Con su tesis "La colonia fantasma: Crónicas de inmigrantes chinos en Bogotá", Natalia Marriaga hizo algo que pocos han hecho: retratar la vida de un grupo de inmigrantes que ha estado presente en Colombia desde hace varias décadas sin tener un rol determinante dentro de la sociedad. Con los cambios económicos de China, y más importante aún, la penetración de empresas chinas en América Latina, los inmigrantes chinos comenzaron a adquirir un nuevo estatus social. Colombia, un país con pocas colonias de extranjeros, inicia un nuevo proceso de apertura internacional, y conocer a esta nueva colonia será fundamental para lograr una buena interacción social.
La tesis está compuesta de un marco teórico y 5 crónicas en las que retrata la vida de 5 chinos (o familias chinas) que viven en Colombia. Publicamos a continuación una selección de su marco teórico. Puede ser descargado en su totalidad en PDF. En las próximas semanas publicaremos también una a una sus crónicas.
La colonia fantasma: Crónicas de inmigrantes chinos en Bogotá
Migraciones
“Ser civilizado significa ser capaz de reconocer plenamente la humanidad de los otros, aunque tengan rostros y hábitos distintos a los nuestros; saber ponerse en su lugar y mirarnos a nosotros mismos como desde fuera…” (Todorov, en Gómez, D.; Roll, D., 2010, p. 100).
Colombia no ha sido un país de migraciones significativas. Esto se ve reflejado en cifras del censo poblacional realizado en 2005 por el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE) que indican que de los 42,888,592 habitantes del país, tan solo 101,971 son extranjeros, es decir, solo el 0.24%. Por la falta de una presencia extranjera fuerte (los árabes son la excepción) en el país, el tema ha sido poco investigado y no hay mucho material bibliográfico que pueda tomarse como marco de referencia. Si la migración a Colombia ha sido poco investigada, mucho menos lo ha sido la migración de grupos específicos de extranjeros.
Entre las razones por las que la migración no ha sido lo suficientemente documentada y no se le ha dado relevancia está el hecho de que, como indica Claudia Jimena Arenas Ferro en el capítulo Migración: Un tema subordinado en la agenda de política exterior colombiana de la obra de Gómez y Roll, la política exterior colombiana es reactiva y de bajo perfil, por lo que no incide en las transformaciones de la coyuntura mundial. Esto da a entender que la política exterior nacional no busca ejecutar un plan concreto y ordenado, sino que se desarrolla torpemente en la medida en que los fenómenos migratorios afectan Colombia de una u otra forma.
Igualmente, teniendo en cuenta la evidencia recolectada en el libro A plomo herido. Una crónica del periodismo en Colombia (1880-1980), la política inmigratoria en Colombia fue, hasta bien entrado el siglo XX, excluyente y racista. Se buscaba, únicamente, la inmigración europea por considerarse que solo ésta traería desarrollo, prosperidad y ‘pureza’ de la raza. Por ejemplo, en 1914, el periódico de ideología conservadora, El Nuevo Tiempo, publicó: “Lo que nos debe preocupar no es traer inmigrantes sino impedir que lleguen negros, indios, chinos, japoneses y apaches” (Vallejo, 2006, p. 160). Incluso, en 1922 se expidió una ley que prohibía la entrada de indios y chinos al país.
Teniendo en cuenta dichos antecedentes es de esperarse que la migración china en Colombia no haya sido notoria. No obstante, ahora que China se perfila como la segunda economía del mundo y que después de la Exposición Universal de Shanghái 2010 y de la visita del presidente Santos a Beijing en mayo de 2012 las oportunidades de inversión china en Colombia aumentaron, es pertinente ahondar en la presencia china en el país. Para ello, es preciso conocer acerca de la historia de las migraciones chinas, sus relaciones con Colombia y lo que dicha migración implica tanto para los chinos como para los colombianos.
Breve historia de las migraciones chinas
“La migración asiática es la “industria” más organizada comparativamente con las demás regiones del mundo, puesto que conforman, sea legal o ilegalmente, redes humanas de migración transpacífica” (Gómez, D.; Roll, D., 2010, p. 40).
Como Gómez explica en el capítulo China, una migración de dimensiones colosales, aunque no existan cifras oficiales, el número de nacionales chinos viviendo en otros países es el mayor de cualquier país (datos publicados en Guía del mundo 2008: el presente y sus razones, indican que oscila entre los 30 y los 50 millones de personas), y tan solo entre China e India se alcanza el 35% de los emigrantes del mundo. Ahora, China no solo tiene el mayor número de emigrantes actualmente. La tradición migratoria china se intensificó desde la ruta de la seda.
Diana Andrea Gómez menciona cuatro hitos en los procesos de las migraciones chinas:
• Cuando la dinastía Qing autorizó a sus habitantes el derecho de salir al extranjero en 1870: Los chinos partieron, principalmente, hacia Estados Unidos, Australia y Canadá, y eran originarios, más que todo, de los puertos comerciales del sur y de los territorios que, en ese momento, eran colonias extranjeras. A partir de 1870 la migración china empezó a concentrarse en Singapur y Malasia, pues esos países aún eran colonias británicas y sus gobiernos buscaban mano de obra para aumentar el crecimiento económico.
• Cuando en 1949 los procesos migratorios empezaron a ser controlados por el Estado y la emigración fue prohibida del todo. La llegada de Mao Ze Dong al poder coincidió con el último gran éxodo de chinos en el que, aproximadamente, tres millones de chinos partieron hacia Taiwán y Hong Kong, y fueron ellos quienes influyeron fuertemente en la posterior apertura económica de China al mundo al implementar las primeras Zonas Económicas Especiales. Gómez explica que fue tras esta migración particular cuando terminaron de sentarse las bases de la diáspora de chinos en ultramar. Las pocas personas que podían emigrar podían hacerlo siempre y cuando su destino fuera algún país de la Unión Soviética.
• Cuando en 1978 China empieza su proceso de apertura económica y las remesas empiezan a cobrar importancia. Los cambios puestos en marcha cuando Deng Xiao Ping alcanzó el poder permitieron un mayor flujo de personas en el país y capital proveniente de los emigrantes chinos. Cabe resaltar que, según Gómez, después de India, China es el país que recibe más dinero por concepto de remesas y que “más del 60% de la inversión extranjera en China en el período comprendido entre 1985 y 2005 proviene de inversionistas chinos de ultramar y más del 70% de las empresas nacionales en China tiene fondos de chinos de ultramar” (2010, p. 149).
• Cuando en 1985 se promueve la Ley Migratoria. Tras la creación de zonas de comercio especial que permitieron mayor flujo de personas, se aprobó la Ley de Emigración e Inmigración garantizando el derecho de salir del país. Por supuesto, aún había muchas dificultades para lograrlo, pues las vías de comunicación dentro de China Continental eran muy difíciles y adquirir un pasaporte era un proceso muy azaroso.
Ahora, en cuanto a política migratoria china actual, este país es uno de los pocos que alienta el regreso de sus nacionales. En muchos casos lo hace a través de programas de intercambio estudiantil (1) tras los que el gobierno les ofrece a los estudiantes importantes sumas de dinero y altos cargos laborales para atraerlos de vuelta. De hecho, en el capítulo China: Una migración de dimensiones colosales se menciona que de los 600,000 chinos que han ido a estudiar en universidades norteamericanas en la última década, 200,000 han vuelto a China.
Además, es de peculiar importancia el arraigo familiar en la cultura china. Si se da el caso de que uno de los miembros se va a vivir al exterior, probablemente regrese a su lugar natal para reunirse con su familia o con sus coterráneos. China es supremamente extensa y tanto las costumbres como el idioma cambian en cada provincia y en cada región dentro de éstas, por lo que los chinos de ultramar buscan establecer conexiones con personas que vengan como mínimo de su misma provincia.
Huang Guo Chang, nacional chino asentado en Colombia desde hace 26 años, explica que, a diferencia de los latinos que se unen y se sienten identificados uno con el otro por ser latinos, los chinos no se sienten inmediatamente familiarizados con otro nacional a menos de que sean “paisanos”, es decir, que vengan de la misma ciudad, pues las diferencias culturales entre, por ejemplo, los del sur y los del norte son abismales, como lo indica Huang: “En el año nuevo chino (2), la tradición de los pekineses es preparar raviolis chinos y comerlos. Nosotros en el sur no hacemos eso. Preparamos jiaozhi(3) y tang yuan (4)”.
Asimismo, el modelo tradicional de los negocios chinos es familiar, lo cual supone una dinámica distinta en el momento de la migración, ya que, o parte la familia completa para hacer empresa en su nuevo lugar de destino, o se van unos integrantes por unos años con la meta clara de regresar a sus familias. Por ello, es comprensible que los emigrantes chinos socialicen y tengan más empatía con aquellos que comparten más rasgos con ellos.
Notas:
(1) El libro de Gómez y Roll cuenta que hasta 2008, el Instituto de Educación Internacional registraba 81,127 nacionales chinos vinculados con instituciones de educación superior en Norte América.
(2) Basado en el calendario lunar, también conocido como el Festival de Primavera, es la festividad más importante para los chinos y, además, también es celebrada por japoneses, coreanos y en países del Sur Este Asiático
(3) Emparedados, semejantes a las empanadas
(4) Sopa de bolas de arroz
Para leer el marco teórico completo y descargarlo en PDF haz click aquí.
* Natalia Marriaga Martínez es periodista colombiana, graduada de la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá, Colombia
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