Con motivo del año nuevo chino publicamos este análisis hecho por Raquel Isamara León de la Rosa, profesora mexicana de Relaciones Internacionales. Perspectivas de China para el 2015, el año en el que el país asiático podría dar el paso a asumir su lugar como economía avanzada. Tras lo complicado que resultó el cierre del año 2014, se genera mucha especulación sobre el peso de la economía como factor de poderío para algunos países. El 2015 ha iniciado con el factor petróleo como un determinante de balance de poder a nivel global, en el que pareciera que las tesis prometedoras sobre economías emergentes se limitan hacia la región asiática, dictando el fin de la bonanza en el resto de ellas.
De igual manera, nos acercamos a una fecha en la que el mundo multipolar se reconfigura y las condiciones económicas son las que determinan la supervivencia de los actores estatales. Es en este punto que se requiere de dos paradigmas para comprender el híbrido sistema internacional que vemos hoy; por un lado los bajos perfiles de aquellos polos de poder, que bajo el discurso de cooperación buscan la permanencia o la gloria; y por otro lado, la interconectividad (política, económica, cultural y ambiental) que provoca efectos positivos o negativos, según el caso. Pareciera que la estrategia a seguir por estos polos se centra en generar dependencia de los demás hacia ellos, y a su vez provocar un avance preciso a partir de la interdependencia entre ellos y el sistema.
Los desafortunados panoramas para la Unión Europea, Rusia, Brasil y Japón se generan por este “juego”, y el caso de los últimos tres por la dependencia hacia el exterior. Sin embargo, el caso europeo se manifiesta como un proceso de inestabilidad interna y hacia una posible implosión. Puede ser que después de que usted lea esto, se pregunte ¿qué tiene que ver China en todo esto? Mi respuesta a continuación.
Al inicio de esta colaboración, se habló de una multipolaridad- que desde mi muy particular punto de vista es sumamente idealista- , dentro de ésta se encuentran otros países como lo son: Estados Unidos, China e India; de los cuales el primero y el tercero han sido los más beneficiados por la coyuntura del petróleo. Bajo este contexto se genera y se exacerba la idea del futuro chino. Menciono la palabra “exacerbar” porque la brecha entre las dos posturas- una a favor y otra en contra- sobre lo que representa China dentro del sistema internacional se hace más significativa día a día.
Dentro de la visión en contra, existen las versiones que van desde aquella que resalta la amenaza que representa China, hasta la que insiste en la insignificancia de China frente al poderío de Estados Unidos. En lo que respecta a la visión a favor, encontramos a aquellos que se han deslumbrado con el “milagro económico chino” y quienes reconocen el avance estratégico de este país y el declive americano. Ante todo esto, es cada vez más visible el uso de los medios de comunicació para aumentar esta brecha dentro de la aldea global.
En este panorama, pareciera que nos acercamos a un escenario de “choque de civilizaciones” en el que el desconocimiento es la principal arma. Se especula sobre una guerra entre Estados Unidos y China. Una muestra del impacto y del terrorismo psicológico que genera esto en Occidente es la referencia a la Tercera Guerra Mundial que se hizo en los países occidentales cuando fue hackeada la cuenta The New York Post.
Nos encontramos sumergidos en un caos internacional, en el que la seguridad económica y política determinará la evolución de este embrollo. Sin embargo, esto no quiere decir que no exista un actuar o una consolidación de la presencia de dichos países a nivel global. Mientras Estados Unidos aprovecha el contexto para poder generar crecimiento económico, y echa mano del “inmortal” tema del terrorismo y el Medio Oriente, como mecanismos de legitimación internacional y nacional; el caso de China se resume en seguir avanzando.
El año 2015 se perfila como el “año” para redondear el rol que juega China a nivel internacional. El 2014 sirvió como antesala para pilotear y medir el comportamiento de la política interna y externa, que a su vez determinarán las reformas que se esperan este año. Estas conllevan un doble juego, por un lado como medidas de legitimidad y control por parte del Partido Comunista de China ante una sociedad cada vez más vulnerable ante el exterior, resguardándose así de una implosión. Por otro lado, discursivamente representa una mejora en la imagen de China hacia el exterior, que la presenta como un país oriental civilizado, y que al mismo tiempo gesta las condiciones para continuar siendo atractivo y competitivo a la inversión extranjera directa. Todo esto impactaría a la sostenibilidad del modelo chino.
En mi opinión, el avance chino no debería ser menospreciado, ya que día a día expande su presencia a nivel internacional. Ejemplo de ello es cómo construye los vínculos a través de sus esquemas de cooperación con países necesitados de infraestructura o dinero. Para este año se espera el incremento de la presencia china en América Latina- en todas partes- a través de proyectos ferroviarios en el Cono Sur, la consolidación en Centroamérica a partir del Canal de Nicaragua y la entrada a México a partir del Fondo Energético. En otras latitudes, Europa no es la excepción, ya que existen los proyectos de transporte con el tren Yixinou en España, y el tren de Alta Velocidad Beijing-Moscú; África como uno de los grandes receptores de la inversión china, y la búsqueda china de mantenerse como el principal socio económico; y el caso de Oceanía, en donde a partir de la visita de presidente Xi a finales del 2014 se pueda impulsar su presencia y reconocimiento en estos países.
Sin lugar a dudas, existe la idea de llevar el “sueño chino” al exterior. Sin embargo, el punto central radica en la manera como recibimos este “sueño”, ya que el desconocimiento y las expectativas hacia un socio como China generan frustraciones o confusiones. En el caso de China, la interconectividad que ha creado con el exterior le representa uno de sus grandes desafíos, en el cual el PCCh y su control han determinado hasta qué punto son vulnerables ante la especulación económica. Esto quiere decir que pronto China deberá de dejar el bajo perfil de reconocerse discursivamente como una economía o país más identificado con los países en vías de desarrollo, y asumir su lugar, dando el paso de economía emergente a economía avanzada.
[Crédito foto: capital.com.pa]
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