Los partidos de la oposición están decididos a no dejar respirar a la ciudadanía y tras el fin de la ocupación del Yuan Legislativo por el movimiento estudiantil de los Girasoles hace justo un mes, el país se ha visto nuevamente llevado al enfrentamiento merced al reavivamiento de la campaña antinuclear por parte del Partido Democrático Progresista y grupos ecologistas de distinto pelaje.
No hacía poco que los estudiantes dejaban el parlamento y el asunto del Acuerdo de Comercio y Servicios comenzaba a desaparecer de las portadas de los periódicos e informativos, cuando el Partido Democrático Progresista (PDP), arrinconado durante las protestas del Movimiento Girasol, decidió rescatar la cuestión de la construcción y puesta en funcionamiento de la Central Nuclear Nº4 que está pendiente de los permisos gubernamentales para su puesta en marcha.
El año pasado, la cuestión saltó a la palestra nada más acceder Jiang Yi-Huah al puesto de primer ministro y tras conocerse que la empresa pública Taipower pretendía cerrar dos de las tres centrales nucleares que posee Taiwán dada su ya larga vida útil y supuesto el hecho de que la planta Nº4 pronto entraría a dar servicio. La campaña antinuclear de la que dimos cuenta en estas mismas páginas llevó al primer ministro a prometer un referéndum sobre la cuestión si los informes de seguridad no desaconsejaban poner en funcionamiento la central. El tiempo pasó y la actualidad política concentró la atención en otras materias hasta que el tiempo de elecciones y el Movimiento Girasol han puesto al Kuomintang en una difícil posición que las fuerzas contrarias al partido gobernante no han querido desaprovechar. Esta vez, las manifestaciones frente a la Oficina Presidencial y la Estación Central de Taipei han venido acompañadas de la huelga de hambre protagonizada por Lin Yih-hsiung, ex-legislador del PDP y pastor presbiteriano con una trágica historia familiar (su madre y sus dos hijas gemelas fueron asesinadas en 1980), para protestar por la negativa del primer ministro a celebrar el prometido referéndum pero cambiando las actuales normas que regulan la ley de consultas.
Concretamente, el problema de la oposición es el del quorum necesario para el referéndum sea válido y que exige una participación del 50% del censo electoral. Sin embargo, debido a que el distrito electoral de los ciudadanos pocas veces coincide con su lugar de residencia, los referéndums organizados anteriormente fueron todos nulos debido a que nunca se alcanzó el mínimo necesario. El PDP quiere que el referéndum se celebre con normas distintas pero sin cambiar la ley de consultas, algo a lo que se opone activamente el gobierno por considerar que sería una consulta hecha a la medida de la oposición.
Mientras estos rifirrafes y manifestaciones prosiguen en la calle, la prensa y las redes sociales, la sociedad taiwanesa no consigue tener ni un respiro y parece que se va a ver envuelta en continuas refriegas hasta que el gobierno caiga o lleguen las elecciones legislativas. Además, los problemas energéticos seguirán agravándose pues la factura de la luz ya está subiendo y Taipower ya anunció que subirá aunque haya cuatro centrales nucleares funcionando pues la dependencia energética de Taiwán del exterior es casi total.
La oposición quiere una isla que funcione exclusivamente con “energía verde”, pero también quiere que las empresas sean más competitivas, generen empleo, paguen la seguridad social y las vacaciones de sus empleados, y además que estos tengan dinero en el bolsillo para gastar, que donen a ONGs y a las iglesias y organizaciones budistas. Esto es básicamente lo que el filósofo español Gustavo Bueno ha denominado como “Pensamiento Alicia”, por Alicia en el País de las Maravillas.
Esto es jauja, amigos.
Iker Izquierdo es un periodista español basado en Taipei.
Acá puedes leer la presentación a su blog "En los límites del imperio".
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