Las emisiones de gases de efecto invernadero han alcanzado niveles alarmantes en China, con Beijing ocupando el primer lugar en el ranking mundial durante cuatro años consecutivos. A pesar de los esfuerzos del país en el campo de la energía renovable, está claro que hay razones para preocuparse.
"¡Compañeros de Beijing! El aire no está contaminado. Se trata de un aire con características chinas: 70% aire, 30% margen de error”. Así describía un internauta en Twitter la situación en la capital, parodiando un célebre lema sobre el socialismo para reflejar en clave ambientalista los serios problemas de calidad del aire en el país.
La realidad es que ya el próximo año el gigante asiático podría superar al Reino Unido en emisiones per cápita de gases de efecto invernadero. La causa: la combinación entre un vertiginoso desarrollo de la infraestructura y un rápido crecimiento de industrias de alto consumo de carbón han contribuido al deterioro de la calidad del aire.
China ya produce más emisiones de CO2 por persona que España y Francia, según un estudio del instituto holandés Edgar (Base de Datos de Emisiones para la Investigación Atmosférica Global). De mantener el ritmo actual, la segunda economía mundial superaría a Estados Unidos en 2017. Beijing ya es, desde hace cuatro años, la ciudad con mayor emisión total de gases de efecto invernadero.
El gobierno chino, sin embargo, continúa justificado sus niveles de emisión aduciendo que son las propias de un país en vía de desarrollo.
Esa postura ha sido calificada de "incomprensible" por Michael Jacobs, ex asesor especial sobre cambio climático durante el gobierno del primer ministro británico Gordon Brown. "Beijing debería comenzar a hacerse responsable tanto a nivel local como internacional", señaló al diario británico Telegraph. Para el asesor, al ritmo actual, China difícilmente podrá ser visto como un líder creíble entre los países en vía de desarrollo en materia de lucha contra el cambio climático, considerando que India, su principal rival, emite 1,5 toneladas por persona.
Aún así, Jacobs destacó los esfuerzos chinos en la promoción de energías renovables. En los últimos seis años China ha duplicado la proporción de energía producida por energía solar y eólica.
Sin embargo, es un dato que queda eclipsado por el crecimiento de las emisiones de C02 como consecuencia del paquete de estímulo económico de 400 mil millones de euros lanzado en 2008. Desde entonces, la producción china de energía (principalmente carbón) aumentó en un 11%, el 6 por ciento en 2010, mientras que la de acero y cemento crecieron al 9,6% y 15,1% respectivamente. Además, las emisiones de gases de efecto invernadero aumentaron un 10 por ciento el último año, hasta llegar a las 6,8 toneladas por habitante, frente a las 2,9 toneladas en 2000.
"Las previsiones no tienen en cuenta la inversión masiva en energías renovables", defendía Jiang Kejun, de Instituto de Investigación en Energía chino.
Síntoma de que algo anda mal es la decisión de Beijing de imponer estándares de calidad del aire más estrictos en los próximos cinco años y de monitorear la cantidad de polvo de un diámetro de 2.5 micrones, menor al de 10 micrones que se mide actualmente. "El gobierno central debe cuidar la salud de los ciudadanos", señaló Ma Jun, director del Instituto de Asuntos Ambientales. Para muchas ciudades, esto traducirá a un menor número de días en los que se puede decir "el cielo es azul".
[Fotografía: rotaractbeijing.org]