Hasta que ocurrió el choque de dos trenes bala en Wenzhou a finales de julio, la red de ferrocarriles china era la envidia del mundo y el buque insignia del desarrollo de la secunda economía global. Para el próximo año China espera tener más kilómetros de vías de alta velocidad que el resto del mundo en su conjunto, pero a los problemas de seguridad y a la corrupción ahora se suma una cuestión de dinero.
La advertencia la lanzó Wang Mengshu, de la Academia China de Ingeniería, al periódico estatal Global Times: debido a que las autoridades ferroviarias están en deuda, ha sido necesario suspender algunos grandes proyectos. El Ministerio de Ferrocarriles debe más de 160 millones de yuanes (cerca de 25 millones de dólares) a los contratistas de los proyectos más importantes, como el Grupo China Railway Group y el Grupo China Railway Construction.
Wang Mengshu señaló que la crisis financiera es la causa y que puede afectar aún más a la economía china: "Algunos proyectos de construcción claves en el noroccidente, como la conexión entre Lanzhou y Chongqing, no pueden permitirse el lujo de pagar los salarios de los trabajadores durante los próximos tres o cuatro meses". Por su parte, los trabajadores estarían en pie de guerra y "las peticiones por falta de pago al Grupo China Railway alcanzan ya las dos mil".
El presupuesto para este año preveía 600 mil millones de yuanes para la construcción de la infraestructura ferroviaria, pero Wang ha especificado "hasta agosto sólo se completaron obras por un valor de 316 mil millones." Es decir, la mitad de la inversión prevista.
El ministro de Ferrocarriles, Sheng Guangzu, había ya confirmado en marzo que el ministerio tenía una deuda de 1,8 millones de yuanes. Además, después del accidente de Wenzhou, que dejó 40 muertos y 190 heridos, los principales bancos elevaron sus tasas de interés.
Para superar este problema, el martes pasado el gobierno central anunció en su página web las nuevas directrices para el sector, reduciendo el umbral para la inversión privada en las obras ferroviarias. "No creo que esto vaya a ayudar al sector", declaró Wang al Global Times. "Debe ser el país el principal inversionista."
Los bancos chinos, sin embargo, han recibido instrucciones de no prestar dinero para la construcción de nuevas líneas ferroviarias y "todavía no hay ninguna decisión sobre el próximo movimiento de China respecto a las nuevas líneas de alta velocidad", escribió el Century Business Herald. Todos los planes se suspenderían, señala el diario, incluyendo la posibilidad de que Beijing venda su tecnología de alta velocidad a otros países.
Wang también indicó que en todos los países el Estado y los bancos se enfrentan a enormes préstamos para facilitar la construcción de los proyectos ferroviarios. El gobierno central tiene que permitir una mayor inversión en el sector porque "el sector ferroviario chino necesita desesperadamente crecer: hay una gran demanda para el transporte de mercancías y pasajeros". El ingeniero también expresó su mayor preocupación: "Si los préstamos para los ferrocarriles acaban, el desarrollo del país se estancará."
Sobre el tema de la deuda y los problemas de las vías férreas también habló Hu Shuli, una de las periodistas más importantes de China, en las páginas del South China Morning Post. Hu, siempre comprometida a hablar claro, señaló que la incompetencia en la gestión del negocio, la corrupción y el amiguismo se sobrepusieron a la lógica y al bien colectivo, convirtiéndose de este modo en la principal causa del desastre.
La periodista lanzó también una feroz crítica contra el ex ministro de Ferrocarriles Liu Zhijun –destituido en febrero tras ser acusado de corrupción- y contra el sistema establecido por su séquito. "La enorme deuda de los ferrocarriles tiene de rehén a la economía de China", concluyó.
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