China respondió a las acusaciones hechas en su contra por parte del Departamento de Estado de Estados Unidos, en su informe anual sobre libertad religiosa. Descartó el informe como una intromisión en su política interna, y afirmó que estaba sesgado y había optado por no incluir cierta información.
“Le pedimos a los Estados Unidos que abandonen su política sesgada y dejen de interferir en nuestros asuntos internos, usando como pretexto la religión”, dijo el lunes el gobierno chino a través de Qin Gang, vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores. Esto ocurrió después de que fuera publicado el informe anual sobre la libertad religiosa, que fue muy crítico con respecto a la situación de China.
Este informe, que lleva 20 años publicándose, es una herramienta que utiliza el gobierno estadounidense para implementar su política exterior a favor de la libertad de culto. Desde 1999, China ha estado en el ojo del estudio, como uno de los países designados por el Departamento de Estado para que la USCIRF (United States Commission on International Religious Freedom) examine por considerar críticos.
En el informe se dijo que “el gobierno chino continúa realizando violaciones severas contra la libertad de culto. Para los budistas tibetanos y uigures musulmanes las condiciones son peores ahora que en cualquier momento de la década pasada”, y continúa el documento: “católicos y protestantes enfrentan arrestos, multas y son sellados sus lugares de trabajo”.
El otro grupo que el gobierno ataca fuertemente es el movimiento espiritual Falun Gong con alrededor de 2.000 detenciones extrajudiciales y 486 condenados, según el informe. En el estudio se habla de torturas durante las detenciones y que las autoridades obligan a las personas a que renuncien a su credo para no recibir represalias. “Estas acciones son llevadas por el aparato extrajudicial Oficina 6-10”, dice el documento, cuyas conclusiones el gobierno chino ha rechazado enérgicamente.
En China la religión se concibe como la espiritualidad personal, categoría más amplia que la occidental, y en este sentido la mayoría se guía por enseñanzas filosófico-espirituales. Según un informe de Pew Research, para los Juegos Olímpicos del 2008 sólo el 14% de la población consideraba que pertenecía a una religión. Desde una mirada occidental, esto convierte a China en uno de los países más laicos del mundo, y a las diferentes religiones en minorías. Resulta paradójico entonces que en un país más espiritual que religioso (ciñéndose estrictamente al término), y donde la libertad de culto está estipulada en el Artículo 36 de la Constitución exista la persecución que denuncia la USCIRF. Finalmente Qin, el vocero del gobierno, añadió que la USCIRF desconoce el medio chino y opta por no incluir ciertos datos: “estamos en desacuerdo con los Estados Unidos porque ignora información y ataca las políticas religiosas chinas con este tipo de reportes”.
También puedes leer:
– Ser jesuita: una puerta de entrada a China
– China busca impulsar el taoísmo en el mundo