La reencarnación es una de las creencias fundamentales del budismo tibetano. Tanto así, que el Dalai Lama ha reencarnado trece veces desde la edad media hasta ahora. Pero, ¿es verdad que los budistas deben tener permiso del gobierno central para poder reencarnar?
Leyenda urbana:
Para que los budistas tibetanos puedan reencarnar en China es necesario que tengan la aprobación del gobierno
La realidad:
Puede parecer absurdo, incluso ilógico, pero en 2007 la Oficina de Asuntos Religiosos emitió una orden de 14 puntos que dictaba que cualquier templo budista que quisiera que alguno de sus monjes se convirtiera en un tulku, o maestro reencarnado, debía llenar un formulario y esperar a que el Estado diera el visto bueno. La oficina estatal, a la hora de dar la orden, consideró que era “una medida importante para institucionalizar el manejo de la reencarnación”.
A pesar de que casi la mitad de personas en China es agnóstica o atea, 18% de la población es budista, convirtiendo al budismo en la religión mayoritaria del país, muy por encima de los cristianos (5,1%,), musulmanes (1,8%) e hinduistas (1%). La cifra aparentemente es baja si se compara, por ejemplo, con el número de católicos en América Latina donde en casi todos los países el porcentaje es superior a 50%. Sin embargo, en un país con 1.350 millones de habitantes, 18% representa alrededor de 250 millones de personas.
Pero el hecho de que los budistas sean una mayoría religiosa en China no explica los motivos que llevaron al Estado a emitir la orden en 2007 especificando que los monjes tibetanos debían ser autorizados por entidades no religiosas para poder reencarnar, especialmente teniendo en cuenta que la rama lamaista o tibetana solo representa 6% del budismo. Entonces, ¿por qué le interesa a China tener una política sobre si pueden o no los budistas tibetanos reencarnar?
Desde 1950, cuando el Ejército Rojo invadió la región del Himalaya, el Tíbet ha resistido pacíficamente el control y ocupación de la República Popular. Nueve años después, Tanzin Gyatso (79 años), decimocuarto Dalai Lama , debió refugiarse en India y gobernar desde el exilio. Desde entonces, el Tíbet y China han tenido fuertes tensiones políticas y Beijing ha hecho todo lo posible por opacar la influencia del Dalai Lama, líder espiritual y político de la región, y acabar con el budismo tibetano.
El objetivo de la Oficina de Asuntos Religiosos de China, que explicó que “la reencarnación de Buda es ilegal e inválida sin el consentimiento del gobierno”, fue entonces evitar que cualquier monje tibetano que viva fuera de China pudiese buscar la reencarnación, lo que significa que el gobierno chino tiene el poder, por ley, para escoger al próximo Dalai Lama y posicionarse como una autoridad política en la región separatista del Tíbet.
China quiere ganar legitimidad eligiendo a un siguiente Dalai Lama desde Beijing, que crezca cercano al Partido. Dicha situación ya ocurrió con el Panchen Lama, la segunda posición más importante en el Budismo. El actual Panchen Lama que vive en el Tíbet fue escogido por el gobierno chino, y el que reconoció el Dalai Lama en 1995 se encuentra desaparecido desde finales de esa década. “Los tibetanos no reconocen al Panchen Lama que eligió Beijing”, explicó Claude Arpi, periodista y escritor francés especializado en temas del Tíbet, “yo creo que lo mismo ocurriría si China escoge al próximo Dalai Lama”.
Hace unos meses, el Dalai Lama dijo en una entrevista para el periódico alemán Welt am Sonntag que él podría ser la última reencarnación de Buda, explicando que el budismo tibetano no dependía de una sola persona. Ante esto, Beijing se pronunció a través de la vocera, Hua Chunying, diciendo que “el título de Dalai Lama es conferido por el gobierno central y tiene cientos de años de historia”. Hue agregó que el actual Dalai Lama tenía motivos ulteriores que buscaban enturbiar y negar la historia, lo que perjudicaría al budismo tibetano”.
Veredicto: Es cierto, al menos en el papel, los monjes tibetanos deben contar con la autorización del gobierno chino para poder reencarnar.
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