En la sinología de esta semana, Eduardo Oviedo, profesor de Historia de las Relaciones Internacionales Contemporáneas en la Universidad Nacional de Rosario, analiza las relaciones comerciales entre China y Argentina, estableciendo que el intercambio comercial entre ambos países ha sido muy fructífero para el país austral.
La transformación de China en gran potencia desconcentró la riqueza mundial y transformó el orden internacional, generando beneficios y obstáculos al desarrollo de las naciones periféricas. Dentro de éstas, Argentina intensificó sus relaciones con China a partir de la expansión económica de la potencia asiática, insertándose en el modelo productivo chino como exportador de materias primas y comprador de manufacturas, con generación de intereses proclives a profundizar su dependencia.
Esta ponencia evalúa las características de las relaciones argentino-chinas y presta atención a la interdependencia comercial, pues Argentina profundizó su dependencia del comercio exterior desde el inicio del siglo XXI. Sin embargo, el vínculo con China no alcanzó niveles de dependencia, aunque esta visión puede ser distinta de acuerdo a la interpretación de los datos estadísticos publicados por el INDEC. Al margen de este aspecto, se observa que la relación está en un punto crucial, que puede ser orientada a la profundización de la dependencia, o bien, girar hacia una política donde China sea funcional al proceso de modernización económica en Argentina.
Mirada retrospectiva
Al inicio de la primera década del siglo XXI, la perspectiva de las relaciones argentino-chinas era sumamente alentadora. Refería a dos economías, una emergente (Argentina) y otra emergida (China) que despertaban interés en el mundo académico local por la mayor densidad que adquiría el vínculo comercial. Las expectativas eran sumamente favorables pues refería al estado más poblado del mundo, consumidor cada vez mayor de alimentos, y al principal exportador de commodities alimenticios. Sin embargo, la crisis y decadencia económica en Argentina y el continuo crecimiento económico de China ampliaron la distancia asimétrica entre ambos países, a pesar de la expansión del volumen del comercio bilateral. De la esperanza a principio de siglo, se pasó a consolidar una relación Norte-Sur con intercambio comercial centro-periferia como sucede entre la mayoría de los países latinoamericanos y China, excepto con Brasil y México.
En el desarrollo de la primera década (y los primeros tres años de la segunda) la relación presentó las siguientes características:
– La integración de Argentina a la economía china como proveedora de materias primas generó complementariedad entre ambas economías, elevando los niveles de interacción comercial, producto del cambio de la estructura económica de China y la exportación de commodities agrarios argentinos a partir del alza de los precios de las materias primas;
– Esta complementación reeditó el modelo centro-periferia, con la exportación de soja, aceite de soja y otros commodities a China, generando la primarización sojera de las exportaciones argentinas a China. Paralelamente China exportó más del 90% en manufacturas; Esta situación de poder económico produjo amplios superávits chinos en el comercio bilateral, a pesar que Argentina tuvo un importante producto como la soja, altamente demandado por China, así como otros commodities agrícolas. De considerar los saldos comerciales, la relación divide aguas en dos periodos. El primero, desde 1972 hasta 1991, caracterizado por constantes superávits argentinos. El segundo, desde 1992 hasta el presente, primó el superávit comercial chino, excepto entre 2002 y 2007. No obstante, la balanza bilateral, tanto en la década del noventa del siglo pasado como en la primera del siglo XXI, fue deficitaria para Argentina. Además, el superávits comercial obtenido por China entre 2008 y 2013 es similar a la pérdida de divisas que ha tenido en Banco Central de Argentina en el mismo periodo.
– En este proceso, la industria argentina sufrió alta competitividad de las exportaciones chinas, generando dificultades a la industrialización, y por ende, a la modernización, más allá de los inconvenientes provenientes de la crisis económica mundial y la política comercial de la administración nacional;
– La desconcentración del poder económico mundial, donde China, India, Brasil y Rusia han sido actores fundamentales, repercutió en la desconcentración de las exportaciones argentinas, ya que cuatros destinos (Brasil, China, Chile y Estados Unidos) representaron el 45,8% en el año 2013, 3 observándose el avance comercial de China paralelo a la disminución del comercio con países europeos. A su vez, en el plano regional, el avance de China deterioró el comercio intrazona del MERCOSUR, con incremento del comercio extra-zona en proporción similar al crecimiento de la interacción con China.
– A fines de la primera década del siglo XXI, China emergió por primera vez como país proveedor de capital en Argentina, con inversiones en activos en el mundo que influyen en el país sudamericano, pero con escasos niveles de inversión extranjera directa en Argentina.
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[Crédito foto: Business Insider]
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