Hukou, un sistema que necesita un cambio

In by Andrea Pira

El hukou, legado de la China maoísta, impide que los chinos migrantes del campo a las ciudades gocen de los mismos derechos una vez que se instalan en las grandes urbes. En una época sirvió para controlar la movilización interna, pero hoy en día se ha convertido en una traba constante para los habitantes de zonas rurales, que atraídos por las oportunidades en las ciudades se establecen en la ciudad pero no logran implementar ni la mitad de sus derechos como ciudadanos. El gobierno, después de centenares de peticiones –incluyendo las del saliente primer ministro Wen Jiabao- parece resuelto a iniciar reformas.

Imagine, por ejemplo, un ciudadano peruano de una pequeña ciudad del campo que se traslada a Lima para trabajar. Luego de haberse asentado y después de haber iniciado sus negocios, descubre que existe un sistema legal que limita sus derechos a la zona geográfica de la que es oriundo.

Si bien no disfruta de los mismos derechos que las personas nacidas en la ciudad a la que ha migrado, debe pagar por igual los servicios de salud, educación para sus hijos y los servicios sociales. Esta discriminación, seguramente, empujaría a este trabajador a regresar rápidamente a su pueblo o a no salir nunca de él.

Una situación similar está todavía en vigor en China y se llama hukou. Fue establecido en 1958 en plena era maoísta y fue creado para supervisar los movimientos poblacionales del campo a la ciudad. En China, cada familia tiene uno.

Se creó con el objetivo de distinguir a los trabajadores rurales de los trabajadores urbanos, pues en ese momento el estado social chino era financiado directamente por los municipios y por los “danwei” – las unidades de producción – de la ciudad.

De igual forma fue creado para satisfacer las necesidades que vio el Partido Comunista de llevar un estricto control sobre el movimiento de personas y evitar los desplazamientos excesivos del campo a la ciudad.

El Hukou consiste en un permiso de residencia otorgado por el gobierno chino que registra el número de los miembros de la familia, sus nombres, la fecha de nacimiento, la relación intrafamiliar, el estado civil, la dirección y el empleador, entre otros datos.

Antes de 1980, se esperaba que no hubiese grandes movimientos de personas y el sistema fue pensado para impedir grandes migraciones. En ese entonces, para mantener la tradicional China agrícola y campesina se esperaba que los habitantes de las zonas rurales se quedaran en el lugar donde habían nacido, su “hukou”, para siempre.

En esa época, no existía la intención de crear un desarrollo descontrolado de las ciudades. El hukou, de hecho, estableció derechos distintos para los habitantes de las zonas rurales y las ciudades. Este sistema permitía que una persona viajara, pero le impedía el acceso al trabajo, a los servicios públicos, la educación y, en un momento, hasta restringía los lugares para comer.

Sin embargo, luego del periodo de reformas de Deng Xiaoping los controles se relajaron, pero nunca llegando a la flexibilización esperada.

Gracias a la inversión extranjera y al desarrollo de la industria, China necesitó de una gran fuerza de trabajo para responder a las exigencias del mercado. Para ello se instauraron “concesiones de asentamientos” y nacieron políticas de “viviendas populares” y servicios “sustitutos”, como escuelas para los hijos de los llamados "trabajadores migrantes".

Muchos chinos aseguraron que incluso “la apertura” de permitir a los niños de los migrantes estudiar, era una medida discriminatoria, pues no les permitía estudiar en las mismas escuelas ni en las mismas condiciones que los hijos de los residentes locales.

El "hukou" tuvo entonces el papel de asegurar una rotación constante de los trabajadores y permitir que el país se convirtiera en la "fábrica del mundo".

Sin embargo, al tiempo que China se desarrollaba, aumentó el fenómeno conocido como “chengshihua”: la urbanización. Se construyeron nuevas ciudades y hubo un aumento exponencial en la cantidad de migrantes, aproximadamente unos 200 millones anuales. Ya para el 2011, el censo nacional decretó que, por primera vez en su historia, China se había convertido en un país con una población mayoritariamente "urbana".

Actualmente, el hukou no es tan riguroso como antes, pero aún representa dos importantes problemas. El primero es la cobertura médica. Una persona que vive en Shanghai o Beijing, por ejemplo, pero que no posee un hukou de esos lugares no puede acceder al seguro médico social. Si se enferma, deberá pagar por su cuenta.

El segundo problema es el trabajo. Muchas ofertas de trabajo se ofrecen con el requerimiento de poseer determinado hukou. De esta forma, los estudiantes de las grandes ciudades, que provienen de las provincias, no pueden trabajar cerca de donde se han graduado y deben volver al campo.

Estos mismos estudiantes, para estudiar en las metrópolis, debieron antes haber obtenido un “permiso temporal de residencia”, generando malestar entre muchos habitantes chinos que no entienden porque deben solicitar un permiso temporal de residencia en su propio país.

Estos permisos son además necesarios para adquirir casa y comprar bienes inmuebles. Para frenar la burbuja inmobiliaria, el gobierno chino uso el Hukou para limitar la compra de hogares, pero recientemente el Wall Street Jornal reportó un escándalo de “compra ilegal de hukou”, que correspondía a certificados “hukou” fraudulentos para permitir a personas adineradas comprar lujosas propiedades en las zonas de donde no son originarias.

Además, detrás de los cuestionamientos por discriminación hay otras razones que exigen el cambio.

La primera de ellas es que si se necesita aumentar el consumo interno, las grandes masas de personas que migran deben ser capaces de consumir y aumentar su nivel de vida, gracias a un nuevo sistema que garantice un nivel mínimo de derechos.

Otra razón es de naturaleza antropológica: los inmigrantes de hoy ya no son los de hace treinta o cuarenta años atrás, dispuestos a poner sobre sus hombros el sueño chino y llevarlo adelante hasta los límites de lo humano.

Hoy en día, los trabajadores migrantes son jóvenes, nacidos después de la década del 80 y no parecen tener muchas intenciones de pasar su vida en una línea de producción de componentes electrónicos para Iphones, televisores o computadores.

Por un lado, algunos jóvenes de las zonas rurales se educan en las universidades más prestigiosas de las grandes urbes y no están dispuestos a volver al campo, sino que desean explotar sus conocimientos en las metrópolis.

Por otra parte, los jóvenes que migran del campo a la ciudad para trabajar en las fábricas, están optando por regresar al campo luego de experimentar una vida de privaciones de sus derechos en las ciudades. Esto ha derivado en que algunas áreas consideradas vitales para la producción están teniendo ya problemas de mano de obra.

Para aliviar este problema, algunas partes de China están experimentado formas de ampliación de "hukou", como un nuevo sistemas de puntos, que otorga puntos luego de alcanzar determinado número de años viviendo en un lugar o haber comprado una casa, mientras que rebaja puntos a quienes no respetan la política del hijo único o incurren en delitos menores.

Todo esto, más la necesidad de cambiar el mismo proceso de producción industrial, parece haber dado el golpe final a los defensores del hukou. Las reformas, tan largamente solicitadas por el pueblo, se han convertido en una prioridad del Partido, como lo reveló el mismo primer ministro Wen Jiabao al subrayar el 28 de febrero a Xinhua, que “los derechos de los 240 millones de trabajadores migrantes de China deben ser protegidos”.

Ahora queda esperar cuáles serán las reformas específicas que el gobierno entrante realizará en este aspecto.