Desde que hace cuatro semanas el primer ministro británico David Cameron se reunió en Londres con el Dalai Lama las relaciones entre China y Gran Bretaña han alcanzado uno de sus puntos más bajos en años recientes. A la suspensión indefinida de encuentros de alto nivel anunciada esta semana, se suma una nueva amenaza: China podría tomar alguna decisión relativa a los Juegos Olímpicos que se celebrarán este año en Londres si se mantiene una conferencia del líder religioso tibetano en Leeds.
El encuentro, de carácter “privado”, del Dalai Lama con Cameron y su viceprimer ministro Nick Clegg en la Catedral de San Pablo a mediados de mayo fue inmediatamente calificado por Beijing como una grave falta de Londres a la política de una sola China, que Beijing mantiene como condición ineludible a todos los países con los que mantiene relaciones diplomáticas. La reunión “interfirió seriamente en los asuntos internos de China, afectó sus intereses centrales e hirió los sentimientos del pueblo chino”, había señalado de manera inmediata la Cancillería china.
Pero su enérgica respuesta a la visita del Dalai Lama ha sido seguida, cuatro semanas después, con muestras más visibles de su molestia. Durante el último mes dos ministros del gobierno británico han sido recibidos con fría indiferencia durante sus reuniones oficiales, organizadas desde mucho antes de la visita del líder religioso.
Primero fue Lord Green, el Ministro de Comercio e Inversión, que no pudo reunirse con su homólogo chino Chen Deming mientras viajaba al país al frente de una misión comercial. Tampoco fue recibido por la Comisión de Reforma y Desarrollo Nacional. Igual de mal le fue a Jeremy Browne, el diputado que ocupa uno de los más altos puestos dentro de la Cancillería británica. Y Wu Bangguo, el número cuatro del gobierno chino, canceló una visita a Londres que también había sido planeada desde antes.
Al “congelamiento” diplomático se une una nueva amenaza, que podría poner en jaque los próximos Juegos Olímpicos en Londres este verano – aunque puede no ser más que un intento de Beijing de forzar al gobierno de Cameron a manifestar su arrepentimiento. Según los últimos reportes, China piensa reevaluar su concentración en la ciudad norteña de Leeds a raíz de una conferencia que dictará allí la próxima semana el Dalai Lama ante un nutrido grupo de empresarios.
No es el primer gobierno que se ve en problemas después de una reunión, así sea de carácter privado, con el Dalai Lama, exiliado en India desde 1959. Francia se demoró casi dos años en normalizar sus relaciones con China desde la reunión de Nicolas Sarkozy con el líder tibetano hace cuatro años y México ha visto sus relaciones con Beijing caer a su punto más bajo histórico a partir de la crisis por la gripa H1N1 y la reunión del monje budista con Felipe Calderón en septiembre pasado.