El blog de Juan Manuel Arévalo, ‘La otra orilla’, es una caza de escritores, traductores, artistas o cineastas que habitan en cada orilla de su vida personal: China y América Latina. En su primera entrega, entrevistó al escritor y traductor chino, Fan Ye. En esta ocasión, Juan Manuel cruza hacia Latinoamérica para traernos una conversación con el reconocido novelista y cuentista colombiano, Luis Fayad.
Lleva más de cuarenta años en Europa, y vive en un amplio y agradable apartamento de techos altos con grandes ventanales por los que se cuela una luz de invierno. El piso de madera lacada brilla, pero cruje al paso para recordarnos que es un edificio que ha sobrevivido a dos guerras mundiales, y hoy está en medio de la gracia festiva y el arte enérgico y multiétnico del colorido barrio de Kreuzberg. Luis Fayad (Bogotá, 1945) ve desde su ventana el cielo que, en la primavera de 1933, se cubrió con el humo de la quema de más de 40.000 libros a manos de las juventudes hitlerianas en la Bebelplatz, hecho que recordó mientras traducía al poeta alemán Heinrich Heine (1797-1856) “Ahí donde se queman libros se acaba quemando también seres humanos.”
Desde esa misma ventana escuchó el vocerío y la algarabía de la gente que caminaba con picos, martillos y cervezas, durante las agitadas noches de noviembre de 1989, cuando se abrió el muro de Berlín. A pesar de que Luis Fayad vive en el corazón político y económico de Europa desde 1976, encontró a su chica y tuvieron tres hijos allí, en su estudio se siguen escuchando sobretodo las conversaciones en el español bogotano de algunos de sus personajes. Aunque no lo crean, dice, desde acá vivo en Colombia y escucho a mis personajes para escribir sus historias. Uno es escritor en la lengua de su país y el mío, sobre todos los demás, es Colombia.
Es nieto de inmigrantes libaneses que salieron con sus familias para convertirse en ciudadanos colombianos a inicios del siglo pasado, y a partir de ese trasfondo, la vida le enseñó que la lengua y la cultura son sobre todo el esfuerzo y la lucha de sus migraciones y exilios. Luis Fayad se ha convertido gracias a su obra en uno de los escritores contemporáneos más importantes de Colombia, y al mismo tiempo en uno de los menos mediáticos. Es un hombre reflexivo y silencioso que al parecer prefiere escuchar que hablar. Quizás escribir para él sea otra manera de escuchar.
Es un hombre delgado de movimientos cautelosos y con una mirada profunda que intimida a primera vista, pero que al hablar usa expresiones afables y cordiales que lo hacen sentir cercano. Me dice que lo acompañe a la cocina para preparar un té. Me da a elegir entre varios sabores y los acompañamos de colaciones. Me comenta que nunca ha empleado agentes literarios y no teme enfrentar la fragilidad y dificultad que eso puede acarrear. Me doy cuenta que es un escritor que parece no sufrir del común hábito de ir ocultando tropiezos, esfuerzos y dificultades ante el mercado editorial o ante la vida. Es un escritor de sangre antigua que respeta y valora su oficio pero sin el ego intelectual o académico desmesurado que abunda por ahí. Reconoce que su trabajo de escritor fue la elección para estar él en el mundo y que sin la escritura diaria perdería valor el sacrificio por alcanzarlo.
La literatura de Luis Fayad, según críticos del Boom latinoamericano como Raymond L .Williams, Ángel Rama, Emir Rodríguez Monegal o Jacques Gilard, entre otros, sobresale por la mesura y elegancia al crear ficciones de sutil violencia, que con delicada ironía y humor permiten al lector sumergirse en los pequeños infiernos floridos del hombre contemporáneo hispanoamericano. En sus novelas y cuentos los personajes, aunque hacen su propia historia, no la hacen a su libre albedrío, ni bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que ya existen y les han sido legadas por el complejo pasado, presente y futuro de sus sociedades.
Los parientes de Ester, su primera novela publicada en España en 1978, está catalogada por parte de la crítica como una de las mejores cinco novelas colombianas posteriores al Boom latinoamericano. Acaba de editar bajo Penguin Random House su quinta novela: Regresos.
El español es una lengua que empieza a tener cierta popularidad dentro de la cultura china, cada día más personas se interesan por aprenderla. ¿Cuando le preguntan por China qué recuerdos se vienen a su mente desde su juventud en Colombia y ahora desde Alemania?
Desde hace muchos años el mundo de China interesa en el mundo de los idiomas castellano y portugués. Cuando yo cursaba mi primer año de universidad tenía un compañero que llegaba con revistas y con libros de las primeras traducciones al castellano que yo conocí del idioma chino. Me indujo a conocer su literatura antigua y el desarrollo que ha tenido en la nueva. Mi interés por conocer más viene desde entonces. En este momento tengo una gran ventaja, mi hijo Darío estudió filosofía y sinología, estudió el idioma chino, la filosofía y la cultura china en general, sabe de su política, de su economía, de su historia y de su geografía, de su literatura, de su música y de su arte y me habla y me proporciona libros con estos temas. Es inabarcable tanto conocimiento, pero es un gran deleite y un gran estímulo para mi trabajo.
La opinión de los escritores ante el mundo político de las sociedades mediáticas del siglo actual sigue siendo usado por los medios para generar opinión a gran escala. ¿Conoce algo de la reciente polémica que desde diferentes medios occidentales le hacen al escritor Mo Yan por el apoyo público que hace al actual gobierno de China? Escritores como Salman Rushdie le han atacado públicamente. ¿Qué opinión tiene sobre la función social del escritor en el mundo mediático del siglo XXI?
No estoy de acuerdo con los reproches que le hacen al escritor Mo Yan. Eso es obligarlo a decir lo que los demás piensan y a decir lo que él no quiere. Lo que él piensa está en sus libros. Él no es de los que viven de hablar mal de su país. Él ama la literatura como creación artística y no como un producto de moda. Sus libros hablan de la gente de su país, él crea mundos y los hace universales, es un hombre de una gran sensibilidad y de una gran imaginación literaria. Mo Yan pertenece a la gran tradición de la literatura China, la que de una manera maravillosa han sostenido muchos escritores como Lu Xun con su poesía y sus cuentos. No es raro que esa literatura se esté divulgando en el mundo entero, viene desde los libros de la sabiduría China, con grandes artistas y pensadores, desde Confucio que divulgó sus ideas llenas de poesía. Yo he encontrado esa riqueza literaria en las nuevas traducciones al castellano que se publican en libros y revistas.
Para continuar con el tema anterior pero desde otra perspectiva, se ve que usted es un hombre moderado en su escritura y al conversar. Nunca en sus ficciones he visto que haga uso de la hipérbole para atacar o insultar a pesar de que ha narrado hechos reales y dolorosos de nuestros pueblos. Sin embargo, se pueden interpretar sólidas convicciones políticas y sociales desde el discurso literario de sus obras. ¿Hasta que punto la moderación es autocensura, o será que se necesitan mejores lectores? Le pregunto esto pensando en los terribles hechos recientes a partir de las controversiales publicaciones del semanario parisino Charlie Hebdo.
Lo que uno piensa está en sus libros y no hay necesidad del insulto. A mí me gusta tratar con respeto a mis personajes aunque desarrolle temas dolorosos de mi país. Renunciar a la moderación puede ser incapacidad para darle un sentido literario a lo que uno escribe. En la moderación también puede verse una fuerza violenta de la condición humana y de la naturaleza, no una renuncia a decir lo que uno como ser humano piensa y siente, y como escritor quiere decir. El escritor tiene que darle una vuelta a la realidad para mostrarla por medio del arte, como creación artística pero sin falsearla. Una cosa son la sátira y el humor y otra cosa es la burla. El semanario Charlie Hebdo se inclinó por la burla, no a una religión sino a los que le pedían que no hiciera burla de su profeta. Se burló de ellos. Yo desapruebo del todo la violencia que se llevó a cabo para cobrar esa burla, fue desproporcionada. En este caso faltó una respuesta ideológica, teórica, por parte del Islam, por ejemplo decir que en ese semanario se ve la falta de devoción y de respeto de los cristianos, no sólo a otras religiones sino a la suya propia.
Asia, América Latina y Europa han vivido procesos históricos y sociales en el siglo pasado que motivaron las migraciones y los exilios. Hechos que siguen afectando los procesos culturales y sociales de reinserción dentro de sus sociedades actuales. ¿Qué opinión tiene de estos procesos desde su mirada de escritor?
Todos los seres humanos van cambiando de acuerdo a los tiempos, o al menos deberían cambiar para no quedarse retrasados al progreso considerado como avance mental y no como adquisición económica. El escritor tiene que ser consciente de los cambios sociales y de sus necesidades, no puede ver el mundo lo mismo que fue ayer y cometer el error de salir de su país y al volver juzgarlo como si fuera el mismo de años atrás. En mi próxima novela, como en las anteriores y en mis cuentos, no tengo que proponerme que aparezcan hechos históricos y sociales, para construir mis narraciones estos aparecerán en medio de la historia íntima de los personajes, de su drama. Lo principal para mí es la historia personal regida por la sociedad en que se vive.
Se sabe que salió del país hacía París, al igual que había hecho García Márquez y la mayoría de los autores del Boom. Un joven y delgado púgil que decide iniciarse como novelista y publicar literatura colombiana creciendo a la sombra de semejantes pesos pesados y con el efecto Macondo a su espalda y cuello. ¿De qué manera esos hechos cambiaron o potenciaron su mirada sobre su literatura y cómo logró que su primera novela fuese un artefacto literario que abrió su propio camino?
Si mi primera novela significó algo fue porque yo me lo propuse, pensando en los grandes antecedentes literarios que tenía en mi continente. En vez de renegar de ellos aprendí de sus libros y de su actitud como escritores, pensé en que venía de una tradición y que si yo quería pertenecer a esa línea tenía que esforzarme, tener una conciencia de escritor y una visión de mis libros.
Desde su primera novela ha empleado continuamente diferentes influencias formales que van desde la narrativa visual del teatro con su novela en diálogo Testamento de un hombre de negocios (2004) o del cine con el movimiento de la focalización del narrador entre personajes y escenas dando intimidad expresiva a la voz narrativa de Los parientes de Ester ¿Cómo elige y planea las formas para narrar sus novelas o relatos? ¿Hace esquemas para cada escena, escribe directamente a partir de notas o trabaja desde imágenes como otros escritores?
Yo parto de un tema que me ayuda a crear a los personajes y estos crean las escenas. Ante todo parto de una historia. Es cuando siento que tengo algo que contar. Y tengo que creer que estoy bien orientado de cómo contarlo para dedicarme cada día, cuando se trata de una novela, a un trabajo uniforme. Desde el comienzo de una novela se dan las reglas de un tono que no puede contradecirse más adelante, a no ser que sea una propuesta técnica, pero yo no soy dado a estas propuestas que pueden mostrar una habilidad pero quedarse sólo ahí. Me gusta más la formación de personajes y frases literarias, claras, que tengan que ver con la historia que se está contando.
La publicación de su más reciente novela Regresos quizás tenga para usted un valor especial pues se sabe que cuando ya había iniciado su escritura usted pasó por difíciles experiencias vitales que afortunadamente ha sabido sortear: estuvo tres meses en una unidad de cuidados intensivos y logró recuperarse para inmediatamente seguir escribiendo. Pero luego, sorpresivamente perdió a su hermana Tere quien mantuvo siempre una relación especial para con su labor de escritor. ¿Cómo un escritor logra retomar un proyecto narrativo que ha sido interrumpido de esa manera y logra sacarlo adelante?
Yo no tengo nada más que hacer que escribir. Haber terminado esa novela fue corresponder a la ayuda y al recuerdo de mi hermana, que siempre creyó en mí como escritor y estuvo a mi lado, ella me animó desde que leyó mi primer cuento.
¿De dónde proviene esa inclinación por el cuento y el relato?
La forma literaria que más me gusta como lector y como escritor es el cuento. En el cuento se reúnen todas las formas de la literatura con la exigencia que requiere lograr la calidad de la creación. Tiene que ser de imágenes precisas, de significados sin ambigüedades. Una novela no sólo permite sino que al parecer exige nuevas técnicas y permite cambios de estructura, por eso es una novela o nada justificaría su extensión. Ese es uno de los buenos atributos de la novela, y también el de que crea un mundo en el que el lector puede introducirse y vivir mucho tiempo al lado de los personajes. En la novela se puede divagar y de ahí sacar contextos del pensamiento y de la sociedad, que justifican el fin de la literatura. En la primera línea de un cuento se propone una historia que se resuelve en la última.
Los parientes de Ester está siendo editada nuevamente en Colombia y ya es un clásico de la literatura colombiana del siglo XX. En una entrevista usted comentó que le gustaría volver a experimentar el proceso creativo de esa novela. ¿Qué tuvo de especial, qué es lo que añora de esa escritura?
Antes de terminar Los parientes de Ester hice el ensayo de escribir dos novelas sin conseguirlo. De una llevaba cuarenta páginas escritas en un mes, pero no me convencía. De pronto vi la historia que me interesaba y la manera de contarla y me dediqué a Los parientes de Ester. Mientras la escribía me sentía contento, en algunos momentos sentía euforia, por fin había dado con lo que necesitaba para escribir la novela. Cuando escribo una novela trato de recobrar esa sensación.
Luis Fayad Naffah
Nació en Bogotá el 16 de agosto de 1945. Estudió Sociología en la Universidad Nacional de Colombia a principios de los años setenta. En 1975 viajó a Europa y ha residido desde entonces en París, Estocolmo, Barcelona, Santa Cruz de La Palma y Berlín, ciudad en la que reside desde 1986, y donde se desempeña como periodista, traductor y conferencista.
Ha publicado las novelas Los parientes de Ester (1978), Compañeros de viaje (1991), La caída de los puntos cardinales (2000), Testamento de un hombre de negocios (2004) y su reciente novela Regresos, además de varios libros de cuentos y relatos .
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