A fines del 2015, China anunció que se encuentra construye nuevo portaaviones, de industria 100% nacional, en lo que seguramente sea una nueva demostración de fuerza hacia Washington.
Las sospechas de que China se encontraba construyendo un segundo portaaviones fueron negadas hasta el pasado 31 de diciembre. El nuevo buque era un secreto y, al momento que se filtraban informaciones sobre su posible construcción, que la prensa norteamericana se encargaba de difundir, las mismas eran rápidamente desmentidas por Pekín. Sin embargo, Yang Yujun, vocero del Ministerio de Defensa de China, confirmó la fabricación íntegramente propia del nuevo barco de guerra en el puerto de Dalian, en la provincia de Liaoning, que será copia de un portaaviones soviético con algunos refinamientos.
Pekín ya cuenta con una embarcación de fabricación adquirida desde Ucrania en 1998, remodelada y puesta en uso en 2012, denominada Liaoning. El nuevo buque es insignia del Ejército Popular de Liberación (EPL) y el primero de diseño y fabricación enteramente local. En un paso más en el proceso de modernización y aumento de las capacidades militares de las fuerzas armadas del gigante asiático, cuyo objetivo es desarrollar la Fuerza Aérea y a la Marina en detrimento de sus fuerzas de Tierra, en un contexto de tensiones marítimas en la región.
Dicho ejército había presentado en mayo de 2015 su primer libro blanco sobre estrategia militar, como parte de su reforma impulsada por el presidente chino, Xi Jinping, que pone especial atención en el mejoramiento de la Marina y el desarrollo de una Armada de aguas profundas. El documento detalla las cuatro áreas de interés principal: el océano, el espacio exterior, el ciberespacio y el armamento nuclear, y promete adoptar una actitud de “defensa activa”, según la agencia Xinhua.
China mantiene disputas de soberanía con sus vecinos por varios archipiélagos en los mares del sur y el este de China, muchos de ellos aliados de Estados Unidos. En el mar de la China Oriental, tiene disputas con Japón por las islas Senkaku, bajo las cuales se cree hay petróleo. En el mar de la China Meridional, Pekín mantiene tensiones y reclamos con Vietnam por la propiedad del archipiélago de las Paracel y, más al sur, con Filipinas y otros cuatro países por las islas Spratly. Allí, China ha reclamado territorio con la construcción de islas artificiales, lo que ha provocado tensiones, además de los países vecinos, con los barcos y aviones estadounidenses que pasan por la región.
Recientemente, se ha aprobado la ley antiterrorista que da lugar al envío de tropas fuera de sus propias fronteras por parte de Pekín en misiones contra el terrorismo. Meses atrás, al tiempo que Xi se encontraba en visita oficial en Estados Unidos, envió su portaaviones chino Liaoning al puerto sirio de Tartus, con un crucero de misiles guiados, apoyando de este modo la intervención rusa.
La mayor participación de China en las zonas de conflicto internacionales significa un cambio y traerá consecuencias para el país que ha preferido mantenerse al margen de cualquier intervención militar en un país ajeno, según afirma el Washington Post. Scobell, profesor de la escuela del Servicio Exterior de la Universidad de Georgetown, explica en "El Programa del Portaaviones de China" que “ el motor decisivo del programa impulsado por Pekín forma parte de una visión estratégica de las fuerzas navales marítimas que apunta a ir más allá de la primera y segunda cadena de islas en disputa”.
[Crédito foto: RT]
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