La fábrica secreta de la natación china

In by Simone

La polémica que generó la nadadora Ye Shiwen ya tomó tintes políticos. China afirmó que Occidente duda de su capacidad deportiva, mientras sus detractores insisten en que es imposible que una joven (16 años) pueda romper récords olímpicos en los 200 y 400 metros libres y mejorar, incluso, los tiempos de remate del campeón mundial masculino Ryan Lochte. Y pese a que el Comité Olímpico Internacional (COI) le dio voto de confianza, las acusaciones de dopaje persisten. Sin embargo, existe una posible explicación para el éxito de Ye y de otros atletas chinos: el Proyecto 119.
Se trata de un programa para formar deportistas de élite, diseñado como por el gobierno y mantenido en secreto 
casi como si se tratara de una estrategia militar. Salió por primera vez a la luz pública hace siete años y, pese a las pruebas con los sorprendentes resultados en las últimas ediciones de los Olímpicos, el gobierno chino nunca ha confirmado su existencia.

Su objetivo: hacer de China un campeón en deportes en los que no brillaba, aumentar la ventaja en los que dominan -como clavados o tenis de mesa- y sorprender en otros que no eran tradicionalmente su especialidad, como la natación, la gimnasia o el atletismo. Para medir el rendimiento, Beijing escogió el número 119, que representa la cantidad de medallas doradas a las que China le gustaría aspirar.

La crítica más común es que los métodos de entrenamiento en los países socialistas ejercen una excesiva presión física y psicológica sobre los deportistas, especialmente cuando son niños. Varios atletas jubilados hablan de cómo fueron "programados" para ser campeones. Después de Beijing-2008, la nadadora Liu Zige -único oro chino en natación en esos Juegos- confesó que no vio a sus padres durante años. "En China estamos acostumbrados a estudiar, a estudiar y entrenar, a entrenar y sólo después a descansar", afirmó este año la nadadora Lu Ying, subrayando el poco espacio para el ocio.

Según la agencia oficial Xinhua, Ye Shiwei inició su carrera en la piscina a los siete años, cuando una profesora descubrió que tenía manos muy grandes y piernas más largas de lo habitual. A los 12 fue seleccionada para el equipo nacional y desde entonces no paró de entrenar. Como ella, otros 400.000 niños en más de 3.000 escuelas académicas y deportivas persiguen el sueño olímpico.

El modelo competitivo de Estados Unidos, campeón mundial y olímpico, está basado en el sistema universitario, que otorga becas a cambio de buen rendimiento deportivo. En cambio, el modelo chino se basa en una combinación de profesionalismo con la tradicional disciplina china, heredada de un sistema militar-comunista.

Para llegar a la excelencia en cada deporte, China no solo reforzó la preparación física de sus entrenadores sino que convirtió a expertos extranjeros. Detrás del proyecto en natación está el australiano Dennis Cotterell, cuyas revolucionarias técnicas de entrenamiento -sumadas a unos recursos ilimitados y una formación implacable- dieron resultados estelares en poco tiempo. Las medallas de oro lo están demostrando.

Artículo publicado en El Tiempo (Colombia)

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