Ya casi llegamos. Mañana a las 11 de la mañana en Beijing se conocerán los nombres de los siete -o nueve- nuevos líderes de China, que posarán para las fotos habituales y un primer encuentro con los periodistas. Sólo entonces sabremos cuántos son y especialmente quiénes serán los designados finales tras un Congreso del Partido Comunista precedido por negociaciones sin fin, que comenzó mucho antes que los anteriores con la caída de Bo Xilai, y que tal vez aún depara sorpresas de último momento. ¿Quiénes son los “papables” de China?
Solamente queda un ramillete reducido de “papables”, un término que realmente no resulta demasiado alejado de la realidad dada la similitud entre el Partido Comunista de China y el Vaticano, de cuyos rituales, secretos y negociaciones veladas no sabemos mucho. Sin embargo, a partir de la escasa información que se puede obtener una radiografía de la composición aproximada del futuro liderazgo de la segunda economía mundial.
Xi Jinping, el hombre del que se tiene mayor certeza desde que fue designado vicepresidente en 2007, es también uno de quienes menos se sabe en cuanto a su visión política. Quienes lo han conocido cuentan más o menos la misma historia: es un líder dedicado al trabajo, que toma mucho cuidado de no pisar el pie equivocado, con una vida en el Partido, de padre revolucionario purgado y luego rehabilitado, y uno de los artífices de la apertura económica.
Se dice que Xi Jinping tiene en alta estima a su padre reformista, por lo que podría -a su manera- continuar por el mismo camino. Es, sin embargo, una figura ambivalente: amante de los Estados Unidos -que visitó en los años ochenta cuando trabajaba en temas agrícolas-, le gustan las películas de acción y el fútbol. Parece capaz de manejar una "dirección colectiva" del partido, sabiendo moverse entre las exigencias del pueblo y los tiburones de la política local, sobre todo Jiang Zemin. Cuando desapareció – por cierto, de esto no se oyó ni una sola palabra en el Congreso- algunos señalaron que habría sido porque plantó sus pies con firmeza en el suelo: camaradas del Partido, habría dicho, nos ponemos por lo menos de acuerdo en la fecha del Congreso o yo no me dejo ver más. Dicho y hecho, la fecha fue finalmente anunciada.
Para gestionar las actividades del primer ministro estaría Li Keqiang. Li viene de la Liga de Juventud Comunista, de la cuerda del presidente Hu Jintao, y ha sido el favorito para el máximo puesto del actual jefe de Estado. Algunos eventos posteriores lo pusieron en una situación apretada, hasta que subió de perfil y aseguró su alta posición, aunque ya de como probable premier. Reformista aparentemente y conocedor del mercado interno chino, Li ha ganado el apodo de "Tres fuegos" porque las tres veces que tomó la dirección de una oficina estallaron incendios fatales.
Ha hecho grandes esfuerzos, se dice, para aprender inglés y co-tradujo el libro El debido proceso de Lord Denning, el famoso jurista inglés. Kerry Brown, director del programa de Asia en el London Chatham House señaló a la prensa de Hong Kong que Li fue el primer abogado de convertirse en miembro del Comité Permanente y también sería el primer abogado en convertirse en premier. "No es un tecnócrata, pero tiene un doctorado en la Universidad de Beijing y ha tenido un largo período de formación a nivel provincial antes de ser promovido a viceprimer ministro ejecutivo en 2008”, señalaba Brown.
Entonces llegamos a los "papables", una breve lista con siete nombres de los que podrían salir victoriosos sólo cinco, dada la aparente decisión de la cúpula del Partido de regresar al tamaño del Comité Permanente de los tiempos de Jiang Zemin. (Ya parece completamente descartado el nombre de Wang Yang, jefe del partido en Guangdong y posiblemente un candidato demasiado reformista para los gustos de la vieja guardia).
Comenzamos con Wang Qishan, cuyas acciones están en alza. Responsale de algunas de los más duras negociaciones comerciales con Estados Unidos, Wang parece un nombre seguro para el Comité Permanente. El más joven de los cuatro viceprimer ministros y también ex alcalde de Beijing, Wang tiene un profundo conocimiento de cuestiones financieras y sería probablemente el único miembro de la cúpula que se ha desempeñado como presidente de una empresa, gracias a su paso por la jefatura del Construction Bank of China entre 1994 y 1997.
Wang es también un principito, gracias a su condición de nuero del ex viceprimer ministro y ex miembro del Comité Permanente, Yao Yilin. Su apodo es "el jefe de los bomberos", debido a su habilidad para desactivar incendios sociales, a diferencia de Li, durante la crisis de la fiebre aviaria (SARS). Su tarea podría ser presidir la Asamblea Popular Nacional -legislativo chino- o supervisar las políticas anticorrupción.
Otro que parece firme es Zhang Dejiang, en la actualidad jefe del partido de Chongqing en sustitución de Bo Xilai. Prácticamente sería la antítesis de Wang Qishan, gracias a su formación como economista en la Universidad Kim Il Sung de Corea del Norte. Ha sido vicepremier encargado de la industria, un rol que le ha traído dilemas como la condena por corrupción del ministro de Ferrocarriles hace dos años. Es cercano a Jiang Zemin y su ‘grupo de Shanghai’.
Lo que nos lleva a los de la orilla, cuyo ascenso dependerá de los últimos juegos en progreso tras bastidores. Comenzamos con Zhang Gaoli, líder del Partido de la ciudad portuaria de Tianjin -a pocos kilómetros de Beijing- y miembro del Politburó desde 2007. Considerado como un aliado de Jiang Zemin, también se halla en estado de gracia con Hu Jintao, quien fue tres veces desde 2008 a Tianjin para ver los resultados del trabajo de Zhang a la cabeza de una ciudad que se encontraba en crisis y que ahora es una de las zonas económicas más activas en China. Introdujo reformas financieras y trató de transformar la ciudad en un polo de atracción para la inversión extranjera, por lo que es considerado un reformista económico. Ya había sido jefe del partido en el centro clave de Shenzhen, corazón del milagro económico chino.
Quien probablemente saldrá quemado, después de meses en los que se le daba por seguro, es Li Yuanchao. Considerado uno de los más "extremos" entre los reformistas, es hijo de un ex alcalde de Shanghai y sufrió la Revolución Cultural en carne propia. Ha forjado su carrera en la cantera de Hu Jintao, la Liga de Juventud Comunista, y estudió en Harvard.
Posiblemente de regreso a los favoritos en los últimos días está Liu Yunshan, el mayor blanco de ira de los internautas chinos y posible heredero del departamento de propaganda e ideología. Liu trabajó como reportero de la agencia estatal Xinhua en la región de Mongolia Interior, donde pasó a encargarse de propaganda a nivel provincial antes de ser transferido a Beijing. Es uno de los partidarios más fuertes del férreo control de Internet desde su puesto de jefe de propaganda del Comité Central.
Finalmente está Liu Yandong, la política de raza y única mujer entre los políticos chinos grandes, que parece contar con pocas opciones. De ser nombrada uno de los siete sería la primera mujer en sentarse en el Comité Permanente del Politburó, pero la dificultad de que suceda refleja el difícil camino que tienen para llenar la "mitad del cielo" que les adjudicaba la máxima de Mao, especialmente en cuanto corresponde a la política. De vena reformista, se ha ocupado siempre de proyectos en materia de educación y de economía. Políticamente ha sido una gran equilibrista: cercana a Jiang Zemin, es una principita y mantiene buenas relaciones con Hu Jintao. Tendría todos los papeles en regla, aunque no el género, para llegar a la cima del poder.