Constantemente se cuestiona la viabilidad y la realidad de la economía china. Este no es un tema nuevo ni reciente, ni en las noticias ni en los Tacos a la Panda. Sin embargo, quiero hablar nuevamente de esto desde la perspectiva de México y Latinoamérica. ¿Qué tan real es este mercado para nosotros los empresarios latinoamericanos?
Gobiernos y empresas se esfuerzan y se desgastan por ver la forma de firmar tratados y protocolos, y buscan constantemente entrar a estos mercados, incluso a costa de pérdidas iniciales. Pero todo esto… ¿Vale la pena?
Primero aclaremos el tema de la situación actual de China. Cada vez es más difícil tomar decisiones solo basándose en los medios. Nos bombardean con constantes artículos con “señales” que muestran que el sueño chino y su boom económico ya llegaron a su fin. En los diarios vemos predicciones que se las ha tenido que extender la vigencia más de una década, pero que aseguran algún día sucederá. Después en la misma página de ese diario, viene una nota que los bancos chinos están más sólidos que nunca. Creo que queda claro, que no hay ni habrá nada claro si nos basamos exclusivamente de noticias.
Yo sigo pensando que, como el amarillismo vende, los medios occidentales exageran las notas. Es fácil decir en Estados Unidos: “Las ventas de iPhone bajaron en China. ¡Se acerca el final!”, pero no completan su nota diciendo que en realidad perdieron mercado y que los gigantes coreanos y chinos como Samsung, Huawei y Xiaomi le han quitado terreno en ventas e imagen como producto aspiracional de la clase media.
Cuando no pueden exagerar, no les gusta publicar. En especial cuando China tiene datos positivos, como fue un incremento en las ventas de vehículos de pasajeros en los últimos 6 meses. A los medios les da amnesia también. Ya se olvidaron de la industria del acero, que hace tan solo unos meses fue tan sonado por los subsidios tan fuertes que el gobierno chino otorgaba a su industria y como muchas acereras cerraron o se fusionaron. El resultado de estas medidas es que ahora es una industria más sólida y preparada para el decremento de producción que han programado para los próximos 5 años.
Podría seguir sin parar dando “buenas y malas” noticias sobre la economía de China, defendiendo o contradiciendo sus puntos de vista. Cada autor cocina su plato como mejor le parece y a veces quieren que se vea que todo va bien y sin problemas y a veces que todo se vea terrible y al borde del colapso.
Después de la aclaración, si le podemos llamar aclaración a lo arriba mencionado, pasemos al tema más importante: ¿Es o no China todavía un mercado con potencial o es un espejismo que nos negamos a aceptar que ya no tiene más que dar? ¿Vale la pena que los gobiernos de Latinoamérica sigan empujando negociaciones que en ocasiones son un tanto ventajosas para el gigante asiático? ¿Qué significa para el pequeño y mediano empresario todo esto?
Prácticamente todos los gobiernos del mundo están haciendo negocios con China y/o están buscando algún tipo de acuerdo, sea como naciones o en bloques. Los gobiernos reciben presión de cámaras de comercio, críticas de los medios y el público por hacer o dejar de hacer algo con China. Los resultados son variados como variadas son las regiones y las industrias a las que podemos hacer referencia.
Podría sumergirme en un mar de datos y rescatar los que mejor queden para estos tacos a la panda. Sin embargo, tomaré una ruta más simple, la de la experiencia propia. Recientemente nuestra empresa expandió sus actividades de consultoría e iniciamos con comercialización. Nos asociamos con algunos proveedores para colocar productos mexicanos en China. La experiencia ha sido difícil hasta el momento. Existe mucha competencia del producto que estamos vendiendo, aguacate hass o palta como le llaman en Sudamérica, por lo que fácilmente entras en una guerra de precios en la que tenemos una competencia desigual ya que México paga un arancel mayor al de otros países como Perú y Chile.
Después vienen los clientes y su forma de operar. Las prácticas no son equivalentes pues cuando les compras las fábricas chinas generalmente piden que su producto se pague FOB (pagar cuando se sube a barco), pero si ellos son los que compran lo quieren CFR (pagar cuando llega al puerto destino) o en ocasiones CFR y 15 o hasta 30 días adicionales, por lo que la empresa latinoamericana tiene que tener posibilidad de financiar 45, 60 o más días, y es algo que el pequeño o mediano empresario usualmente no puede hacer. Por lo que tenemos que recurrir a líneas de crédito y factoraje, cosa que no es fácil de hacer, dejándolos fuera de la competencia.
Tenemos la fortuna de que aún con un inicio un poco difícil, estamos ya operando y llegan los primeros pedidos, pero es fácil ver que muchos otros productores se quedan en el camino o solo con las buenas intenciones de entrar al mercado chino y en ocasiones cuando ya logran hacerlo, es tarde y ya llegan a un mercado desgastado y canibalizado, como sería el de los minerales y su caso más famoso, el mineral de hierro.
Mis tacos a la panda son, como en otros casos, fáciles de sugerir y difíciles de llevar a cabo. Creo que los gobiernos de Latinoamérica tienen que ser más estratégicos en sus propuestas de acuerdos con China, romper con el esquema actual de apoyar la exportación de materias primas o de tecnologías simples y recibir a cambio productos terminados. Es donde estamos parados en este momento y es necesario, solo que se debe de buscar cómo mejorar los esquemas de producción y exportación, como lo hizo China con su manufactura en los 90’s. Sin embargo, nuestros países van más allá de ser productores de materias primas y se requieren acuerdos que incrementen el intercambio de tecnología. De no hacer esto, quedaremos relegados a ese papel: productores de bajo perfil y compradores de alta tecnología.
¿Coinciden con esta propuesta? Como siempre me gustaría saber sus comentarios vía correo a paco@dxmconsulting.com
[Crédito foto: fruitnet.com]
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