Bo Xilai, el líder del Partido comunista de la súper metrópolis de Chongqing, fue retirado de su cargo por decisión del Comité Central del Partido. La decisión es una de las últimas movidas de lo que se ha convertido en la trama política y lucha de poder en China más importante de los últimos años de China. Bo parecía tenerlo todo: una personalidad extrovertida, una figura impecable, era el líder del Partido de la ciudad más poblada de China, tenía un exclusivo puesto entre los 24 miembros del Politburó y una carrera en ascenso con miras a alcanzar uno de los 9 puestos del selecto Comité Permanente del Partido y así ser parte del centro de poder del país.
Nunca se esforzó en esconder sus ambiciones y su desaforado deseo de notoriedad sedujo a los medios y alertó a sus colegas. Su fama, además de estar amparada por su sangre comunista, siendo hijo de Bo Yibo -uno de los ocho padres del Partido Comunista en China-, aumentó gracias a unas particulares técnicas que preocuparon hasta a los más conservadores del Partido.
Su campaña antimafia, llamada “golpeando lo negro” hizo caer a más de 2.000 personas, incluyendo al ex jefe del Buró de Seguridad Pública de Chongqing Wen Qiang y otros líderes locales. Y a pesar de torturar a muchos de los capturados, la acción le ganó reconocimiento por los valores anticorrupción y criticó a otros líderes, como Wang Yang, anterior líder del Partido en Chongqing y actual líder en la Provincia de Guangdong, por tolerar la mafia.
Esto le permitió iniciar algo extraño dentro de China: hacer campaña. Bo desafió prácticas añejas de respetar jerarquías y trabajar –con acciones y relaciones- la escalada al poder. También le dejó instaurar una práctica que se denominó “modelo de Chongqing” que consistía en perpetuar una mezcla de socialismo, comunismo, igualdad social y riqueza a manos pares en su ciudad. Parte de los afectados en la movida anticriminal fueron los grandes empresarios culpados de ganar beneficios usando la mafia. Era ya sabido que el pensamiento socialista de Bo era: “si solo unos pocos son ricos, seremos capitalistas y habremos fracasado”, como dijo en una rueda de prensa la semana pasada.
Otra parte fundamental de su proceder político fue inspirar a los ciudadanos con valores comunistas a través de canciones revolucionarias y lemas maoístas. También promovió la reeducación de los jóvenes en el campo y creó un sistema de cercanía popular, que solo buscaba conquistar agrados mediante prácticas rojas.
Wen Jiabao, durante su discurso de cierre de la Asamblea Popular Nacional el pasado miércoles, lanzó frases que parecían directas a Bo Xilai. El Primer ministro enfatizó en la necesidad de aplicar reformas políticas en China, con el fin de no caer en dramas y tragedias tales como los de la Revolución cultural. Frases maoístas y reeducación cultural son temas que recuerdan directamente ese periodo de vergüenza en China y su creador, en definitiva, sería una persona peligrosa.
Y confirmando sospechas, ayer jueves, fue anunciado en un comunicado de Xinhua, que Bo sería removido de su cargo, y Zhang Dejiang, vice primer ministro y exponente de la línea reformista del Partido, tomaría su puesto.
Trama policial y política
La espectacular carrera de Bo tuvo su primer gran tropezón público el pasado 7 de febrero, cuando se rumoró que Wang Lijun, el jefe del Buró de Seguridad Pública y vice alcalde, que él mismo había designado, visitó el consulado de Estados Unidos solicitando asilo político. Detrás de su decisión, se rumoraba que Wang buscaba denunciar la corrupción y despotismo de su jefe, Bo Xilai.
Al inicio, la prensa china rápidamente anunció que Wang estaría tomando vacaciones para resolver el estrés, pero con el paso de los días, los rumores sobre las denuncias de Wang se conocieron, gracias además a que las conversaciones y foros en internet sobre el tema nunca fueron bloqueados. Y cuando algo es así de público en China, especialmente en temas políticos, es porque los altos mandos lo permiten.
Los cibernautas gozaron de libertad para comentar y burlarse de uno de los mas altos dirigentes en el país y la decisión anti nacionalista del desertor de pedir ayuda a EEUU. El término "tratamiento estilo vacacional" empezó a ser usado en forma de burla y hasta 300.000 microblogs han usado un hashtag con sus nombres.
Pero para las personas comunes, los nombres de Bo Xilai y Wang Lijun fueron nuevos y muchos se informaron a través de las noticias. A los pocos días después, la trama novelesca se hizo parte de la cotidianidad. El pueblo tuvo la gran oportunidad de comentar, criticar y tomar posición frente a un líder comunista, y cada hecho –arresto de Wang, sufrimiento de Bo y respuesta, Asamblea, etc.- se convirtió en una caricatura de los desatinos de lo que sería un gran líder y que no fue. Y curiosamente muchas de esas caricaturas fueron publicadas en medios impresos y páginas de internet.
Fue así como la novela entre Wang Lijun, en donde el primer caído iba a ser Bo, se definió como una acción orquestada que revelaba una puja de poderes dentro del Partido Comunista. Bo Xilai pertenece a una línea conservadora y rígida que viene inspirada del clique de Shanghai, a manos del ex presidente Jiang Zemin y a la que también pertenece Xi Jinping, posible sucesor de Hu Jintao. Hu, Wen, y el posible futuro primer Ministro, Li Keqiang, pertenecen a la liga de la juventud, facción que se ha considerado como reformista y liberal y que se vería en jaque con los cambios de poder en Octubre.
Es posible que el ex líder de Chongqing ocupe otros cargos hasta la sucesión del Partido en otoño, pero sus perspectivas de promoción quedan totalmente fuera de lugar” afirmó el académico independiente Chen Zhiming al South China Morning Post. Otras fuentes más cercanas al poder afirman que si el comunicado no anunció una nueva posición para Bo, como usualmente se hace, indica que posiblemente Bo será investigado por el escándalo y las denuncias hechas por Wang y otros subalternos.
El discurso de Wen, seguido en rueda de prensa televisada en todo el territorio chino después de un evento de tal magnitud, revela que la decisión fue tomada en el mismo centro de poder del que Bo tanto quería ser miembro. Allí afirmó que el caso de Chongqing sería investigado a profundidad, no sólo la disputa entre Wang Lijun y Bo Xilai, sino las posibles denuncias de torturas y abusos de poder en la campaña “golpeando lo negro”. Wang buscó denunciar a Bo, pero la movida le salió en que él hoy está también destituido, posiblemente arrestado y considerado un enemigo del Estado. Si las investigaciones prosperan, tanto él y como Bo deberán responder por los fiascos del modelo Chongqing.
Pero más de fondo se encuentra la visión colectiva del futuro chino, que se delimita claramente hacia un progreso de reformas políticas y económicas, que buscan liberalizar aún más el mercado e instaurar modelos democráticos –tales como el de Wukan, amparado por el líder de Guangdong, Wang Yang, el enemigo de Bo Xilai por la campaña “golpeando lo negro”-.
Y en grandes términos es una victoria para los reformistas pues es un mensaje directo a Xi Jinping, quien quedaría sin aquel que iba a ser un gran apoyo. Al posible presidente se le esta anunciando que la mayoría del poder quiere que las reformas primen antes de regresar al conservatismo y si el quiere conservar su rol dentro del Partido, deberá ajustarse.
Artículo publicado en La Nación (Argentina)