“Por favor tenga en cuenta que es probable que la búsqueda “Xi Jinping” en China continental esté bloqueada temporalmente. Este bloqueo no es controlado por Google”. Este es el mensaje que aparece cuando se intenta buscar información de quien se cree será el próximo mandatario chino. La razón: la agencia de servicios financieros Bloomberg publicó recientemente un extenso reporte sobre la fortuna de la familia –cercana y extendida- de Xi Jinping, afirmando que son unos prominentes empresarios en sectores de tierras raras, tecnología y bienes raíces.
La página de Bloomberg y su revista Business Week, están también censuradas y cualquier búsqueda en Google de ambos medios, bloqueada. Ahora, si se intenta con Baidu, el motor de búsqueda chino, Xi Jinping presenta resultados básicos con breves noticias de apariciones públicas del político y unas páginas con su hoja de vida. Bloomberg por su parte, sólo aparece con un resultado que lleva al perfil del medio en Baidu Baike, el Wikipedia chino.
Si bien el reportaje afirma que ninguno de los registros de propiedades y acciones vinculan directamente a Xi Jinping, su esposa, la famosa cantante Peng Liyuan, ni a su hija Xi Mingze -quien se rumora estudia en Harvard bajo otro nombre-, ha llamado la atención que el gobierno chino haya bloqueado de forma inmediata la publicación y los resultados de las búsquedas en Google.
Detrás de la censura se puede rastrear una protección por parte del gobierno al nombre de sus principales líderes, a pocos meses de la transición de poder. Especialmente al tener aún fresco el escándalo de Bo Xilai, ex miembro del Politburó que fue expulsado en abril del Partido Comunista y hoy enfrenta una investigación por abusos de poder y homicidio.
En su momento, el caso de Bo también generó cuestionamientos frente a la incongruencia entre sus ingresos, menores de 20.000 dólares al año y sus gastos, que con sólo la educación de su hijo llegan a los 100.000 dólares.
Todo en familia
Los indicados de manejar grandes contratos y ser los grandes accionistas en diferentes empresas son su hermana Qi Qiaoqiao, su esposo Deng Jiagui y su hija Zhang Yannan, así como su cuñado Wu Long, esposo de su hermana Qi An’nan y su hermano Xi Yuanping.
Todos están vinculados a empresas que se desempeñan en sectores que han sido cuestionados ampliamente en los últimos años. La familia Deng tiene acciones en Jiangxi Rare Earth, una compañía dedicada a productos níquel, cobalto, tungsteno y otras tierras raras. Un tema que precisamente ha llevado a China ante la Organización Mundial del Comercio por denuncias de monopolio.
De igual forma se afirma que los Deng poseen varias viviendas en Hong Kong –con las mejores vistas y locaciones- así como un terreno de 10.000 metros cuadrados en Pekín, en donde se construyó un complejo de lujo que vende apartamentos por 15 millones de yuanes (2 millones de dólares) en promedio. Esto, en un momento en que precisamente el gobierno chino busca frenar las construcciones de lujo y controlar los disparados precios de las propiedades.
Su cuñado Wu Long estaría vinculado en la empresa New Postcom, una empresa que maneja millones de yuanes en contratos con la empresa estatal China Mobile -la proveedora de telefonía celular más grande del mundo- ganándole a empresas más establecidas en China y con más años de experiencia como Motorola. El sector de telecomunicaciones es uno de los más controlados en el país asiático y sólo se permite la acción a grandes compañías –en su mayoría estatales-.
Su hermano Xi Yuanping, es asesor de la organización consejera para el gobierno Energy Conservation Environmental Protection Association, y su sobrina –hija precisamente de Wu Long y Qi An’an- coincidentemente manejaría un fondo de inversión en temas ambientales por más de 1.000 millones de dólares.
La “Guanxi” de Xi
“Frene a su cónyuge, hijos, parientes, amigos y personal, y jure no usar su poder para beneficio propio” habría declarado Xi Jinping en un encuentro anti corrupción en 2004. Estas palabras hoy se ponen en discusión.
Un cable de la Embajada de Estados Unidos publicado por Wikileaks, describió al vicepresidente como uno que “sabe cuan corrupta es China” y que rechaza la comercialización d e la sociedad china a través de los “nuevos ricos, corrupción oficial y la pérdida de valores”. Sin embargo, según la fuente de la embajada estadounidense, “Xi no es corrupto y no le interesa el dinero, pero sí puede ser “corrompido por el poder””.
Durante el escándalo de Bo Xilai también se denunciaron las prominentes carreras de los hermanos de Bo y los de su esposa, Gu Kailai –quien también está siendo investigada por homicidio, evasión de impuestos y traspaso ilegal de fondos-. Todos tenían cargos destacados, incluyendo al hermano mayor de Bo que bajo el nombre ficticio de Li Xueming, ganaba US$ 1.7 millones dirigiendo la estatal China Everbright Holdings, uno de los mayores conglomerados de servicios financieros en el país.
Las relaciones familiares son muy difíciles de establecer en China por la frecuente costumbre de cambiarse los nombres, usar el apellido de la madre y registrarse con nombres cantoneses. La labor se complica al tener que superar las estrictas políticas de privacidad de las compañías y la dificultad de acceder a documentos públicos.
La cuestión que se pone en discusión es el “guanxi”, concepto ampliamente usado en China para referirse a las relaciones. Como en otras esferas políticas del mundo, los contactos son determinantes. Pero en China, el hecho de estar relacionado a personas con poder político pueden beneficiar ampliamente el recibir un contrato, conocer información ventajosa a nivel comercial y acceder a mejores puestos. Y es así como en China, el concepto de Guanxi se difumina fácilmente con el de corrupción y de tráfico de influencias.
El mes pasado la imagen del embajador de Estados Unidos en China, Gary Locke, viajando en clase general en un vuelo interno se hizo viral, generando cierta simpatía en la red china. El Diario de Beijing, periódico del Comité municipal del Partido Comunista, solicitó mediante Weibo que el Embajador divulgara sus activos personales, pues un Embajador sólo hizo eso para mejorar su imagen pública y no por una cuestión económica.
Rápidamente los usuarios de Weibo publicaron los montos –al ser documentos públicos en el Departamento de Estado- y solicitaron, que el Diario exigiera lo mismo a los oficiales chinos. Ante la masiva respuesta en donde se preguntaba por qué los oficiales chinos no presentaban sus activos, el Diario eliminó la editorial.
“Los oficiales del Partido tienen que declarar sus activos personales al cuerpo disciplinario del Partido desde hace un tiempo, pero la presión para un despliegue público se ha estancado. Sin un escrutinio público, la regla no podría ser un freno efectivo frente a la corrupción” se escribió en una editorial de Caixin, revista económica y de corte independiente.
En un sondeo realizado por el Diario del Pueblo, el 91% de los encuestados piensan que los ricos en China tienen conexiones familiares directas en la política.
A pocos meses de la transición de poder, el Partido busca establecerse como uno cercano al pueblo, que, en medio de la modernización económica, actúa en beneficio colectivo y busca enfrentar colectivamente las amenazas de la crisis. Sin embargo, las diferencias sociales son cada vez más marcadas en China con un coeficiente de Gini del 0.55 para 2011. Los nuevos líderes, muchos de ellos principitos que crecieron en esferas de poder, son vistos como millonarios escondidos que le han sacado ventaja al sistema.
Artículo publicado en La Nación (Argentina)
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[Foto de wantchinatimes.com]