Después de la ola de violencia que en los últimos meses ha vivido la provincia de Xinjiang, al noroccidente de China, aparece una película animada en 3-D que busca zanjar la brecha que hoy separa y enfrenta a la etnia Han con la Uigur.
En una alianza entre el gobierno de Xinjiang y productores audiovisuales, se está creando una película que buscar acercar a la etnia Han con la Uigur, utilizando una leyenda común como gancho. Aquí se muestra desde la ficción como los Han y Uigur no son tan diferentes como piensan.
Princess Fragrant es la historia de amor de una princesa Uigur, Ipal Kahn, que cautivó al emperador Qianlong, de origen Han, en el siglo XVIII. Esta historia es una leyenda bien conocida en China y está presente en ambos imaginarios. Es un punto importante de los imaginarios culturales en que confluyen los trasfondos históricos de ambas etnias.
El año pasado Deng Jianglei, director de la película, ganó una convocatoria hecha por el gobierno de Xinjiang para desarrollar el proyecto que saldrá al aire en el 2015. Con esta producción busca aportar su granito de arena para la reconciliación entre ambas etnias.
Como Deng le explicó a CNN, “ella (Ipal Kahn) es una figura que ha contribuido bastante para avanzar en un diálogo entre ambas culturas”. La protagonista, y su historia, representan un símbolo de convivencia para uigures y han, que proviene de la tradición popular; o por lo menos esa es la apuesta de Deng y el gobierno local que financió el proyecto.
Aunque la idea es romántica, al conflicto de Xinjiang ciertamente no se le pondrá fin mediante una película. Lo que sí lograría sería abrir camino para el diálogo en otras esferas, fuera de la lucha armada y la política.
Para empezar, los uigur son una etnia de origen turco-musulmán asentados en Xinjiang, que está culturalmente más emparentada con sus vecinos de Asia central que con los han, la etnia mayoritaria en China y el este de Asia.
Desde la época imperial la región de Xinjiang estuvo bajo el control de diferentes reinos, pero los uigur siempre buscaron su independencia. Durante la primera mitad del siglo XX intentaron consolidar la República de Turquestán del Este, pero en 1949, con el asenso de Mao y la consolidación de la República Popular, la China comunista asumió el control de la zona. Es desde esta época que los grupos separatistas uigures consideran que Xinjiang (del tamaño de Pakistán) es una región ocupada.
Más adelante, a finales de los sesentas, y con el apoyo de la Unión Soviética, se volvieron a levantar bajo el proyecto de la Segunda República de Turquestán del Este. Intento, que al igual que los anteriores, que fue atajado desde Beijing.
Hoy en día los enfrentamientos continúan: por las diferencias culturales, por las políticas centralistas de Beijing, porque se sienten ciudadanos de segunda categoría, por la pobreza que azota a Xinjiang; pero sobre todo, porque los uigures no se sienten chinos. Es por eso que la película apela a esas fibras que los conectan, que muestran cómo el emperador y la princesa no son tan diferentes y pueden vivir bajo un mismo techo.
Así se ve Ipal Kahn, la princesa que quiere terminar la guerra.
Foto: Shenzhen Quianheng Cultural Communication Company
También debes leer:
– La metrópolis Oriental del cine
– El festival que no pudo ser independiente
[foto:O informante]