Sinología: China y Argentina: enfoques y recomendaciones de política para potenciar la relación bilateral

In by Andrea Pira

Las relaciones diplomáticas entre la República Argentina y la República Popular China ya ha cumplido 40 años. En las distintas etapas de esta relación bilateral se ha establecido una rica colaboración en lo cultural, político y económico. En este artículo el sinólogo Sergio Cesarín analiza  posibles medidas para reforzar este vínculo.  
En estos 40 años de relación bilateral entre Argentina y China nunca se ha pasado como ahora por mejores momentos. China se encuentra en una fase de acelerado ascenso en la jerarquía de poder mundial considerando su poderío económico, tecnológico, financiero y militar, en tanto la Argentina ha visto paulatinamente deteriorar su posición relativa en el mundo, y en particular en América latinaproducto de profundas crisis políticas y económicas que atravesaron al país durante las tres últimasdécadas del siglo pasado. Así, en los albores del siglo XXI ambos países definen sus interacciones en el contexto de una mayor “brecha de poder”, China como asumida potencia emergente, paradigma de la “construcción de poder” mediante reformas (realismo pragmático) y una Argentina en un momento político crucial.

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El análisis sobre la génesis y devenir histórico de las relaciones entre la República Argentina y la República Popular China (en adelante China) requiere considerar múltiples factores y variables. En primer lugar, la fecha en que se produce el establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países es indicativa del pragmatismo que guió la construcción de un sendero de encuentro y convalidación de expectativas sobre vinculaciones directas a comienzos de la década del setenta, signada por la Guerra Fría, la imposición de restricciones autonómicas (poder de disciplinamiento) a los países latinoamericanos por parte de los Estados Unidos y un mapa político regional caracterizado por la primacía de regímenes militares enfrentados ideológicamente con el “mundo comunista” tanto soviético como chino.

La irrelevancia de la variable ideológica, y la etapa de distensión sino – estadounidense abierta por Nixon, posibilitaron sortear diferencias entre regímenes políticos (militar de derecha y comunista de partido único) abriendo canales de diálogo entre las partes que dieron por resultado el mutuo reconocimiento diplomático y la consiguiente ruptura de relaciones entre la Argentina y la República de China (Taiwán). Una Argentina “potencia intermedia” en América Latina, iniciaba así un camino signado por la construcción de una agenda bilateral centrada en la cooperación, con la – entonces – China maoísta, aún activa “potencia revolucionaria” en el mundo (particularmente en el “tercer mundo” Asia, África), protagonista de una revolución que modificó el orden geopolítico regional y mundial e internamente convulsionada por una languidecente Gran Revolución Cultural Proletaria, último experimento de reingeniería social de Mao Zedong.

Introducción

La República Argentina y la República Popular China establecieron relaciones diplomáticas el día 15 de febrero de 1972. A partir de entonces, ambos países han desarrollado una rica relación en los planos bilateral, multilateral e interregional de tipo político, cultural y económica, sostenida tanto por la acción-participación de actores gubernamentales y no gubernamentales.

En sus distintas etapas, las relaciones sino – argentinas expresan contingencias atribuibles a cambios en el escenario de poder mundial, dinámicas políticas internas, el establecimiento de alianzas regionalessubregionales y, fundamentalmente, la creciente importancia que los intereses económicos adquieren como directa consecuencia de la apertura china al mundo, el interés argentino por acceder a dicho mercado y la proyección de China como potencia emergente en el sistema internacional.

En segundo término, en la etapa previa de evaluación política y económica sobre la pertinencia de tal iniciativa, del lado argentino pesaron factores externos e intereses de largo plazo. Entre los primeros cabe destacar, el previo reconocimiento otorgado a China por los Estados Unidos (Acuerdos de Shanghai), la proyección de los intereses económicos nacionales argentinos hacia el Pacífico Asiático -históricamente explícitos en las intensas relaciones mantenidas con Japón-, el apoyo a la causa nacional sobre descolonización de las Islas Malvinas que la R.P. China, como Miembro Permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (en reemplazo del expulsado Taiwán), podría otorgar, y convergentes intereses en el marco del movimiento de países no alineados (MNOAL).

Entre los segundos, la presunción de beneficios potenciales derivados de una directa interacción comercial y la intensidad que desde la década del cincuenta mostraban los contactos entre empresarios estatales de China y privados argentinos particularmente enfocados hacia el comercio de cereales.

En tercer lugar, el paso del tiempo evidenció la intensificación (ampliación y diversificación) de los vínculos a medida que China consolidaba su paso reformista en lo económico, la Argentina reconocía en China un socio estratégico clave para su estrategia de inserción en el sistema político mundial y como mercado actual y potencial para colocar excedentes exportables del complejo agroalimentario.

No obstante la posición relativa de ambos actores en el sistema internacional se ha modificado abruptamente desde aquellos albores de la década del setenta del siglo XX. China se encuentra en una fase de acelerado ascenso en la jerarquía de poder mundial considerando su poderío económico, tecnológico, financiero y militar. En tanto la Argentina ha visto paulatinamente deteriorar su posición relativa en el mundo, y en particular en América latina producto de profundas crisis políticas y económicas que atravesaron al país durante las tres últimas décadas del siglo pasado.

Así, en los albores del siglo XXI ambos países definen sus interacciones en el contexto de una mayor “brecha de poder”, China como asumida potencia emergente, paradigma de la “construcción de poder” mediante reformas (realismo pragmático), y una Argentina degradada en sus históricas capacidades y recursos de poder e influencia a nivel internacional y regional.

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*Una versión preliminar de este trabajo fue presentada en el Encuentro “La Relación China – Argentina: Desafíos y Oportunidades” realizado en Buenos Aires, 25 de marzo de 2010 y organizado por el CEPES y la Fundación Friedrich Ebert