Los fuertes choques de los uigures con el gobierno de Beijing han generado un terreno fértil para que muchos de estos chinos musulmanes huyan de su país en busca de un “sentido de pertenencia” en las filas de Estado Islámico.
Muhammed Amin, un uigur de 80 años que milita en las filas de Estado Islámico, fue el protagonista de un video producido por la organización terrorista con la intención de reclutar a chinos musulmanes en Xinjiang, una región autónoma al extremo oeste de China, donde cerca de la mitad de los habitantes es fiel al islam.
“Durante 60 años fui sometido a opresión a manos de los chinos en Turkestán -nombre que utilizan algunos disidentes para referirse a la región-”, dice Amin en el video, que fue lanzado a mediados del año pasado. “Fue después de ver a mi hijo siendo asesinado junto a la Mujahidin que tomé la decisión de unirme a la Hijrah”.
Al igual que Amin, considerado como uno de los militantes más viejos de la organización, miles de uigures musulmanes en Xinjiang han manifestado una fuerte “opresión” por parte del régimen comunista y aseguran que la libertad religiosa es cada vez es menor. Se quejan también de la disparidad económica que existe con la mayoría Han.
“No nos dejan vivir como musulmanes”, le dijo a Reuters un refugiado uigur en Turquía. “No se puede rezar. No se puede tener más de un Corán en casa. No se puede enseñar el islam a los hijos. No se puede ayunar y no se puede ir a Hajj. Cuándo uno está privado de toda su identidad, ¿cuál es el punto?”.
Un reciente informe publicado por la New America Foundation, un centro de pensamiento con sede en Washington, aseguró que decenas de uigures han dejado su hogar para luchar en las filas de Estado Islámico. Las políticas de Beijing “pueden ser un factor determinante para que la gente deje su país y busque un ‘sentido de pertenencia’ en otros lugares”, dice el reporte.
La información publicada por la fundación estadounidense se basó en datos de más de 4.000 militantes extranjeros, proporcionada por un desertor de la organización jihadista. De los 3.500, 114 son musulmanes provenientes de Xinjiang, lo que convierte a la región autónoma en el quinto mayor contribuyente de tropas para Estado Islámico, después de tres zonas en Arabia Saudita y una en Túnez.
"Es incuestionable que el deterioro de la situación en Xinjiang para los pueblos turcos y musulmanes genera una apertura para que se produzca extremismo”, explicó Frederick Starr, presidente fundador del Instituto Asia-Central Cáucaso de la Universidad Johns Hopkins. “Seguro que hay personas en EI que observan a Xinjiang y creen que es terreno fértil".
A principios de junio, como lo ha hecho durante varios años, el gobierno prohibió que funcionarios públicos y estudiantes ayunaran durante el mes sagrado del Ramadán, y obligó a los restaurantes a permanecer abiertos durante los días de celebración.
Y en 2014, durante la celebración de los Juegos Deportivos de Xinjiang, la ciudad de Karamay prohibió que los usuarios de los buses utilizaran velos, tuvieran largas barbas o vistieran tres tipos de atuendos típicos del islam, incluyendo aquellos con el símbolo de la estrella y la luna creciente.
“Los oficiales de Karamay están promoviendo abiertamente una política racista y discriminatoria contra los uigures ordinarios”, manifestó entonces Alim Seytoff en una declaración. “Lo que nos dice esta prohibición en los buses es que los uigures en China tienen menos derechos que otros ciudadanos, incluso en su propia tierra, y que hay luz verde para que sean discriminados por los ciudadanos comunes de la etnia Han”.
[Crédito foto: Plymouth University] También puedes leer:
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