En su segunda entrega para China Files, nuestra colaboradora Marta Gil, investigadora de la Universidad de Valencia en Economía Social, expone en su blog Mei wenti la situacion de las ONGs en China. Lo que podría parecer una pregunta clara y con una respuesta sencilla, en China se convierte en una cuestión algo más complicada de la que a su vez nacen nuevas preguntas: ¿hay ONGs en China?, ¿cuántas?, ¿cómo trabajan?.
Partamos del principio. Las organizaciones nacen en las limitaciones que tiene una sola persona para llevar a cabo todo lo necesario para producir un bien o un servicio. En ellas, conseguir los objetivos depende de los esfuerzos de todo el grupo. A lo largo de la historia, la humanidad reúne miles de registros relacionados con organizaciones que han canalizado el interés general y social a favor de los grupos sociales más vulnerables, origen del nacimiento de las ONGs.
En China y desde el principio de las reformas experimentadas por el país desde 1979, el crecimiento emergente del Tercer Sector ha sido consecuencia de los cambios experimentados por el Estado y la sociedad. En los últimos años se han planteado numerosas situaciones llamando a la población para organizarse con el fin de articular y trabajar sobre los intereses comunes. Los gobiernos locales tratan de seguir la tendencia internacional promoviendo el desarrollo del sector social en un sistema mixto de bienestar; y como consecuencia ha incrementado en los últimos años el número y proporción de servicios sociales provistos por ONGs.
Se estima que en los últimos 25 años se han registrado aproximadamente 500.000 ONGs, cifra que se espera duplicar en los próximos tres años. Al respecto, también se han de mencionar los cientos de miles de organizaciones que operando incluso con apoyo gubernamental, no están registradas legalmente, por lo que cifrar el número de organizaciones activas en el país es casi imposible. Uno de los principales motivos del impulso experimentado por el sector proviene del propio Partido Comunista que conforma el Gobierno chino. En las últimas décadas, ha estado estableciendo fundaciones y otro tipo de organizaciones para avanzar en el proceso de consecución de sus objetivos sociales. Los poderes públicos saben que las organizaciones sociales resultan más cercanas y transparentes para el pueblo que el propio Partido. Por ello y aunque el poder político es todavía uno de los pilares del sector, las ONGs se están convirtiendo cada vez más en un factor significativo en la evolución del panorama social del país.
Por lo que respecta a su regulación legal, los numerosos condicionantes derivados de la legislación existente suponen un excesivo control sobre las organizaciones. Para los poderes públicos, este control contribuye a mantener la estabilidad social dejando al margen aquellos proyectos y organizaciones que son percibidos como una amenaza, manteniendo así el sector débil, relativamente pequeño y controlado. Como resultado de estas prácticas y a raíz de las preocupaciones existentes sobre las ONGs, el Estado no utiliza todo el potencial disponible de una manera efectiva.
En definitiva, una gran mayoría de ONGs en China vive en una realidad dual constante. Por un lado y derivado de la semántica de su propio nombre, se definen como organizaciones independientes del gobierno, no gubernamentales. Sin embargo, es casi imposible desarrollar un proyecto en el país sin disponer del visto bueno y el apoyo de las instituciones públicas. Por ello y haciendo uso de la sabiduría popular, muchas organizaciones se ven obligadas a “no morder la mano que les da de comer”.
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