Asia Files: India se convierte en una “fábrica de bebés”

In by Andrea Pira

India se ha convertido en el nuevo centro mundial de la “maternidad subrogada”, mejor conocida como alquiler de vientres o madres sustitutas. A un precio muchísimo más bajo que el promedio mundial, los extranjeros pueden olvidarse del problema de la infertilidad acudiendo a una de las clínicas dedicadas a este negocio, ahorrándose casi la mitad del dinero.

La práctica, legal en pocos países del mundo –incluyendo la Argentina-, consiste en implantar el semen y los óvulos de los padres genéticos en el útero de una “madre portadora”, por medio de un proceso de concepción in vitro. La gestación se lleva dentro de la “madre en alquiler”, que en el momento del parto, dará a luz un niño cuyo patrimonio genético será el de sus padres biológicos.

La industria creada alrededor del problema de la infertilidad genera en India un estimado de 2.300 millones de dólares al año, según cifras no oficiales. Ante la falta de un monitoreo nacional, no se puede conocer lo que realmente genera este negocio en el país. Pero en los últimos años, las clínicas indias, gracias a su bajo costo, han logrado competir contra sus pares americanas o británicas, y han logrado desviar una gran parte de los clientes hacia el país asiático.

El boom comenzó en 2006, cuando Oprah Winfrey presentó en su “talk-show” a Jennifer y Kendall, una pareja de New Jersey recién llegada de Anand, India. En una entrevista entusiasta, muy al estilo Oprah, los chicos contaron como habían concebido a su hijo en la Akanksha Infertility Clinic, a través de una madre en alquiler.

Y por supuesto, una gran parte de la emoción no era sólo por la posibilidad de haberse vuelto padres, sino haberlo hecho a tan bajo costo. En total, la operación tiene un costo que oscila entre los 25.000 a los 30.000 dólares. En Estados Unidos, el mismo procedimiento supera los 50.000 dólares.

La publicidad gratuita de Oprah convirtió a Anand, en el estado de Gujarat, en uno de los centros de mayor concentración de clínicas para la infertilidad del país, casi igual en número a la de las metrópolis como Delhi y Mumbai. La diferencia es que Anand no tiene ni un octavo de la población de estas grandes ciudades.

“Todos los meses recibimos entre 15 y 20 consultas provenientes de todo el mundo”, explicó a LA NACIÓN la doctora Nawana de la publicitada Akanksha Infertility Clinic. “El 80% son extranjeros, especialmente de Estados Unidos, Gran Bretaña e indios residentes en el extranjero”, agregó.

Las voluntarias para alquilar su vientre entran en contacto con las clínicas por medio del “boca a boca”, aclara la doctora. Reciben entre 8.000 y 9.000 dólares por la gestación; una cifra que si se compara con lo que gana un obrero no especializado en India, correspondería a casi 18 años de trabajo.

Según fuentes no oficiales indias, existen más de 1.000 clínicas para la infertilidad en el país, que anualmente reciben a miles de parejas de todo el mundo. “De acuerdo a las fuentes gubernamentales, este año nacieron 1.500 niños de madres en alquiler indias”, afirmó a LA NACION Valay Singh Rai, portavoz de la ONG Save The Children India. Esta ONG calcula, basándose en cifras del gobierno, que hay 25.000 niños indios huérfanos, esperando ser adoptados.

Y no sólo el nacimiento masivo de nuevos niños preocupa, sino que algunas asociaciones por los derechos de la mujer en India, comienzan a preocuparse por esta práctica.

“La industria está en continuo crecimiento, pero no existen datos confiables y aún no está en funcionamiento un sistema de monitoreo de las clínicas”, declaró la doctora Manasi Mishra, jefa de la división de investigación del Center for Social Research (CSR), organización en defensa de los derechos de la mujer india.

Mishra denuncia la poca transparencia de estas clínicas pues no proveen “suficiente información a las madres en alquiler para poder decidir con conocimiento de causa”. A esto añade que existe todo un negocio paralelo de los intermediarios locales, que se quedan con buenas partes de dinero como comisión, y que no corresponden a las cifras que publicitan las clínicas.

Las voluntarias son generalmente contactadas por “agentes” pagados por las clínicas. Con un radio de acción activo principalmente en las zonas más pobres del país y en los barrios marginales de las megalópolis indias, reclutan mujeres jóvenes -generalmente analfabetas-, que se ven atraídas por las cifras que ofrecen, que van desde los 3.500 a los 5.000 dólares.

Esta cifra es muchísimo más alta de lo que estas mujeres podrían conseguir en su juventud, pero según las experiencias recogidas por los organismos no gubernamentales, terminan siendo invertidos de forma errada, sea en negocios fallidos o malgastados por el marido. Estas mujeres terminan optando por someterse de nuevo a otros embarazos y muchas veces poniendo en riesgo su salud.

Las mujeres firman contratos en los que no se prevé ayuda médica o económica en caso de una enfermedad post parto. En algunos casos, son sometidas a tratamientos hormonales que traen fuertes efectos secundarios, con el objetivo de aumentar las posibilidades de éxito de la concepción.

En abril pasado, esto se hizo evidente con la muerte de Premila Vaghela. Vaghella, una madre en alquiler de 30 años, falleció al octavo mes por complicaciones clínicas. El neonato que llevaba en el vientre, hijo de una pareja estadounidense, fue salvado por medio de una cesárea. Pero no han sido claros los procedimientos de compensación para la familia de la sustituta.

La problemática central viene de una cuestión legal. A pesar de que existen guías para el “monitoreo y de las reglamentaciones de la industria médica de la infertilidad”, emitidas por el Indian Council for Medical Research (ICMR) en 2005, las propuesta de ley sobre la subrogación de la maternidad aún está en discusión en el parlamento de Delhi. Pero no se ha convertido en una de sus prioridades. Precisamente, recientemente el parlamento indio se reunió en su sesión anual de invierno, y este tema no estuvo dentro de los temas de discusión.

“A falta de una verdadera y apropiada ley, algunas clínicas continúan operando bajo un régimen que sería correcto definir como ‘no legal’”, explicó la doctora Mishra de CSR. Según la propuesta, todas las clínicas deberán proveer un seguro de vida para todas las madres sustitutas.

Sin embargo, pocos aceptan que existen fallas en el sistema. Especialmente, con el dinero que ha entrado por este negocio al país. La doctora Nawana, de la Akanksha Infertility Clinic, declaró a LA NACION que no conocía hechos de ese tipo, remarcando que ellos trabajan “siguiendo todos los procedimientos indicados en las guías del ICMR”.


Fotografía de
councilforresponsiblegenetics.org

Publicado en La Nación (Argentina).