Desde hace unas semanas la política del hijo único en China está siendo ampliamente discutida y señalada como una política aplicada de forma desigual. La noticia de que Feng Jianmei, una mujer de siete meses de embarazo fue obligada a abortar al no tener los 40.000 RMB (6.299 dólares) que le exigían como penalidad, chocó fuertemente con la noticia de que una pareja de la rica ciudad de Rui’an pagara 1.300.000 RMB (204.000 dólares) por un segundo hijo. ¿Cuál es el valor económico de tener un segundo hijo en China?
En 1979 se estableció la política del hijo único como un mecanismo de control poblacional, pensado para reducir la natalidad y lograr cubrir las necesidades del país más habitado del mundo.
La política en papel era clara: un hijo por familia. Pero en la práctica, fueron necesarias ciertas excepciones. Por ejemplo, en el caso de minoría étnicas, debido a las fuertes diferencias sociales y religiosas, la política fue aplicada de forma gradual, con un limitante de hasta dos hijos, e incluso hoy en día, no deben acogerse a ésta.
De igual forma ocurre en el campo, donde se permite un segundo hijo cuando el hijo mayor es mujer. Tradicionalmente, la familia china busca tener hijos hombres, pues son ellos quienes impulsan el trabajo físico y sostienen a sus padres, contrario a las mujeres que, al casarse, deben irse con la familia del cónyuge. Además para promover el trabajo agrícola, en ciertas zonas se permiten abiertamente dos hijos sin importar el sexo.
Pero si una familia no entra en estas categorías, y aún así decide tener un segundo hijo, debe pagar una penalidad y en algunos casos, afrontar consecuencias ulteriores como autocriticarse –que implica escribir públicamente excusas-, perder el empleo y hasta el derecho de ser parte de organismos oficiales e institucionales. Las penalidades varían enormemente de provincia a provincia, e incluso en las grandes ciudades pueden ser diferentes dependiendo del distrito y barrio donde se viva.
Cada oficina local decide los montos. Las multas pueden ir desde tres hasta diez veces el ingreso anual de la pareja en el año inmediatamente anterior. En el caso de un empresario promedio -no muy adinerado- de las provincias industriales de Zhejiang o Guangdong, o de grandes ciudades como Pekín o Shanghai, que factura 200.000 RMB (31.498 dólares) al año podría llegar a pagar 480.000 RMB (75,595 dólares) de penalidad. Si su esposa trabaja, la multa podría doblarse. Y esta no sería la penalidad máxima.
Cuando se supo del caso de Feng se despertó una gran controversia, pues además de que es ilegal forzar un aborto en un grado tan tardío de embarazo, era claro que la familia no tenía los 40.000 RMB. Los comentarios más comunes que se encuentran en la red cuestionan precisamente el inconveniente monetario que claramente beneficia a los ricos y afecta a los pobres.
La pareja de Rui’an, afirmó al diario CityExpress conocer con sorpresa el monto de 1.300.000 RMB, pero al tener liquidez y un fuerte deseo de tener una familia más grande, decidieron pagar.
Y así es como en estas provincias industriales hay un número grande de familias con dos y hasta tres hijos. Sólo en Guangdong se calcula que el promedio de hijos por mujer en la pasada década es de 1.7, a pesar de que la política del hijo único lleva ya 33 años impuesta. Es decir, muchas familias adineradas simplemente deciden pagar en lugar de acogerse a la política.
En 2010 ingresaron más de 20.000 millones de yuanes (3.100 millones de dólares) por penalidades de este tipo. El Diario del pueblo, medio oficial del Partido Comunista afirmó que las multas son cada vez más opulentas y comunes, y se ha indicado que muchas de ellas vienen precisamente de las zonas que fueron el impulso económico de China.
“Una vecina ya tenía una hija pero quería intentar tener un segundo, para buscar el hombre. Pagaron 10.000 RMB pero ese monto de depende al final de la buena relación que se tenga con la oficina de planeación o con gente oficial”, afirmó Wen Ya, una china nacida en la provincia de Hunan. Wen Ya precisamente es una segunda hija, y por ella su familia tuvo que pagar 1.000 RMB en 1984. En ese entonces, su padre generaba 960 RMB y su madre 300 RMB al año.
Liu Yang, pekinesa de 29 años, tiene dos hermanos. “Mi familia es tan tradicional que intentaron siempre tener un varón. Después de que mi hermana nació decidieron tener un tercer hijo. Por él debieron pagar 20.000 RMB en 1990, y mi familia generaba 1.000 RMB anuales. Eso equivaldría a 200.000 RMB hoy en día”. Liu cuenta que además de la penalidad, su madre debió refugiarse en casa de unos familiares afuera de la ciudad y su padre no puede ser parte del Partido Comunista.
Para evitar las multas y presiones sociales, muchas familias están optando por ir al exterior a tener sus hijos. Algunos van a Hong Kong y otros a Estados Unidos o países europeos que otorgan nacionalidad por nacimiento. Zhou Zhi, un residente de Shenzhen afirmó al Diario del Pueblo haberse gastado 250.000 RMB (39.319 dólares) enviando a su esposa a tener su segunda hija en Hong Kong. A pesar de que Hong Kong queda a sólo 30 minutos, el alto valor era inferior a la multa por tenerla en China.
Las autoridades ya anunciaron castigos para quienes usen esta vía y en la isla se ha pensado instaurar una ley que prohíba el ingreso de mujeres chinas embarazadas. En tanto en algunas ciudades chinas comienza a evaluarse la posibilidad de aumentar el límite a dos hijos, en vista de que ante el dinero, la política igual es inútil. Los chinos, cada vez más acomodados, quieren tener familias grandes y asegurar hijos hombres, que multipliquen el apellido y sostengan a los padres en el futuro.
Artículo publicado en Portafolio (Colombia)
[Foto cortesía de Tom Spender]
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