Mucho se ha dicho sobre la opresión a la mujer en el gigante asiático: que durante mucho tiempo les vendaron los pies para hacerlas más bellas, que las madres abortan si saben que el bebé que esperan es una niña, que han estado subordinadas por padres, hermanos y matrimonios arreglados. Pensar que la mujer en China camina detrás del hombre es quizá la forma más directa de señalar la histórica realidad del sexo femenino. Mito
La mujer camina detrás del hombre.
Realidad
“En otra vida quiero reencarnar en un perro o un gato, pero no en una mujer”, suplicó una mujer china justo antes de que la dinastía Qing fuera derrocada. Así lo describió la autora Jung Chan en su libro Cisnes Salvajes o Las tres hijas de China, la historia de tres mujeres desde el fin de la dinastía .
El régimen comunista no solamente estableció un nuevo orden gubernamental, sino que cambió radicalmente el rol de la mujer en la sociedad. Fue desde La República Popular (1949) que la mujer empezó a ganar un estatus social, una posición en la jerarquía política y una apropiación de su sexo como cualidad y no como un castigo divino.
Aparentemente se liberó de la mentalidad tradicionalista que la veía como una propiedad del hombre, como un adorno sin opiniones. Pero, así como lo afirmó la presentadora Zhang Yue en el 2009 durante el programa más popular de la televisión china (CCTV) La mitad del cielo: “Hoy día, la mujer no acepta esto, pero el hombre chino aún piensa así".
En China, la televisión puede vetar los escotes y satanizar el cuerpo de la mujer con la moralidad de un cuerpo femenino catalizador de la libido, inclusive el calificativo “mujeres sobrantes” para aquellas mujeres chinas que a los treinta años no quieren casarse puede ser tomado como sexista. Sin embargo, usted nunca verá en el gigante asiático a una mujer caminando detrás del hombre.
Empero, muchas obras literarias, cuentos y canciones tradicionales exaltan las cualidades del hombre y confirman que la mujer es solo una sombra detrás de él.
Éste ha sido gobernante de grandes naciones, descubrió nuevos continentes, ha descifrado el mundo, pero la mujer históricamente es la sombra y camina detrás de él. Eva no fue creada por sí misma, fue formada desde la costilla de Adán y su fin fue acompañar la soledad terrenal.
En oriente, el mito de la creación japonesa, no está lejos del Génesis de la Biblia. La historia cuenta que los primeros dioses para la creación de la tierra, convocaron a dos criaturas divinas: Izanagi, el hombre, e Izanami, la mujer y les encargaron tal misión. Ambos descendieron desde del puente de los cielos, crearon un pilar llamado Amenomihashira y giraron alrededor de él en direcciones opuestas. Esperaban encontrarse y así dar vida a la tierra. Al encontrarse, la deidad femenina habló primero y saludó. Se unieron y tuvieron dos hijos Hiruko (infante de agua) y Awashima (isla de burbujas), pero estos fueron considerados mal hechos y terminaron embarcados en un bote hacia el mar. Cuando Izanagi e Izanami preguntaron a los dioses supremos que habían hecho mal, las deidades contestaron: "Debió ser la criatura masculina quién iniciara la conversación durante la ceremonia de unión, solo así darían vida a hijos hermosos".
En la historia, hay una sola Juana de Arco, que ni siquiera la compararían con Napoleón, Ghengis Kan, Atila o Alejandro Magno. Las mujeres inmortalizadas por ser poderosas son aquellas que dividieron el mundo, desde Sara, la esposa de Abraham quién echo a Hagar y a Ismael dando vida al Islam, hasta Ana Bolena y la separación de la iglesia protestante.
En el siglo XXI la tendencia ha cambiado, pero la historia reconfirma que la mujer ha estado subyugada y asociada a los grandes líderes. En general uno no se refiere a Jiang Qing como la mujer líder en China, el punto de referencia es: la esposa de Mao Zedong, y la lista podría seguir; no existe Eva Perón o Simone de Beauvoir sin ser relacionadas como la esposa de un hombre.
Veredicto:
En China la mujer no camina detrás del hombre. A pesar de ser una cultura tan machista, la mujer aún tiene la libertad de caminar sus propios pasos y no los de él.
Crédito foto [pixgood.com]
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