Especial #RevCult50: La modernización y sus problemas – una mirada a la Revolución Cultural China (2)

In by Simone

Lea acá la primera entrega.

NUEVAS IDEAS PARA UNA NUEVA REVOLUCIÓN

La sensación de amenaza desencadenó una lucha ideológica, que pusiera a ras los clavos que se alzaban de la tabla, y a su vez, preparar la población en caso de invasión, sin mer­mar la producción. Con este fin se rescataron viejas consignas, reinterpretaron viejos planteamientos y actualizaron posiciones que en los tiempos de la Guerra Civil habían sido claves para el triunfo de los comunistas. Casi todos los revolucionarios chinos apuntaron que el primer objetivo era un fuerte estado unitario”. La primera necesidad de Mao Zedong era la de clarificar los objetivos, encuadrar a la población y actuar como un gran bloque en la defensa del país y del socialismo. A través de campañas como “Que se abran cien flores, que compitan cien escuelas de pensamiento” (1956), el Gran Salto Adelante (1958), la crítica al revisionismo moscovita y el Movimiento de Educación Socialista (1963). Jorge Palacios, en su balance sobre la Revolución Rusa y China afirma que “Mao preparaba, si era necesario una nueva guerra popular desde el campo para oponerse a los ‘seguidores del camino capitalista’, que se habían apoderado en el VIII Congreso de 1956, del control del Partido y de Estado, así como de importantes mandos militares”.

La idea era construir una nueva ideología de modernización que aunara al pueblo en la defensa del socialismo y denunciara a los revisionistas que tomaron “la vía capitalista”. El momento más álgido de esta confrontación fue la Revolución Cultural, donde dos sectores opuestos al interior del Partido, disputaron la hegemonía de sus proyectos de modernización, a través de una lucha política, ideológica, cultural y social.

La nueva teoría reinterpretó y reaplicó textos importantes de la Guerra Civil. Los llamados “Tres artículos permanentes” (“En memoria de Norman Bethune” (1939); “Servir al pueblo” (1944) y “El viejo tonto que removió las montañas” (1945)) se hicieron famosos; que además se complementaron con las “Cuatro tesis filosóficas” (“Acerca de la práctica” (1937); “Sobre la contradicción” (1937); “Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo” (1957); y el folleto “¿De dónde provienen las ideas correctas?” (1963)). Mao era un referente innegable, ya que “por razones sociológicas elementales, se fue transformando a Mao Tse-Tung en el ‘seguro apoyo’ para el pueblo chino aprendiendo a caminar con sus piernas entumecidas de 4.000 años de estar de rodillas”, diagnosticó el testigo de la Revolución Cultural, Robinson Rojas.

REVOLUCIONANDO LA REVOLUCIÓN

Mao persiguió tres objetivos fundamentales: unidad ideológica de proletarios y campesinos contra la burguesía acaparada en el Partido, defensa de la integridad nacional y, avance en la modernización del Proyecto Socialista. Para esto, en 1966 dispuso de todas sus fuerzas para recuperar el poder y la dirección del proyecto nacional. Su primer paso fue reposicionarse como figura dirigente –recordemos que se retiró formalmente en 1959- para lo cual empleó el culto a su figura. Como relató Edgar Snow: “Mao empezó francamente a invocar su enorme prestigio personal y la popularidad, empleándolos como un instrumento capital en su lucha por recobrar plenamente la autoridad sobre la orientación del poder revolucionario”. Esto le sirvió con la sociedad civil, pero en el ejército requirió de un aliado que actuara de enclave: Lin Biao, un viejo y exitoso general de la Guerra Civil. Lin reorganizó las milicias, reimplantando el sistema centralista-democrático de la Guerra Popular, y publicó un folleto de preparación ideológica para los soldados, las “Citas del Presidente Mao Tse.tung” (El libro rojo).

Tras esta primera etapa de rectificación ideológica, se hizo necesario proyectar un movimiento social que encauzara la nueva revolución. Mao debió emplear medios informales de comunicación, ya que los formales estaban en manos de los “revisionistas”. El culto de la personalidad fue uno, pero posteriormente, la comunicación con las masas se dio a través de los “grupos de estudio”, dazibao(大字报)o pancartas de grandes caracteres, ballets, películas, canciones y los mandatos o discursos a los Guardias Rojos. Todas las herramientas posibles fueron explotadas, especialmente las artísticas. Los medios pedagógicos dispuestos para la Revolución Cultural fueron integradores, y se fundamentaron en que nadie podía quedarse sin saber lo que sucedía y tomar partido, ya que a partir de la transformación subjetiva era posible lograr la Revolución.

Siguiendo a Edgar Snow, uno de los objetivos del movimiento fue “proletarizar el pensamiento del partido y, yendo más allá, impulsar al proletariado a tomar las riendas del poder, creando a través de esa evolución una nueva cultura libre”. En consecuencia, se planteó seguir el ejemplo del Ejército Popular de Liberación, en el que la ley era una vida sencilla y honesta, socialización comunitaria y mutuo respeto. Con fuerza surgió la campaña “Aprendamos de Lei Feng”, mito de hombre nuevo que dio su vida a la causa del socialismo.

La sociedad comenzó a funcionar como un ejército, los jóvenes vestían los uniformes de sus padres y se colgaban una banda con el carácter de “soldado” en sus brazos. Esto desembocó en una socialización del poder, ya que a través de los comités revolucionarios, toda la sociedad local se representaba, constituyendo verdaderos espacios de soberanía y deliberación, bajo la línea política general. La intención de desburocratizar el sistema y construir una Nueva Democracia, a partir de la cual sería posible la posterior abolición del Estado, era real.

Mao insistió en que el culto a la personalidad debía ser sólo una etapa preliminar del movimiento, ya que lo central era la ideología y el cambio cultural. Sin embargo, Lin Biao, con el fin de concretar objetivos personales en el poder (vinculados a Moscú), exageró los rasgos de idealización a niveles irracionales. Surgieron los vicios que degeneraron la revolución, y en defensa del Presidente Mao bandas de jóvenes iracundos purgaron y asesinaron a sangre fría a millones de “traidores”, en un descontrol que ni siquiera Mao pudo prever ni controlar.

PROYECCIONES DE LA REVOLUCIÓN CULTURAL

La Revolución Cultural no fue un capricho, sino que fue parte de un proceso pensado y construido con el fin de alcanzar –efectivamente- el comunismo. Sin embargo, se degeneró y culminó en un trauma social sin precedentes. En 1969, Mao Zedong debió enviar al ejército a calmar los ánimos, dando fin formal a la Revolución. No obstante, las transformaciones no fueron lo suficientemente fuertes, ya que en ese mismo instante comenzó la decadencia del sueño del Gran Timonel. Paulatinamente los personajes criticados, denunciados y erradicados del poder, fueron retornando, hasta que en 1978 Deng Xiaoping le usurpó la dirigencia a Hua Guofeng, sucesor de Mao tras su muerte.

El peso histórico de Mao persistió, y todas las transformaciones de la China reformista, de una u otra forma, han debido cargar y asimilar su pensamiento. En los últimos estatutos del Partido Comunista chino, la realidad ideológica presente, en un ejemplo claro, se define como la síntesis de “el marxismo-leninismo, pensamiento Mao Zedong, la teoría de Deng Xiaoping y el importante pensamiento de la ‘triple representatividad’ (aportado por Jiang Zemin)”.

Y en este sentido, se vuelve evidente que la disputa ideológica en la Revolución Cultural tiene proyecciones mucho más profundas que el conflicto entre la “construcción socialista” o la “restauración burguesa”, como se titula un ensayo de Marco Palacios sobre la Revolución Cultural, y da cuenta de dos modos de modernización, que han trascendido toda la historia de la Revolución Comunista en China. Una discusión que aún no está saldada, si bien, hoy no es un enfrentamiento directo, aparece periódicamente en la discusión política, en la prensa, y en las demandas del contexto social. En cualquier caso, una comprensión substancial del proceso de la Revolución Cultural siempre nos lleva a la respuesta que dio Zhou Enlai sobre el impacto de la Revolución Francesa de 1789: “下结论为时尚早””xia jielun wei shishang zao” (“Demasiado pronto para sacar conclusiones”).

Pablo Ampuero Ruíz es licenciado en Historia con mención en Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (Chile) 

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