veinteañeros partieron de casa para buscar suerte en la gran ciudad? Xu era uno de ellos, que trabajó y escribió poemas, pero su historia terminó en tragedia. La alienación del trabajo en la fábrica, problemas sentimentales y un alma sensible fueron las posibles causas para que tomara su decisión.
Xu era parte de la generación de los noventas, los hijos del milagro económico que nacieron después de las protestas en la plaza de Tian’anmen. Estos jóvenes son los hijos del control de la natalidad, hijos de familias campesinas que migraron a las ciudades y no saben cultivar el campo. Son el estamento pobre de su generación que no tuvo acceso a la educación y hoy, desarraigados de su tierra, son el principal componente de la mano de obra del país.
Esta generación, excluida del sistema escolar, vio en el trabajo una opción para salir adelante, pero la realidad que les tocó era muy diferente a la de sus expectativas.
"Un área de diez metros cuadrados, apretada y mojada.
La luz del sol no entra ni un día al año.
Aquí como, duermo, me cago.
Toso, tengo dolores de cabeza, envejezco.
Me enfermo, pero no muero".
Esa es la vida en las líneas de montaje con turnos continuos de hasta 12 horas.
El tiempo libre se reduce a una cerveza, cigarrillos, mensajes, juegos e internet. Soñar más es pensar en abrir un negocio propio o vender cosas en línea, pero son sueños. Xu tuvo aspiraciones literarias que lo llevaron de biblioteca en biblioteca hasta que un día decidió desaparecer.
"Todos lo dicen, soy un chico de pocas palabras, no lo niego. Pero no importa lo que usted hable, es con esta empresa que estoy en conflicto".
Artículo producido para il Fatto Quotidiano, Italia
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