“18.500 trabajadoras sexuales chinas en África Sub-sahariana”. La estadística que enloqueció las redes sociales chinas merecería toda la atención que ha recibido en estas semanas – si se supiera de dónde vino. Ante la amenaza económica representada por las trabajadoras sexuales chinas en Camerún, prostitutas locales en la ciudad de Douala comenzaron una lucha territorial, difundiendo rumores de que sus competidoras asiáticas son “putas brujas” que hechizan a los clientes desprevenidos con pociones mágicas para dejarlos impotentes. Los rumores han cobrado vida propia, volviéndose parte de la mitología urbana en la capital económica camerunesa. Hoy en día, incluso hay brujos que venden “amuletos anti-chinos” para proteger a los clientes contra los hechizos de las “bellezas de Shanghái”.
Aunque parezca un producto de una película de ciencia ficción, la situación en el país africano es verdadera, y no solo ha cautivado la imaginación del mundo cibernético chino, sino que también ha herido las susceptibilidades del “Gran Hermano”. La bola de nieve que surgió a raíz de la noticia demuestra el otro lado de la censura china, que por restringir ciertas noticias, deja espacio para las especulaciones más inesperadas.
“Invasión de prostitutas chinas en África es una exageración sensacionalista”. Así tituló la agencia Xinhua un artículo publicado en varias páginas web y periódicos que intenta desacreditar un informe escrito el año pasado por el antropólogo camerunés Basile Ndjio sobre la extraña realidad en su país. ¿Qué amenaza vio el gobierno en un pequeño estudio publicado en una revista académica para expertos? Como pasa a menudo en las redes chinas, los rumores suelen ser mucho más problemáticos que los mismos hechos.
Mientras en muchos casos la prensa china ignora los discursos de los medios extranjeros, como ocurrió con el escándalo de los Papeles de Panamá, en esta ocasión intentó desacreditar el reportaje. El caso no solo subraya los misterios de la inversión china en África, sino también las técnicas contra-intuitivas que China utiliza para proteger su imagen.
La enredada trayectoria de la noticia empezó en febrero de este año, cuando un periodista estadounidense escribió un artículo sobre trabajadoras sexuales chinas en África para el sitio web de noticias Quartz. David Gauvey Herbert se llenó de intriga cuando visitó Uganda y vio que muchos centros de masaje con empleadas chinas explícitamente prohibían insinuaciones sexuales por parte de los clientes. Herbert entrevistó a Ndjio, actualmente profesor en la Universidad de Princeton, y uno de los únicos académicos que ha publicado estudios sobre la migración de trabajadoras sexuales chinas en África. El profesor camerunés actualmente está escribiendo un libro que posiblemente será titulado Tras puertas cerradas: migración de trabajadoras sexuales y el lado oscuro de las relaciones sino africanas”.
Herbert aseguró que Ndjio había estimado que en África Sub-sahariana había entre 13.000 y 18.500 trabajadoras sexuales chinas, una cifra que después incluyó en su artículo, y explicó que el número había surgido de una “conversación informal” con el académico y que “no pensaba que la publicaría”, dado que era “más una aproximación que una cifra fiable”. Explica que ninguno de sus artículos académicos incluye figuras sobre el número de trabajadoras sexuales chinas en Camerún, mucho menos en África Sub-Sahariana, a falta de “cifras y registros fiables”. En realidad, la estadística que causó revuelo en los medios chinos tiene poco que ver con las investigaciones de Ndjio.
El Red Light District de Douala, polo económico de Camerún, ha sido “colonizado” por “bellezas de Shanghái”, un eufemismo con el que se conocen a las prostitutas chinas. Según un artículo académico de Ndjio, publicado en la revista African Affairs en el 2014, muchos locales se enloquecen con las trabajadoras sexuales chinas, que tienen un exotismo que les permite competir con la voluptuosidad de las “damas de la noche” locales. Incluso, algunas se han convertido en celebridades, como La Tigresse de Chine (La Tigresa de China), una joven bailarina exótica que atrae hombres (y mujeres) de todas las edades a presenciar su exclusivo show en el barrio del sexo de Douala.
Según las investigaciones de Ndjio, respaldadas por entrevistas con trabajadoras sexuales y “emprendedores del sexo”, muchas de las prostitutas chinas en Camerún vienen del este de la República Popular, especialmente de las zonas costeras de Shanghái, Zhejiang, Guangdong y Fujian. Atraídas por las oportunidades económicas en el “nuevo El Dorado de la industria sexual”, viajan a África para trabajar como prostitutas, sabiendo que sus ingresos pueden ser mucho mayores que los del mercado chino, donde se calcula que hay más de 10 millones de trabajadoras sexuales.
Por otro lado, muchas mujeres son traficadas a países africanos como Camerún por carteles chinos. Los traficantes les prometen trabajo como meseras o secretarias, principalmente en pequeñas empresas que se establecieron tras la onda de inversión estatal china en proyectos de infraestructura y extracción de minerales y petróleo. Al llegar, muchas son obligadas a pagar cuentas exorbitantes a sus traficantes, y forzadas a trabajar en prostíbulos.
Pero no se puede decir que todas trabajan en contra de su voluntad. Según Herbert, ha habido casos “altamente publicitados” donde la policía china “libera” a trabajadoras sexuales que prefieren seguir en el negocio, en muchos casos migrando a países más prósperos como Nigeria y Ghana para incrementar sus ganancias. Por esto, la “invasión” china del mercado del sexo no puede ser generalizada como una fase transitoria de la inmigración a África desde el Reino del Medio.
La “fiebre amarilla” que contagió al mercado del sexo en Douala ha evocado la ira de las prostitutas locales. A pesar de que la mayoría de servicios “para ricos” siguen siendo prestados por camerunesas, los Red Light Districts para la clase media y baja se han llenado de “bellezas de Shanghái”, que suelen ser menos exigentes que la competencia local.
Además de ser discriminadas y tratadas como brujas, la prensa local también ha capitalizado sobre la desconfianza hacia las prostitutas chinas. En el 2008, varios periódicos “investigaron” un rumor de que un cliente había quedado “atascado” mientras tenia sexo con una prostituta china, y otro de que un taxista de 48 años había muerto a causa de un infarto por “libido excesivo” mientras tenía relaciones con una china.
A pesar de ser totalmente ridículas, las noticias reflejan la desinformación local sobre los inmigrantes chinos, generado tanto por la falta de transparencia sobre la presencia china en Camerún como por impulsos xenófobos.
Es lógico que no haya estadísticas confiables sobre el número de inmigrantes chinos en Camerún. Muchos de ellos cruzan la frontera ilegalmente o ingresan con visas turistas y nunca se van del país. Un artículo sobre Douala “bajo el control de las prostitutas chinas”, publicado en el periódico camerunés Le Popoli, dice que el país hospeda a más de 200.00 chinos, y que tres cuartas partes de ellos habitan en Douala, una ciudad de 2,5 millones de habitantes. Sin embargo, algunos analistas calculan que hay 30.000 habitantes chinos en Camerún, y que la mayoría probablemente vive en la capital.
Una aproximación del 2010 de la Cámara de Industria y Comercio China calculaba que la capital económica del país solo tenía entre 2.000 y 3.000 nacionales chinos. Incluso, en el artículo para desmentir las declaraciones de Ndjio, la prensa estatal china contribuyó con la confusión, señalando que el país probablemente hospedaba entre 5.000 y 6.000 chinos. La versión en línea de este artículo, sin embargo, eliminó esta estadística.
La falta de transparencia y de estadísticas confiables hacen difícil comprender el papel que juega China en Camerún. Según cifras de la Unión Europea, el comercio con China representa 17,2% del volumen de comercio total para el país, pero un informe de la Universidad de Yaundé II dice que no existen estadísticas confiables sobre la asistencia económica china en Camerún. De todos modos, los grandes compromisos chinos en el país dan una idea general.
Además del desarrollo de centrales hidroeléctricas por todo el territorio nacional, China está construyendo un puerto de mil millones de dólares en Kribi, cerca de Douala, que será el más grande del país. Por otro lado, empresas chinas, entre constructoras y entidades financieras, están participando en el 70% de los proyectos infraestructurales en Camerún, según un artículo académico escrito por Jean-Pierre Cabestan, de la Universidad Bautista de Hong Kong. El gobierno camerunés, considerado uno de los más corruptos del mundo, ha recibido con brazos abiertos la inversión china, muchas veces en contravía de la opinión local.
Pero no son solo las “damas de la noche” quienes se oponen a lo que consideran competencia injusta por parte del gigante asiático. Según Cabestan, el avance tecnológico de las empresas chinas ha creado resentimiento entre agricultores y pescadores, que no tienen acceso a los mismos recursos para volverse más eficientes. También ha crecido la impresión de que inmigrantes chinos están quitándole oportunidades laborales a trabajadores locales. A pesar de que por ley solo el 60% de los empleados en las empresas chinas pueden ser extranjeros, muchas no respetan la norma, y cuando contratan a locales les pagan salarios más bajos que a sus contrapartes de la República Popular. En varios casos, tensiones entre chinos y cameruneses se han convertido en protestas y manifestaciones, incluso en violencia física contra los inmigrantes. La hostilidad contra las “bellezas de Shanghái” es tan solo una de las muchas manifestaciones de descontento local por la cooperación bilateral entre Pekín y Yaundé.
En Camerún se tiene una concepción sobre China en general negativa. Pero cuando Sohu International News escandalizó las redes chinas con el titular 18.500 trabajadoras sexuales chinas en África Sub-sahariana: La realidad tras una nube de confusión, es probable que la mayoría de sus lectores ni siquiera supiera sobre un país llamado Camerún. El artículo incluía partes de los textos de Ndjio y Hervent, y hacia énfasis en que cuando Ndjio fue entrevistado “evadió la pregunta” relacionada con la procedencia de la alarmante cifra.
Es difícil saber con exactitud cuánto movimiento tuvo el artículo de Sohu en las redes sociales chinas. No obstante, el hecho de que Xinhua hubiese mandado un a periodista a desacreditar las alegaciones de Ndjio, y que reconociera que la noticia de Sohu ocasionó una “explosión” en línea, sugiere que el artículo fue ampliamente comentado en las redes. Xinhua tilda al artículo de Sohu de “sensacionalista” y “exagerado”, y dice que había alegaciones “irresponsables”. Ante estas acusaciones, Ndjio dijo que el tono del artículo es prueba de la “mala fe” del periodista de Xinhua, y que era “una pena que intencionalmente ignoraron [sus] explicaciones”.
El articulo de Xinhua incluía cifras y estadísticas contrastando las alegaciones de Ndjio, por ejemplo, dando una estimación más alta que la oficial sobre el número de chinos en Camerún. Según Herbert, el hecho de que solo Xinhua hubiera publicado artículos en chino sobre el asunto, y no otros medios oficiales como el Global Times o China Daily, manifiesta la intención del artículo: restaurar la imagen doméstica de China.
Más de un millón de chinos han migrado a África desde el 2001, y no sorprende que sean atacados con actitudes xenófobas en los medios de comunicación. A causa de las barreras lingüísticas, en la mayoría de los casos China es indiferente ante las noticias que puedan perjudicar su imagen en el exterior, porque es poco probable que se vuelvan virales en las redes sociales del Reino del Medio. Sin embargo, el artículo escrito por Sohu es un caso excepcional, y demuestra lo importante que es para China mantener una imagen sin manchas a nivel local.
Para un país considerado potencia política y económica mundial, una noticia tan escandalosa podría generar acusaciones de que la política exterior china tácitamente apoya negocios ilegales e inmorales. Pero en una época en la cual la administración de Xi quiere convencer al pueblo de que el gobierno es la fuerza moral, no hay lugar para estas insinuaciones.
[Crédito foto: Waza]
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