Chen Guangcheng llegó a Nueva York, donde obtuvo un puesto como investigador en la Universidad de Nueva York (NYU). En conferencia de prensa agradeció tanto a Washington como a Beijing, probablemente para proteger a sus familiares que se quedaron atrás en China. Entre tanto, los medios chinos apenas registraron la noticia.El vuelo de trece horas entre Beijing y el aeropuerto de Newark parece haber traído un cierre a la saga personal y política que tensó durante cuatro semanas las relaciones diplomáticas entre las das mayores economías del mundo. Chen Guangcheng, el activista ciego de derechos humanos que escapó de la casa donde era mantenido bajo arresto domiciliario, encontró de esta forma una solución a su complicado caso, después de que una primera negociación hubiese fracasado tras sus temores de que China no cumpliría con su palabra.
"Estoy feliz que el gobierno chino permaneció moderado y calmado en el tratamiento de mi caso", dijo Chen durante una atiborrada conferencia de prensa en Nueva York, añadiendo que estaba muy agradecido de "recibir del gobierno central la promesa de proteger sus derechos ciudadanos a largo plazo". Chen, que nunca quiso pedir asilo político mientras permaneció en la Embajada de Estados Unidos en Beijing, se manifestó a favor de regresar a China.
"La igualdad y la justicia no conocen confines", fue su única declaración sobre la situación en su país. Muchos aducen que sus palabras medidas y pensadas son evidencia de su preocupación por la suerte de sus familiares en China. También ha sido evidente que Chen ha centrado las críticas sobre las condiciones durante su detención en las autoridades locales del pequeño pueblo de Shandong de donde proviene, nunca convirtiendo al gobierno central en el blanco de sus reclamos.
Los medios chinos, que se han mantenido notoriamente silenciosos durante el desarrollo de la saga, tampoco comentaron mucho sobre su desenlace. Uno de los pocos en comentar abiertamente el final de la saga fue el Global Times -brazo teóricamente menos duro del Diario del Pueblo- que dijo en un editorial que “el drama alrededor de Chen es una colorida burbuja. Nada queda de ella cuando explota”. La mayoría de chinos, prosigue el texto, “tienen una visión madura y estable del país. Por eso los disidentes, que causan sensación en los medios occidentales, no consiguen hacer mella entre los chinos”.
El activista -que se enfrentó a las autoridades chinas luego de denunciar los abortos forzados y las esterilizaciones en el marco de la política de hijo único- huyó el 22 de abril pasado del arresto domiciliario al que estaba sometido. Buscó refugio en la embajada norteamericana, donde solicitó que se le garantizara la libertad. El abogado, que ya había cumplido una pena de cuatro años en prisión, llevaba un año y medio detenido junto con su familia, pese a que no se han presentado cargos contra ninguno de ellos.