Liu Bolin: el artista escondido

In by Andrea Pira

Este es el artista chino que se ha hecho famoso en el mundo entero por la intervención de unas fotografías en las que él se mimetiza, todo dentro de un marco de situaciones urbanas. Pintor, escultor y fotógrafo, su obra ha sido una de las más célebres formas de rebelión de frente al sistema. Entre muros con grandes escritos de la Revolución Cultural, carteles de los Juegos Olímpicos, estanterías con fideos instantáneos, o un afiche con ‘mujeres-soldados’ marchando con la bandera china, Liu se ha hecho invisible para resaltar las complejidades de la sociedad china.
La primera vez que vi una foto de Liu Bolin no me di cuenta, de manera inmediata, que él estaba ahí.

Me llamó la atención la foto en sí. En ella, representaba una imagen bien conocida en China: una zona recién demolida cercada de muros de lata, preparándose para una gran construcción. En el fondo, ya se ven una serie de edificios altos.

No era una foto especial. Más bien era una imagen común y corriente del Beijing del 2008. Pero precisamente por su normalidad, llamaba la atención. Con Liu mimetizado en esa “pared provisoria”, el problema de urbanización –tan latente en China–, se hacía aún más visible.

Y así es toda su obra: un juego de opuestos. Desde grúas, muros con grandes escritos de la Revolución Cultural, carteles de los Juegos Olímpicos, estanterías con fideos instantáneos, o un afiche con ‘mujeres-soldados’ marchando con la bandera china, Liu se ha hecho invisible para resaltar una situación.

Pero es un juego, al fin y al cabo. Un juego en el que mezcla una conciencia social con el deseo artístico de explorar los límites del color y su poder camaleónico.

Y así lo vemos escondido en la puerta de la ciudad prohibida, con su cara reemplazando a Mao; y así en la Plaza San Marcos; o en la Freedom Tower, en donde se encontraban las Torres Gemelas; o en el Teatro de La Scala; o en una cabina telefónica londinense; o frente a una góndola veneciana; o en el letretro de “Hollywood”; o en el escenario de TED.

También juega con los personajes que van desde chinos comunes y corrientes que se relacionan con el fondo de las imágenes, hasta diseñadores como Jean Paul Gaultier, María Grazia Chiuri y Pier Paolo Piccioli, de Valentino, para un especial con Harper’s Bazaar; y a Bon Jovi, para la carátula de su nuevo disco.

Con Amedeo Modigliani, Picasso, Andy Wharhol y Bacon como inspiración, Liu reconoce que su obra no es especial, pues sabe que no es el único que se camufla en la fotografía. También confiesa, sin problema, que muchas de sus fotos son intervenidas digitalmente, especialmente aquellas en donde desbordan los turistas, como la Ciudad Prohibida, para borrarlos y dejarlo sólo a él visible.

Pero enfatiza que lo más importante de su trabajo es su actitud como artista frente a los temas que trata, tanto sociales como estéticos. Sea modestia china –pues en este país importa más ser humilde que orgulloso–, o filosofía artística, Liu Bolin se ha convertido en uno de los artistas contemporáneos más sonados de China, ganándose un espacio entre los grandes fotógrafos mundiales.

A Liu le tocó vivir la nueva China. Nació en 1973, tres años antes de que muriera Mao y se acabara la Revolución Cultural. Se graduó de pregrado en el 95, en la Academia de Bellas Artes de Shandong –una de las facultades de más dificil acceso por la gran población de Shandong- y luego en el 2001, de su maestría en la Academia Central de Bellas Artes de Beijing, el claustro magno de los grandes artistas chinos. En plena década del 2000 Liu entró a competir en China en medio de un boom económico, con artistas chinos que vendían millones como Ai Weiwei o Yue Minjun y en donde la crítica social se había convertido en la práctica común de los grandes nombres. Pero a Liu hay otras cosas que le llaman la atención, fuera de remarcar el trágico pasado –y presente- nacional. Con su poder de esconderse y con la capacidad de resaltar los problemas que preocupan al chino común de hoy en día, encontró su propia voz, haciéndose un espacio como uno de los pioneros entre los nuevos artistas chinos.

Su primer “solo” fue en 2008 y, desde entonces, sus fotos y obras han viajado por varias ciudades, incluyendo Bogotá, cuando fueron incluidas en la Fotográfica Biennale en 2011. Su proyecto “Escondido en la ciudad” se ha realizado en Italia, Nueva York y Los Angeles y este año Bogotá se convertirá en su primer escenario latinoamericano. Liu Bolin, además de esconderse por la ciudad, presentará la exposición “Mímesis”, en la galería La Cometa, desde el 17 de octubre hasta el 29 de noviembre.

¿China es un ambiente dinámico para desarrollarse como artista?

Creo que no sólo para los artistas. En los últimos 30 años, el cambio de China ha llamado la atención de todo el mundo. Y en los últimos diez, el cambio ha sido aún más fuerte. Esta rápida transformación ha influido directamente en el pensamiento de los chinos, pues deben asimilar cosas que antes no conocían o no estaban acostumbrados. El país se desarrolla más rápido que la sociedad y esto es un problema del cual salen ideas que inspiran a los artistas.

¿Qué lectura hace de su gobierno y de su sociedad en su obra?

No me considero un artista político. En mis obras no puede existir opinión de ningún gobierno porque creo que eso es trabajo de los políticos. Yo soy sólo un artista. El foco de mi trabajo está en la sociedad china y su actitud frente a los temas que toco, más que en el gobierno. En China, la política es sólo una parte de la vida de cada uno.

En algunos momentos de la historia hemos tenido una vida activa políticamente como en la Revolución Cultural. Pero después de los ochenta, con la apertura, la sociedad china se volvió a pensar a sí misma y hay nuevas visiones y opiniones.

Eso es precisamente lo que se ve en mi obra: un re-pensamiento de la sociedad y su comportamiento. Como artista, explico mis ideas y opiniones de la sociedad mediante mis personajes y mis imágenes. No es estar en contra, sino de resaltar algo que me llamó personalmente la atención.


¿Cómo ha recibido su obra esa sociedad china de la que habla?

En China, el gobierno y la gente común tienen ideas diferentes. Al gobierno le llama la atención mi obra porque hablo del ambiente, especialmente cuando he tratado temas de contaminación por la construcción masiva que ha vivido China, especialmente entre 2002 y 2003.

Con la gente común se crea una interacción entre ellos y el artista, pues mis obras hablan de muchos problemas que tocan a diferentes personas. Recuerdo a un niño que las veía como un juego de escondidas. Él me buscaba dentro de las obras como “te vi y no te vi”.

En 2011, cuando estalló el escándalo en China de que añadían plastificadores a los licores y bebidas, hice una foto sobre el tema. Un amigo me dijo que sólo empezó a pensar realmente en esto y en cómo le afectaba su vida después de ver mi obra.

¿Cómo terminó escogiendo la invisibilidad como su tema central?

Está relacionado con mi experiencia personal. Después de graduarme de la maestría en 2001, estuve mal por mucho tiempo. No tenía nada, ni trabajo, ni felicidad. Me sentía como un extra innecesario en el mundo.

En ese momento comenzaron a demoler la zona donde estaba mi estudio y quería expresarme con la única forma que lo sabía hacer: con el arte. Mi primera obra fue una protesta, que no buscaba ser invisible sino hacer resaltar este caso.


¿Y cómo se expresa la protesta en sus obras?

La desaparición de la persona y el ambiente funcionan como opuestos. El fondo es muy importante. Si hay carbón, estamos hablando de los problemas de recursos, si hay “dazi” (caracteres grandes que anuncian lemas propagandísticos), estoy replanteando una faceta de la sociedad. Suelo elegir escenas familiares para la gente, que parecen tan normales, que los detalles profundos se ignoran.

¿Cómo elige los espacios?

Hablemos con un ejemplo sencillo. En 2009 ya el proceso de urbanización chino se había desarrollado fuertemente. Pasaba siempre por un pequeño barrio dentro del distrito de Chaoyang (zona en Beijing), y había varias casas en demolición. Pero un día, de repente, el barrio entero estaba demolido. Era una escena común para todos los chinos en esa época, pero en ese momento tuve un sentimiento de incomodidad y miedo por el proceso social en el que nos encontramos. Así que decidí hacer una obra de esto. Estuve un día completo acostado sobre una montaña de ladrillos para tomar esa foto.

¿Cree que el objetivo ha cambiado a lo largo de casi ocho años de haber empezado con el proyecto “Escondido en la ciudad” y que incluso lo ha llevado a otras ciudades como Milán o Nueva York?

Mi objetivo siempre ha sido solucionar un problema personal. Al principio mis cuatro primeras obras fueron de protesta. Luego, en 2006, la policía cerró una exposición que teníamos montada, entonces tomé otras dos fotos sobre la policía. Luego, hice una foto de una chica que representaba el amor moderno; y así fueron surgiendo las otras fotos, como la de los trabajadores abandonados (ex trabajadores del gobierno o de las estatales chinas que fueron despedidos cuando sus departamentos fueron considerados improductivos) y de los anuncios de la Revolución Cultural. Cuando voy afuera de China también tengo sentimientos incómodos y de ahí salen las fotos.


Pero también le ha tomado fotos a grandes diseñadores de moda. ¿Ahí también hay un problema como el de los trabajadores abandonados? ¿Hay diferencia?

No. Son iguales. Pongo a los diseñadores con su trabajo de toda su vida, igual a como hice con los trabajadores abandonados. Sólo porque el código de la moda es demasiado fuerte no se ve lo profundo. Los diseñadores de moda son adictos a su carrera.

Además también solucionaba otro problema mío: parar de pintarme. En esa época mi piel comenzó a mostrarse afectada de toda la pintura que me había puesto. Todavía necesito usar cremas medicinales. Tengo claro todo esto de los problemas de salud, pero como elegí este trabajo, debo aceptarlo. Es como los escaladores, que siempre están preparados para morir en cualquier momento en la montaña. Los artistas tienen que sufrir poniéndose colores en el cuerpo.

¿Cuáles son las fotos que más recuerda?

Tengo más de 100 obras. Hay unas de las que siempre hablo. Otras son los puntos de cambio en mi carrera artística. Mi primera obra es la más memorable, y también la que más me costó sacar. Nos demoramos un día completo, no tenía mucha experiencia. Estuve de pie todo el día, en condiciones limitadas y la foto fue en blanco y negro. Después quedé con las manos y las piernas paralizadas.

La de los trabajadores abandonados fue otro punto importante de cambio. Terminamos de casualidad en esa pared porque la que habíamos elegido la robó otro grupo. Cuando tomamos la foto vi los caracteres grandes en el muro y me pareció aún más significativo. De ahí salió la serie de caracteres grandes en China, en la que explico mi actitud frente a la realidad y la historia china.

Otra obra que recuerdo es en el Estadio Olímpico. Yo estudiaba escultura, no fotografía. Y fue en esa foto que empecé a entender un poco más. Fue la primera nevada de 2009 en Beijing, el fondo no quedó bien y nos tocó volver. Pero ya no había nieve. Entonces en la obra final se ve la diferencia.

Y por último, una que tomé en un tren de la zona de arte de Beijing, el 798. Un guardia me pidió un “regalito” para dejarme trabajar. Al día siguiente volví con regalitos y me dejó tomar “todas las fotos que quería”.

Últimamente está explorando el concepto de esconderse en la serie “Máscara”, donde mezcla en un lienzo pintura con fotos de gente con la cara pintada. ¿Cómo lo usa allí? 

La serie “Máscara” es una extensión de “Escondido en la ciudad”. Van ocho años que me pinto y estoy intentando otros caminos. Ninguno había funcionado hasta que llegó esta serie.

Los colores y el diseño de las máscaras se parecen a los de la ópera de Pekín, pero cuando los ves de cerca te das cuenta que no lo son. Son etiquetas de bebidas y alimentos. Estas obras son mi reacción al problema de seguridad alimentaria de China.

Las máscaras de ópera son similares con las decoraciones africanas, que tienen un significado de vida, con una esperanza del aumento de la población. Es así como espero llamar la atención de que la población china no podrá crecer si no solucionamos el problema de la seguridad alimentaria. Quisiera seguir con una obra de los once tipos de comida genéticamente modificada que dan cáncer; es decir, que reducen la vida.

Quiero hacer otra serie de máscaras con los logos de juegos de Internet y con los íconos de aplicaciones de celulares.

¿Y en esa serie se insertan las máscaras reales?

Si. Ellas expresan sentidos opuestos. Uso marcas de comida que tienen muchos químicos y hacen daño al cuerpo. Pero esta máscara industrial se usa para soldar y proteger a las personas. Es una idea que pienso desde hace tres años. Los colores son atractivos, como los de las amapolas. Pero realmente hacen daño. Yo elijo las marcas porque me dan desconfianza, pero ojo que soy artista. No soy responsable de hacer experimentos para probar que hacen daño.

Y en Bogotá, ¿qué fotos planea hacer?

Además de fotos, quizá hacemos algo para la serie Máscaras. Seguro quiero hacer una foto con varias revistas y medios de comunicación detrás, que es una obra que he hecho en varios países. Nunca he estado en Suramérica. Había tenido oportunidad pero al final me dio miedo y no fui. Tengo una imagen de Colombia y de América Latina de misterio. Tengo curiosidad de ver la herencia indígena que tienen.

Colombia es un lugar conocido por la exportación de drogas. Una persona antes y después de usar drogas sufre un cambio grande, pues al final queda sólo un cuerpo vacío. Me gustaría hacer una obra con amapolas y exponer la belleza de esta flor, que contrasta con el daño que genera. O incluso buscaré unas personas locales para hacerla. Sería mucho más significativo.


También puedes leer:

– Zhen Fanzhi: el artista asiático más cotizado

– "El arte latino en China es visto con novedad y sorpresa": Alvaro Cirillo, coordinador del Pabellón latinoamericano de arte

– Los años dorados del arte contemporáneo chino

– Ai Weiwei, tercera personalidad más poderosa del mundo del arte



[Artículo producido para la Revista Bocas de Colombia] [Fotografías tomadas por Nicola Longobardi]