Globalización con características chinas

In by Andrea Pira

Con Estados Unidos en declive y Europa en crisis, el equilibrio geopolítico mundial se reorganiza nuevamente. ¿Cuál es el rol de China en ese nuevo equilibrio? China está en vías de transformarse en la economía más importante del planeta. Su influencia global es innegable, sin embargo, China no parece cómoda con el rol de primera potencia.


Cuando a principios de este mes el Banco Mundial anunció que China pasaría a ser ser la economía más grande del planeta en diciembre de 2014, Beijing salió a desmentirlo rápidamente. De acuerdo con el Banco Mundial, desde 2011 hasta diciembre de este año, China habrá crecido un 24% acumulado, frente a un 7,6% de Estados Unidos.

De confirmarse estos datos, China es la mayor economía del mundo a partir de este año, desplazando a los Estados Unidos, que ha ocupado ese lugar desde 1872. Pero el Instituto de Estadísticas chino no concuerda con el Banco Mundial y salió a desmentirlo. A eso se le sumaron una serie de artículos en Xinhua, la agencia oficial china desmintiendo el rol del país como mayor potencia mundial. Si China no quiere ser la primera potencia mundial, ¿qué rol busca jugar? En primer lugar, China está demasiado ocupada sus conflictos regionales e internos.

Actualmente China vive un momento de tensión con sus vecinos. Con Vietnam se vive un momento de fuertes disputas por los mares del sur por lo que la semana pasada debieron relocalizarse 4000 chinos que vivían en Hanoi. A eso se le suman los conflictos con Japón que siempre vuelven y los conflictos separatistas que en estos últimos meses se han producido con mayor frecuencia. A pesar de ello, China busca jugar un papel importante en el concierto de las naciones.

El “sueño chino” que lanzó como campaña el presidente Xi Jinping se basa en buena medida en eso. “El papel de China en la globalización actual es crucial. De hecho, es difícil concebir la globalización sin China. Basta pensar en las cadenas de producción complejas en las que China actúa como factor principal. Esta cadena de producción que China encabeza mueve mercancías, dinero y personas”, dice a China Files Richard Rigby,director del centro de estudios asiáticos de la universidad de Australia.

Sin bien China es reacia – por cuestiones estratégicas, económicas y culturales- a ocupar el primer plano dentro de la globalización, también es cierto que imagina una reducción del poder norteamericano. A esto se lo ha llamado “la desamericanización”. “Hay que crear las bases para apoyar la desamericanización del mundo. Hay que instaurar un nuevo orden mundial”.

Dijo el periodista chino Liu Chang en urticulo del año pasado de la agencia oficial Xinhua, es decir, la voz del Partido Comunista Chino. Si bien el artículo es de Liu Chang, un periodista particular y no de una voz oficial, la publicación en Xinhua muestra que Beijing busca un nuevo orden. Y en ese nuevo equilibrio hay algunos puntos de principal interés para Beijing.

Un aspecto fundamental para el gobierno Chino tiene que ver con la internacionalización del yuan y la reducción de la importancia del dólar. Volviendo a la agencia Xinhua, un artíulo de la misma llama a “limitar la influencia internacional del dólar en las transacciones internacionales”. Hoy el 15 % del comercio exterior chino se lleva a cabo en yuanes.

El objetivo de Beijing es que para el 2020 esa cifra alcance el 30%. Además Beijing se empeña en firmar acuerdos con bancos de distintas naciones para que el yuan sea utilizado como moneda de cambio. Otro punto al que Beijing apuesta en el nuevo orden global es su alianza con los países emergentes, desde los miembres del BRICS hasta Uzbekistán, Kazajistán, Kirguistán, o Tayikistán. Dentro de ese nuevo conjunto de alianzas se busca un sistema de cooperación más allá de los organismos centrales como el OMC o el FMI.

Es por ello que China ha firmado nuevas alianzas comerciales con la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN). Otro factor muy importante para China es la globalización de su softpower, Es por ello que ha multiplicado los Institutos Confucio en todo el mundo, dedicados a enseñar la lengua y cultura china. Al mismo tiempo, brinda cada vez más becas para que estudiantes del mundo entero vayan a estudiar a China, principalmente la lengua. Y a eso se le suma la alta apuesta por el cine en donde Beijing ve el corazón de su softpower. En ese sentido se han gastado millones de yuanes y se han creado en el país los más modernos estudios cinematográficos. El softpower viene siendo una prioridad para China al menos desde 2007 cuando el entonces presidente Hu Jintao lo proclamó como valor en el congreso número 17 del Partido Comunista Chino.

“La principal carta de presentación de China es su economía, pero su modelo, a diferencia de lo que sucedió con Estados Unidos, es difícilmente exportable. El modelo Chino es totalmente singular e irrepetible, eso le quita poder de soft power”, dice a China Files  David Kearn, especialista en estrategia internacional y soft power de la Universidad St. John’s. Y más allá del softpower China ha dado claves de cómo imagina el nuevo equilibrio global.

El acuerdo firmado este mes entre China y Rusia puede ser otro punto para entender el mundo que China imagina. Se trata de un acuerdo que la prensa local ha llamado “el pacto del siglo” y que está llamado a cambiar el equilibrio geopolítico y económico del planeta.

La crisis en Ucrania, que se suponía iba a compactar la Unión Europea y los Estados Unidos del mismo bando hizo acelerar las negociaciones por este pacto que llevaba diez años sobre la mesa. Se trata de un pacto económico que también consagra una política de proximidad. La firma del tratado en Shanghai pone a China como el principal mercado para el gas ruso por los próximos treinta años. Moscú será el proveedor de un cuarto de la energía para China, la principal consumidora energética del planeta.

Rusia proveerá a China 38 mil millones de metros cúbicos de gas natural por año durante los próximos treinta años, partir de 2018. La cifra del acuerdo alcanza los 400 mil millones de dólares. La economía rusa se encaminaba a una mini-reseción por lo que tuvo que pisar el acelerador y ahora puede considerar a China su mayor mercado, es decir, su mayor aliado.

El acuerdo crea así una fuerza conformada por China y Rusia frente a la Unión Europea y los Estados Unidos. “China imagina un mundo con varios focos de poder y siente instintivamente mayor confianza hacia los países emergentes ya que se ha sentido víctima de Japón, Estados Unidos y Europa”, dice David Kearn. 

Artículo producido para La Nación

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