Lee Seok-young es un hombre pequeño que porta una sencillez impuesta por los años bajo una dictadura comunista. Su entrenamiento mental ha sido tal que incluso a pesar de haber escapado hace siete años de Pyongyang, haberse refugiado en Seúl y ser director de la radio “Liberen a Corea del Norte” -uno de los canales mediáticos que busca llevar noticias del mundo exterior a los campesinos y trabajadores del común dentro del régimen de los Kim- no se ha dejado seducir por los elementos que se empuñan como “democráticos” o “libres”. Lee no ve telenovelas surcoreanas, ni usa vestidos de colores, no gasta en exceso ni come en abundancia. Eso, dice, se lo deja a los otros 25.000 desertores refugiados en Corea del Sur.
“Tenemos el cerebro lavado”, confiesa, explicando que su labor con la radio es ofrecer información que ayude a cada oyente a darse cuenta que afuera de las praderas norcoreanas hay un universo mayor, donde las personas son apreciadas por sí mismas y no por el colectivo al que pertenecen. El quiere mostrarles que existe un mundo en donde cada uno puede reclamar lo que cree justo, y que no todo funciona como el gran líder dice o como la historia lo cuenta.
Pero reconoce que es difícil, porque incluso para él fue difícil aceptar esta realidad pues se convirtió en un desertor “a la fuerza”. Era un acomodado dentro de la dictadura comunista: se había graduado de la mejor universidad de Corea del Norte, trabajaba para el gobierno, tenía una ración abundante de comida para él y su familia y de vez en cuando tenía libertad de viajar a otros países de ideología similar. Pero fue precisamente uno de esos viajes lo que lo desterró de su país.
En 2006 viajó a China en compañía de uno de sus subalternos por 30 días. Lee viajaba como responsable del grupo, con la mala suerte de que su compañero ventiló secretos que el gobierno norcoreano en una conferencia en Shenyang. Kim Jong-Il tenía la costumbre de monitorear la radio surcoreana y cuando se encontró con la noticia, ordenó enfurecido la pena de muerte para los dos oficiales que habían cruzado la frontera.
Gracias a sus buenas relaciones se salvó de ser aprisionado, y escapó de Pyongyang a pie cruzando la frontera por el río congelado hacia Dandong, frontera con China. Realizó el viaje que muchos desertores hacen: largos meses hasta Seúl en busca de un refugio político, que incluye muchas veces paradas en Tailandia, Laos o Cambodia, y tan pronto llegan a Corea del Sur automáticamente reciben el pasaporte surcoreano y asistencia para acomodarse a una nueva vida.
Lee viajó con su familia y un año más tarde logró sacar a sus padres y hermanos, excepto a uno, que en 2010 fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento en la cárcel de Kangdong, uno de los campos de reeducación norcoreanos, cuando establecieron la conexión con su hermano activista.
Recuerda que cuando llegó a Seúl empezó a entender que no todo lo que le habían dicho en su país era verdad y comenzó a retirar las capas de la propaganda comunista. Inició a revaluar la deidad detrás de Kim Il-Sung y su capacidad dinástica de prolongar el poder en su apellido, a cuestionar el concepto detrás de la colectividad comunista, y a comprender que el problema más grande de su país no era la mal comprensión de su sistema sino la hambruna que los azota desde hace más de 50 años.
Fue periodista del DailyNK, una página web que cubre noticias del país vecino y filtra noticias al país vecino con un equipo de redacción compuesto de periodistas surcoreanos y desertores norcoreanos, hasta que hace un año asumió la dirección de la radio. Hoy, su objetivo es sembrar la semilla de la democracia en el pueblo norcoreano, mediante noticias, música e historias, pues cree que el único cambio posible en Corea del Norte vendrá del pueblo, cuando se rebele y reclame justicia. No vendrá gracias a la comunidad internacional ni mucho menos del gobierno de la familia Kim.
¿Qué hay detrás de las amenazas nucleares de Kim Jong-Un?
Ha pasado un año desde que Kim Jong-Un está en el poder. Él quiere unificar a la sociedad de Corea del Norte, pero las cosas no están saliendo como lo esperaba.
Las amenazas son un llamado para obtener ayuda internacional. Sin embargo Estados Unidos y Corea del Sur se han puesto firmes con respecto al tema nuclear, teniendo un impacto directo en la escalada del tono de las amenazas norcoreanas. El mundo se le ha puesto en contra.
Todas han sido amenazas sin resultado: llegó a decir que cerrarían el complejo industrial Kaesong, que era su única fuente de divisas y donde trabajan 20,000 norcoreanos. Lo cerraron y nada pasó. Ahora están poniendo nuevas condiciones para negociar sin mucho éxito.
¿Es una amenaza para mantener la cohesión interna o para posicionarse ante el resto del mundo?
Para ambas cosas. Quieren matar dos pájaros de un mismo tiro. Sin embargo, es importante tener claro que a pesar de las amenazas, no se llegará a la confrontación, pues Corea del Norte conoce bien su situación económica. No obstante, no hay que bajar la guardia y tenemos que estar preparados ante ellas.
Pero si no habrá confrontación, ¿a qué se refiere con estar preparados?
Cuando murió Kim Il-Sung en 1994, siguió un periodo muy duro llamado la "marcha del sufrimiento". El gobierno no podía proporcionar alimentos y muchas personas murieron de hambre. Durante ese tiempo, no sólo la gente normal, sino también los militares estaban sin comida. Si ese tipo de situación se hubiera prolongado por más de 2 años, los habitantes Corea del Norte -de todo nivel- se habrían unido. Pero en ese momento, Corea del Sur dio una ayuda que terminó sirviendo sólo al régimen.
Lo mismo ocurre ahora. Si intentamos hablar con Corea del Norte por sus amenazas, sean nucleares o industriales, como son las de la central industrial de Kaesong, se sentirá fuerte y seguirá viva. Mientras más salvajes sean sus amenazas, más firmes tenemos que mantenernos. Es a eso lo que yo llamo estar preparados.
Y si ocurriera una guerra, ¿la gente de Corea del Norte está lista y dispuesta para luchar?
Corea del Norte no quiere la guerra pues no están preparados. La misma gente norcoreana lo dice. En el campo militar, ni siquiera tienen gasolina para ponerle a los tanques o a los aviones. No tienen ni comida para los soldados.
Y aunque la situación parece grave, la verdad es que todo está muy pacífico. La gente del común está ocupada con la temporada de siembra del arroz. Todos saben que no están listos y son conscientes de la situación económica del país. Las amenazas son interpretadas como una manera de conseguir ayuda internacional.
Además, ningún campesino o trabajador pelearía ni por ni contra el gobierno. Quizá durante el gobierno de Kim Il-Sung, pero ahora han vivido muchos años de dictadura y no tienen un buen sentimiento. Ellos simplemente huirían.
¿Qué cambiaría ignorar estas amenazas?
Van tres generaciones bajo la dictadura. La principal razón por la que Corea del Norte necesita tanta ayuda es porque no puede sobrevivir sin el apoyo del resto del mundo. No pueden producir nada y les falta la comida.
Si el pueblo y el ejército no tienen nada que comer, poco importa que el gobierno intente lavarles el cerebro. La gente ya no los seguirá.
En esta situación, si Corea del Sur y Estados Unidos negocia con Corea del Norte, sería negociar con el terrorismo. Me pregunto cual será el próximo chantaje o la próxima carta. La última movida sería una confrontación real, pero repito, no creo que lleguen a eso, pues saben que van a perder. Como siempre, terminará en que negociarán con el primer mundo.
¿Cuál sería otra salida para Corea del Norte? ¿Quizá seguir un camino similar al de China?
A mi lo que me gustaría sería ver algún tipo de protesta por la democratización. Pero esto está lejos de pasar. Lo mejor sería que Kim Jong-Un dimitiera voluntariamente. Pero creo que lo que ocurrirá será que renunciará a su carrera nuclear o a sus misiles, le pedirá ayuda a China e intentará hablar con Corea del Sur.
Sin embargo China está más estricta con Corea del Norte, pues no puede permitir este tipo de amenazas tan cerca de su tierra.
¿Y qué debe hacer China?
China podría sugerir la mediación. China no quiere la unificación de Corea ni la guerra, porque Estados Unidos ayudará a Corea del Sur y en consecuencia atacará parte de su territorio. Además una guerra les dejaría miles de exiliados.
Creo que China, con Xi Jinping al mando, será el mediador interviniendo para que Corea del Norte baje las amenazas y que todo regrese a la “normalidad”. Además, muchos de los productos chinos se exportan a Corea del Norte y eso es importante también para su economía.
¿Pero entonces, con China buscando mantener estable la situación y con los otros países entregando ayudas humanitarias, cuál es el futuro de Corea del Norte?
No se si vayan a surgir protestas. Lo que si se es que aquellos jóvenes que prestan servicio militar por 10 años, están hambrientos. Si Corea del Sur y Estados Unidos no ayudan, la gente no sobrevivirá y el país quebrará en cinco o seis años.
Según sus fuentes, ¿cómo se vive esta situación dentro de Corea del Norte?
Dicen que no sienten nada. Incluso noticias como la clausura del complejo Kaesong no parece interesarles, pues piensan más en la escasez de alimentos. No es que ellos quieran la guerra, simplemente saben que morirán de todas formas si las cosas no cambian. Así que la guerra, buena o mala, por lo menos traerá un cambio.
¿Y cree que en algún punto habrá unificación?
Antes de que muera Kim Jong-Un no habrá unificación. Si él fuera un líder bondadoso hubiera usado el dinero en alimentos para el pueblo en lugar de armas nucleares. Y así como él nunca va a cambiar, Corea del Norte nunca será un país democrático. Hay que pensar en ambos países como dos diferentes, en donde ninguno de los dos querrá la unificación.
¿Cómo recuerda su vida en Corea del Norte?
Me gradué de la mejor universidad de Corea del Norte, y rápidamente entré al gobierno. Juré devoción a Kim Jung-Il y por lo tanto, me aseguré una posición como miembro importante, evitándome problemas de comida. Nunca pasé hambre. Pero, al mismo tiempo sabía que mi posición era peligrosa porque podría ser juzgado políticamente.
¿Por qué salió de Corea del Norte?
Salí en diciembre de 2006. Hay 25.000 desertores norcoreanos en Corea del Sur. La gente abandonó el país por varias razones. Algunos no soportaron el hambre y buscaron refugio en sus otros compatriotas. Otros, salieron porque algún miembro de su familia ya había salido y les dijeron que la vida en Corea del Sur era buena. Y hay unos cuantos que salieron porque son perseguidos políticamente. Yo soy uno de ellos. Todos salimos buscando libertad, pero adentro de nosotros tenemos memorias muy dolorosas y recuerdos crudos.
Ese año había llevado a una persona en un viaje a Beijing por 30 días. Este hombre decidió dar una conferencia de prensa en Shenyang, escapándose de mi vigilancia, y reveló secretos de Estado. A Kim Jong-Il le gustaba monitorear el mismo los canales de televisión surcoreanos y fue él quien descubrió la noticia del traidor. Eran secretos que Corea del Norte siempre había negado y que gracias a este hombre se confirmaban. Kim Jong-Il se enfureció, y mandó a matar a la persona que había cruzado la frontera con él. Es decir, yo. Ahí supe que no podría volver nunca más y que debía escapar.
¿Y cómo cruzó la frontera?
Salí con mi esposa y mis hijos. Era invierno y cruzamos a pie el río congelado hacia China. Queríamos llegar, como casi todos los desertores, a Corea del Sur. Un año más tarde logré sacar a mis padres y a mis hermanos, en orden de mayor a menor. Pero no alcancé a traerlos a todos. Mi hermano menor fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento en la cárcel de Gangdong.
En 2010, nos fuimos con un grupo de periodistas desertores de Corea del Norte de DailyNK y de FNK Radio (Radio Liberen Corea del Norte, siglas en inglés) a hacer un reportaje sobre la democratización en Corea del Norte y mostrarles la verdadera realidad de Corea del Sur. Distribuimos folletos cerca del río Imjin, que eventualmente llegaron a cruzar la frontera. Por haber hecho esto, mi cara salió en los noticieros surcoreanos, y así Corea del Norte supo de mí. Esto es razón suficiente para un castigo ejemplar.
Buscaron a mi hermano pequeño y lo ejecutaron el 31 de diciembre de 2011.
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