Contra todos los pronósticos, Mo Yan, autor del éxito “Sorgo rojo” y “La vida y la muerte me están desgastando”, ganó el Premio Nobel de Literatura 2012, superando a más de 200 candidatos que estaban a la espera. En palabras de la Academia Sueca de las Ciencias, Mo Yan tiene la capacidad de mezclar “con un realismo alucinatorio, cuentos folclóricos, la historia y lo contemporáneo".
Mo Yan – nombre artístico que significa "el que no habla" – llevaba una ligera desventaja en comparación con el japonés Murakami según las apuestas de los comentaristas chinos, quienes consideran poco probable que le otorgaran el premio a un escritor que es el vicepresidente de la de Asociación de Escritores Chinos y nunca se ha distanciado de la clase política de su país.
Ser uno de los autores más influyentes en China y más traducidos en el extranjero, lo ha colocado en una posición política comprometedora, lo que lo ha obligado a dibujar una línea de autocensura, criticada por muchos de sus coterráneos en exilio. La censura, según el autor, es buena para la producción creativa y “ceñirse a la estética de la literatura”. Así lo indicó en una entrevista reciente: la censura permite “inyectar los hechos [sensibles] a su imaginación, aislándolos del mundo real, exagerando situaciones y haciéndolas más fuertes y más vivas".
Nacido en 1955, ganó reconocimiento y fama a partir de la adaptación cinematográfica de “Sorgo Rojo” en 1987. Esta obra marca el inicio de una serie de éxitos literarios como “Pechos grandes, caderas anchas” -un homenaje a las mujeres y una denuncia a la sociedad machista-, “El tormento de sándalo” y “La vida y la muerte me están desgastando”.
Muchas de sus novelas tienen como telón de fondo su infancia en la China rural de la localidad de Gaomi en Shandong, lugar que marcará sus obras por la exposición de la hambruna y las diferencias económicas entre clases sociales. Mo no ha sido el único Chino en ser reconocido con un Nobel de literatura.
En el año 2000, fue galardonado el escritor Gao Xijian, autor que no contaba con el apoyo político de Pekín por sus obras con contenido “antigubernamental” y quién posee nacionalidad francesa, lo cual no se permite dentro del marco jurídico del país asiático.