Esperando a Xi Jinping: América Latina y China, 40 años después de la visita de Nixon

In by Simone


Hace exactamente 40 años Richard Nixon aterrizó en China para dar inicio a una visita de siete días que rápidamente fue bautizada “la semana que cambió al mundo”. Probablemente no lo cambió, pero sin duda alguna tuvo efectos de largo alcance en los delicados equilibrios de poder de la diplomacia en la Guerra fría. La visita, que había sido cuidadosamente planeada por Henry Kissinger y su equipo, quedó grabada en la cultura popular gracias a imágenes icónicas como la de Nixon comiendo con palillos chinos junto a Zhou Enlai y la de la delegación posando en la Gran Muralla. Primera contribución de China Files al portal de la Revista Americas Quarterly.
Adelantemos 40 años y el vicepresidente chino Xi Jinping acaba de completar una visita de cinco días a Estados Unidos, con parada en Washington, Los Angeles y, gran sorpresa, un pequeño pueblo en Iowa llamado Muscatine. Esta vez no hubo momentos fotográficos memorables, con la sola excepción de una foto del probable próximo presidente de China conduciendo un tractor. Pero Xi hizo mucho más que eso: capturó el corazón de un pequeño pueblo que lo acogió hace 27 años cuando era un funcionario público provincial en una misión agrícola. Muy visibles eran su característica sonrisa y su aparente afabilidad, que ya se han convertido en parte de su imagen pública. (Y Xi entiende bien la importancia del imaginario colectivo, casado como está con una de las mayores cantantes pop de China).

Kenneth Lieberthal, un veterano ex consejero de la Casa Blanca y hoy experto sobre China en la Brookings Institution, acertó cuando la describió como un visita para conocerse mejor. “Este es, al fin y al cabo, el hombre que podría gobernar China a partir de octubre de este año y hasta octubre de 2022. Y frente a él estaba el presidente Obama, que de ser reelegido, gobernará Estados Unidos hasta enero de 2017. La calidad de la relación personal entre los dos llega hasta el punto en que entienden las preocupaciones, prioridades y francamente la credibilidad del otro”, señaló Lieberthal a Channel News Asia de Singapur.

Ahora América Latina también espera cosechar los beneficios de establecer una relación cercana con Xi. La visita de Nixon llegó en momentos en que nuestra región comenzaba a mirar hacia China. Argentina y México ambas establecieron relaciones diplomáticas con China exactamente la semana anterior a la llegada de Nixon a Beijing. Perú las estableció dos meses antes y sólo Chile lo había hecho antes. Brasil les siguió. Pero tomó más de tres decenios para que el comercio -o las relaciones diplomáticas- entre las dos regiones crecieran a niveles significativos.

Entra en escena Xi Jinping. Con Beijing ya consolidado como el primer o segundo socio comercial de países como Chile, Argentina, Perú, Brasil y Uruguay, América Latina es más consciente que nunca de la importancia de forjar vínculos fuertes con la dirigencia china y con los desafíos de fortalecer los intercambios económicos más allá de las materias primas y la minería.

Como vicepresidente, Xi visitó varios de los países en la región: México, Jamaica, Colombia, Venezuela y Brasil durante un viaje en febrero de 2009 y Cuba, Chile y Uruguay en julio de 2011. Sus visitas fueron tan afables como su histórica parada en Muscatine, Iowa. Xi llegó a Cartagena vistiendo el tradicional vestido y corbata de político, pero rápidamente los abandonó y apareció luciendo una guayabera colombiana, la camisa habana de lino que se suele llevar en el Caribe.

América Latina ya ha tenido esos encuentros ‘para conocerse’ con Xi. La región ahora debe construir sobre ellos efectivamente, ya que fotos como la de Nixon comiendo fideos o la de Deng Xiaoping luciendo un sombrero vaquero sólo devienen icónicas si a las visitas que las hicieron posibles le sigue un proceso de construcción y profundización de las relaciones. Y esto involucra más que diplomacia y sonrisas.

Publicado en Americas Quarterly (Estados Unidos).