Wen Jiabao en la CEPAL: ¿Está China en un nuevo imperialismo?

In by Simone

La creciente influencia de China en el mundo ha motivado algunas reticencias. Con la reciente visita de Wen Jiabao a América Latina han quedado claras las intenciones de mayor cercanía con dicha región. ¿Está China buscando remplazar a los EEUU como potencia imperalista? ¿Qué nivel de influencia puede tener Beijing en el desarrollo político, económico y cultural de la región? Una mirada a la teoría y la práctica de la política exterior del gigante asiático nos puede ayudar a entender estos tiempos difíciles. Análisis de Pablo Ampuero de la gira suramericana del premier chino.
El Imperialismo es un fenómeno histórico de larga data. Se caracteriza por el establecimiento de relaciones de dependencia entre un centro hegemónico y una periferia subyugada a los intereses de dicho centro. En el mundo antiguo, encontramos formas de dominación imperialista ejemplar, como la romana o la china. Aquella se fundaba en la dominación militar y cultural que aseguraba relaciones comerciales y propiedad de la tierra.

El moderno Imperialismo se presenta desde el siglo XIX, con ejemplos como Gran Bretaña, Francia y Alemania, pero es más fuerte después de la I Guerra Mundial con el establecimiento de la hegemonía de los EEUU. Este nuevo tipo se presentó a propósito de la necesidad de revolucionar los medios de producción con nuevos estímulos (mercados y materias primas). En una primera instancia, se conformaron carteles (fusiones de empresas) que comenzaron a monopolizar determinados sectores económicos (lo que después de la Gran Depresión motivó su limitación a través de leyes del libre mercado); para posteriormente pasar a su expansión internacional con apoyo estatal. La United Fruit Company, ITT, General Motors, Ford, etc., fueron empresas emblemáticas de este periodo.

Después de la II Guerra Mundial el proceso se volvió más complejo, con el establecimiento de organizaciones internacionales (ONU, OTAN, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, etc) que en mayor o menor medida sirvieron para justificar intervenciones o reformas al servicio del centro hegemónico (por ejemplo, con las reformas estructurales de los años ’80 a cambio de préstamos del FMI para solucionar crisis económicas). En el actual momento de traslación del centro del sistema-mundo desde EEUU-UE hacia el bloque BRICS, en particular el nuevo rol de China en el mundo ha motivado reacciones de todo tipo, que parecieran temer la constitución de una nueva era de imperialismo.

En términos recientes, el Primer Ministro chino Wen Jiabao ha pronunciado un importante discurso en la CEPAL el pasado 26 de Junio. En la ocasión llamó al MERCOSUR a actuar regionalmente a fin de potenciar el intercambio comercial y cultural, a la vez que propuso la ejecución inmediata de un foro sino-latinoamericano, con un fondo de cooperación inicial de cinco mil millones de dólares, para apoyar inversiones en manufactura, innovación tecnológica y desarrollo sustentable1.

Su arribo se concreta después de su participación en la conferencia de la Naciones Unidas sobre desarrollo sustentable en Brasil, Rio+20, y de una rápida vuelta diplomática por Uruguay, Argentina y finalmente Chile. La rápida vuelta del Primer Ministro chino por el cono sur se da en medio de una compleja situación internacional, en donde la necesidad de asegurar el abastecimiento de la maquinaria económica china es clave para poder mantener y proyectar el crecimiento económico y la estabilidad social en el país asiático. Ahora bien, la apuesta de Beijing por profundizar el libre mercado, fortaleciendo sus relaciones comerciales, culturales y políticas con América Latina debiera invitarnos, al menos, a preguntarnos sobre las perspectivas del escenario actual y la trascendencia histórica de los últimos acontecimientos.

En la dimensión global, el acercamiento de China con América Latina resulta clave para el desarrollo de ambos, en cuanto el actual momento de crisis estructural del sistema-mundo capitalista ha llevado tanto a los EEUU como a la UE a un declive histórico, impactando en las economías receptoras de inversión con el retiro de capitales provenientes de estos países. En consecuencia, China ha debido avocarse a tres tareas: 1) la invitación de nuevos inversionistas, principalmente de Asia (Tailandia, Corea del Sur); 2) el aseguramiento en el abastecimiento de materias primas para alimentar la industria nacional; y 3) el establecimiento de mecanismo financieros que faciliten el consumo interno y la exportación. Con estos fenómenos cubiertos, Beijing puede estimular su economía, procurando mantener su “sociedad armoniosa” y “desarrollo científico”.

Junto a lo anterior, China aprovecha el momento de debilidad de los EEUU en la estratégica disputa de las amistades de América Latina. Las relaciones geopolíticas actuales resultarán claves para el reordenamiento del sistema-mundo de post-crisis. Nadie sabe aún qué pasará, ni cómo pasará, pero bien claro está que se necesitan amigos, especialmente aquellos que pretenden convertirse en la nueva vanguardia de las relaciones internacionales. Washington ya ha estado “asegurando” sus zonas de influencia, de la única forma que la CIA sabe hacerlo, como se ha hecho evidente con la ilegítima presión sobre Irán2, las fachadas “democráticas” de la llamada Primavera Árabe3, la oleada de “golpes blandos” en América Latina4, etc. Son los zarpazos de un tigre de papel, que al ver como llega el gran panda de Oriente, no encuentra más solución que aquella inmanente a su propia naturaleza de viejo imperialismo.

En el contexto latinoamericano, China busca consolidar sus alianzas estratégicas con las distintas naciones, a fin de potenciar su decreciente exportación de productos manufacturados y asegurar el ingreso de materias primas a su ciclo productivo. Es así como después de hablar en Río+20 sobre desarrollo sustentable, abogando por el respeto a la autonomía de las naciones y el progreso en conjunto y comprometidos con el medio ambiente, el Primer Ministro Wen Jiabao se reunió en Montevideo con José Mujica, en Buenos Aires con Cristina Férnandez de Kirchner y en Santiago con Sebastián Piñera. Firmó acuerdos por carne de vacuno y cordero, cooperación en materia agrícola, acuerdos tecnológicos y protocolos de inversión. Un circuito cerrado que dejó a los chinos felices de poder avanzar en su plan quinquenal, que claramente significará un beneficio directo en el bienestar de su pueblo (esa es la gracia de planificar la política y la economía), a las clases políticas del cono sur bastante satisfechas, pero que levantó algunas críticas y sospechas en distintos medios de prensa5.

Probablemente los más beneficiados con los nuevos acuerdos sean los países del Mercosur. China firmó documentos relevantes con Uruguay y Argentina, y de paso entregó un mensaje claro por video conferencia a todos los gobernantes del Mercosur (Argentina, Uruguay, Paraguay y Brasil), llamándolos a actuar juntos para poder potenciar su cooperación con China, que salvo Brasil, solo se vinculaban en muy pequeña escala. Evidentemente, con las tremendas dimensiones del universo chino, tratar con cada uno no resulta tan conveniente, por lo que el llamado a la unidad regional es una necesidad táctica en la estrategia china.

Por otro lado, está Chile. Las relaciones Santiago-Beijing gozan de muy buena salud, particularmente gracias a una larga historia de amistad extrañamente incondicional. Lamentablemente, China no puede hacerse cargo de los errores de Chile. Después de que el Ministro de Hacienda de los últimos años de la dictadura, Hernán Büchi, asfixiara los relictos de industria manufacturera nacional, a fin de recuperarse de la crisis del ’86 y sustentar el crecimiento económico en base al comercio exterior (en una retrógrada visión ricardiana de la economía), Chile quedó al desnudo, como un Estado rentista, entregado al potencial de medios de producción privados. El cobre, la fruta, el vino y el pescado se convirtieron en los productos claves de un país “ejemplar”, que destaca por sus tratados comerciales, pero con escandalosos niveles de desigualdad (0.5 coeficiente Gini)6. Ahora se suman la madera, la harina de pescado, el agua, las semillas, y un largo etcétera hasta el polémico litio.

Hicieron resonancia en La Moneda los ofrecimientos de la clase política por inversión china en construcción y minería. Más capital financiero a base de condiciones de inversión preferenciales sin demasiado cuidado del “desarrollo sustentable”. Los susurros sobre la sinización profunda de la economía y los recursos naturales de Chile espantaron a muchos. A través de las redes sociales se levantaron las odiosas voces de la xenofobia, el racismo e incluso de cierto nacionalismo trasnochado. ¿Son culpa de China los errores de Chile? Claro que no. China es un país enorme, con una humanidad tremenda a la cual sustentar, y con grandes ambiciones que van desde el mejoramiento de las condiciones de vida de los campesinos más pobres de Gansu y Tíbet, hasta la cooperación y solidaridad para que la humanidad en Irán, Senegal o Belice puedan desarrollarse, mejorar su situación y vivir en un mundo en paz.

Quizás el discurso oficial chino suena más a panfleto mesiánico que a reales intenciones, especialmente cuando el tema de los Derechos Humanos apareció en la prensa de Chile, acusando a todas las partes de pragmáticos y enceguecidos con las oportunidades comerciales. “¿Qué esconde China?” reclama la prensa chilena, dejando en evidencia su falta de preparación y seriedad, no tan solo para poder nombrar correctamente a los visitantes extranjeros, sino también en el necesario estudio y análisis sobre la gran estrategia de Beijing y la dinámica del poder detrás de la región, sobre la cual paso a detallar algunos puntos clave:

1. La política internacional de China ha defendido de manera constante la autonomía de los pueblos, y se ha opuesto a toda oportunidad de invasión extranjera.

2. Las relaciones que establece China con otras naciones buscan fomentar el desarrollo mutuo. Son primeramente de amistad, y en eso, de interés recíproco.

3. La cuestión de los Derechos Humanos es un problema prioritario en nuestros días, tomándose medidas claves como: reforma en el sistema judicial, cambios procedimentales frente a la pena de muerte, nueva política de DDHH que busca en primer lugar el mejoramiento en las condiciones de subsistencia del pueblo (que se entiende como el Derecho Fundamental básico).

Claramente China no es el paraíso terrenal, tiene muchas tareas pendientes. La actual dirección del Partido y del Estado ha apostado por revolucionar sus fuerzas productivas a su máxima expresión, esperando acumular más capital para poder asegurar el crecimiento y sus nuevas políticas de bienestar, cuestión que la facción izquierdista del Partido no estima como el mejor camino.

Esta línea ha llevado a la necesidad de disputar la influencia de EEUU en América Latina7. Beijing busca alimento y materias primas, y a cambio entrega tecnología, dinero, asesoría y mercado, lo que ha llevado a que gane muchos amigos en el barrio. La naturaleza de la relación entre Washington y su “patio trasero” se dio de una manera relativamente similar, en cuanto el gobierno de John F. Kennedy dispuso de la “Alianza para el progreso” a fin de combatir la pobreza y el comunismo bajo sus fronteras. Ahora bien, la diferencia clave está en que EEUU no tuvo, no tiene, ni tendrá resquemores en cambiar gobernantes (en la medida que puedan) que se opongan a proclamada responsabilidad de regente mundial.

China ha venido a suplir la deficiencia y enemistad de Washington bajo el río Grande. Este nuevo fenómeno nos permite cuestionar el nivel de influencia que podría tener China en América Latina. Es sabido que en el ámbito de las relaciones internacionales todos los países presionan a otros en la materialización de sus intereses. ¿Existe el riesgo de que China se convierta en un nuevo imperialismo? Claro que existe, ahora bien, la apuesta teórica de Beijing es la defensa de un mundo multipolar, lo que se ha manifestado en su defensa de la paz, la autonomía de los pueblos y la no-intervención. En consecuencia, la posibilidad del imperialismo chino no se plantea en la misma naturaleza del viejo imperialismo del que fuimos testigos en el siglo XX, sino que emerge en un discurso, en un conjunto de valores y una práctica bastante diferente.

China invierte, compra y se compromete con los países del mundo en aquello que dichas naciones le ofrecen. Beijing no monta operaciones de servicios secretos para derrocar gobiernos por el control del petróleo, no bombardea a civiles para ganar territorios estratégicos, no estaciona su flota en la costa de los países enemigos para persuadirlos. Ejerce presión como cualquier otro país, ese es el juego de la geopolítica.

El mundo está cambiando, y tenemos que estar preparados. Las transiciones nunca son fáciles. Son muchos los especialistas que desde el análisis de sistemas nos han venido advirtiendo del cambio de época. Gran parte de este cambio estará liderado por los chinos, quienes han planteado una nueva forma de relacionarse con el mundo. Independiente de sus conflictos internos, Beijing se ha levantado como un país amigable y respetuoso, concentrado en las tareas del desarrollo económico, social y cultural, y aún más, en el establecimiento de sanas relaciones de amistad que beneficien a ambas partes. Con esta estrategia ya ha logrado disputar gran parte del intercambio comercial a las grandes potencias del siglo pasado, y con eso, cada vez gana más amigos políticos, no obstante, aún le queda el tremendo desafío de la cultura8. La restructuración del moderno sistema-mundial podría desembocar en un replanteamiento de lo que la historia ha conocido como Imperialismo, con nuevas relaciones de dependencia centradas en el este. O bien, podría cerrar ese capítulo e inaugurar una nueva época para las relaciones internacionales, con un desarrollo conjunto en armonía, relaciones de poder multipolar y sincera defensa de la paz. Independiente de la salida, lo importante es estar conscientes, informados y activos en los difíciles días que estremecen a nuestro mundo.

NOTAS

1. Qin Jize; Wang Chenyan. Wen urges enhanced cooperation. China Daily. 28 de junio de 2012. P. 11.
2. Parvaz, D. The Iranian threat: military or political?. Al Jazeera. 23 de abril de 2012. Disponible en: http://www.aljazeera.com/indepth/features/2012/04/201241784312895472.html
3. Cook, Jonathan. The evil humanitarian wars. Information Clearing House. 26 de junio de 2012. Disponible en: http://www.informationclearinghouse.info/article31712.htm
4. Aguirre, Mariano. Golpes blandos contra presidentes incómodos. BBC. 30 junio de 2012. Disponible en: http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2012/06/120629_golpe_estado_democracia.shtml
5. Stock, Freddy. China, nuestro mejor amigo del planeta. Radio Futuro. 27 de junio de 2012. Disponible en: http://www.futuro.cl/2012/06/27/china-nuestro-mejor-amigo-del-planeta/.
6. OCDE. 0.5 el coeficiente Gini de Chile, la desigualdad más alta entre los países de la OCDE. 15 de abril de 2011. Disponible en: http://www.oecd.org/document/57/0,3746,es_36288966_36288553_49839033_1_1_1_1,00.html
7. Aquino, Carlos. China´s influence grows in US’ “backyard”. China Daily. 25 de junio de 2012. P. 9.
8. Reyes Matta, Fernando. China y la industria cultural: otra oportunidad para América Latina. El Mercurio. 25 de junio de 2012. Disponible en: http://www.edicionesespeciales.elmercurio.com/destacadas/detalle/index.asp?idnoticia=201206251030806&idcuerpo=1043

Pablo Ampuero es licenciado en Historia con mención en Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.

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