Entre las diversas famas que se ganó China en los últimos treinta años de "apertura y reforma" una de las más imágenes poderosas es la de un país donde las fábricas podían operar sin demasiado cuidado por el cumplimiento de las normas mínimas de seguridad en materia medioambiental y de la salud de los trabajadores y los ciudadanos. Sin embargo, tres días de protestas violentas en la ciudad de Shifang, en el centro de la empobrecida región suroccidental de Sichuan bloquearon un proyecto de fábrica de cobre de 1.600 millones de dólares y generaron esperanzas de que esta era ha terminado.
Los manifestantes han ganado y la fábrica de cobre cuestionada no será construida. Una victoria rotunda en lo que parece ser, en efecto, la protesta más grande en los últimos años de un movimiento ecologista, cuyas filas son cada vez más numerosas.
Desde que el verano pasado en la ciudad nororiental de Dalian 12 mil ciudadanos consiguieran la cancelación del proyecto de construcción de una planta petroquímica, las protestas que piden el cierre o incluso la no apertura de fábricas contaminantes se han multiplicado en todo el país. El mes pasado, un millar de personas consiguieron cerrar una incineradora en Songjiang, cerca de Shanghai. En diciembre alrededor de 30 mil personas marcharon para bloquear la construcción de una fábrica de carbón en Haimen, cerca de Hong Kong, mientras que en septiembre una empresa de la rama de la energía solar cerró en Jiaxing -también cerca de Shanghai- después de que una protesta en contra de productos químicos utilizados durante el proceso de fabricación.
Todo comenzó con una petición denunciando una tasa de incidencia más alta de tumores que en zonas circundantes, que pronto se convirtió en la piedra angular de un movimiento opuesto a la construcción de una fundidora de cobre, que ellos estimaban aumentaría el daño ambiental y pondría en peligro la salud de los habitantes.
"Este es nuestro hogar y protegerlo es parte de nuestras responsabilidades. La protección del medio ambiente es parte de la responsabilidad colectiva"- recitaban los panfletos llamando a la acción -"¿Quién de nosotros tiene el dinero suficiente para trasladarse a otra región? Debemos unirnos y concentrar nuestros esfuerzos para que la fábrica de cobre y molibdeno se construya lo más lejos posible de Shifang”.
En cuestión de tres días, decenas de miles de personas salieron a las calles y la policía respondió con porras y gases lacrimógenos, dejando un balance no verificable de lesionados, de detenciones y, tal vez, un muerto (negado por las autoridades). Sin embargo, la protesta ha ganado. El gobierno local de Shifang anunció en un comunicado que el proyecto de 1.600 millones de dólares sería cancelado “por lo menos hasta que encuentre el consenso de la población”.
Los ciudadanos de esta zona ya se habían enfrentado las consecuencias ambientales de una gestión poco segura por parte de las fábricas de productos químicos, razón por la cual posiblemente había ya un germen de descontento entre la población local. Tras el devastador terremoto de 2008 (que dejó 90 mil muertos), seis mil personas se vieron obligadas a evacuar la zona de Shifang como resultado de la destrucción de dos fábricas de productos químicos.
Las imágenes de la protesta de este año y su posterior represión rápidamente circularon por la red china. Poco a poco, se supo que la movilización se inició en una escuela secundaria y que luego se fue extendiedo por otras escuelas y entre los ciudadanos. Gracias a la velocidad de la red, pasaron sólo tres días entre el anuncio y la manifestación.
Una pared pronto se llenó con las demandas de los ciudadanos. Cabe resaltar el manifiesto de cinco puntos dirigido al Secretario del Partido de Shifang, Li Chengjin:
1 – ¿Por qué insistir en algo a lo que la gente se opone?
2 – ¿Por qué cuando la gente expresa su punto de vista, hay que recurrir a porras y gases lacrimógenos de la policía para reprimirla?
3 – ¿Por qué la oposición popular a una fábrica de cobre y molibdeno seriamente contaminante debe ser considerada una acción contra el gobierno?
4 – ¿Por qué su culo está sentado siempre sobre los sofás empresariales y no en las heces de la gente común?
5 – Si usted no es un funcionario corrupto, los cerdos pueden trepar a los árboles.
En Weibo, el Twitter popular en China, circularon con gran velocidad fotos del evento y la represión violenta por la policía. Muy rápidamente un número de intelectuales y personajes conocidos manifestaron su apoyo a la protesta, mientras nadie trataba de defender las acciones de las autoridades. El 4 de julio todo el material relacionado con Shifang había desaparecido de la red.
Aún así, los reclamos continuaban cono mensajes como: "Nosotros nos sacrificamos por la gente de Shifang, somos la generación de la década de los noventa". La frase acuñada por la generación nacida tras las revueltas de la Plaza de Tiananmen se conviertó inmediatamente en una consigna para demostrar que los jóvenes chinos han resuelto cuidar el medio ambiente, la política y el activismo.