Después de un verano en el que nos han visitado varios tifones, los ciudadanos taiwaneses y sus invitados, entre los que me encuentro, nos hemos encontrado con otro tipo de tormenta, esta vez de carácter político y tiznaba de un tono especial las celebraciones del Festival del Medio Otoño. Es está una festividad que en Taiwán se celebra comiendo Empanadillas de Luna y haciendo barbacoa, como si fuese el 4 de julio en las praderas Arkansas.
Una semana antes de las celebraciones y de uno de los puentes vacacionales más largos de los que puede disfrutar un asiático de clase media, los periódicos del día 6 de septiembre nos desayunaban la noticia del año: la División Especial de Investigación (DEI), dependiente del Ministerio de Justicia, acusaba al presidente del Yuan Legislativo, Wang Jin-pyng, de tráfico de influencias. Wang habría presionado al ministro de Justicia, Tseng Yung-fu, para que no apelase la decisión judicial sobre un caso de abuso de confianza en el que estaba implicado el veterano legislador del opositor Partido Democrático Progresista (PDP), Ker Chieng-ming. La DEI supo de estas “gestiones” por una escucha telefónica realizada sobre Wang Jin-pyng.
Mientras esta información salía a luz, Wang se encontraba fuera del país asistiendo a la boda de su hija, y como suelen decir los políticos, se “enteró por los periódicos”. Al día siguiente de publicarse esta información, el presidente Ma Ying-jeou salía a la palestra y dedicaba un duro discurso contra Wang, compañero de partido, diciendo que este era “un día de vergüenza para la democracia en Taiwán”.
Muchos no daban crédito a lo que estaban oyendo aunque pronto se pudo comprobar que toda esta operación se enmarcaba en una feroz pugna por el poder dentro del Kuomintang. Wang Jin-pyng, que ha sido presidente del legislativo por 12 años, es muy popular entre la población y entre los propios legisladores, probablemente porque les deja hacer lo que les da la gana en el hemiciclo, desde llevar pancartas y ocupar el estrado con manifestaciones espontáneas, hasta incluso encerrarse en el parlamento y pasar la noche para impedir una votación. Lo que se dice un padre liberal y consentidor.
Ma Ying-jeou, que a pesar de que no puede presentarse a la reelección como presidente del país, sí fue reelegido como presidente del KMT, quiere seguir teniendo las riendas del partido e imponer a su candidato para las próximas presidenciales, y Wang era sin duda el máximo rival a batir, de ahí que al de dos días de saberse estas noticias, fuera expulsado fulminantemente del KMT. Wang regresó a Taiwán e inmediatamente apeló esta decisión en la Audiencia Metropolitana de Taipei. El día 13, el juez fallaba a su favor y Wang mantuvo la membresía en el KMT y su posición como presidente del Yuan Legislativo.
A su vez, el Fiscal de Distrito de Taipei comenzaba sus propias investigaciones y fue así como nos enteramos de que la DEI había pinchado los teléfonos de hasta 80 legisladores, por razones diferentes y sospechas de involucración en actividades ilegales. La prensa y la oposición clamó al cielo y se empezó a hablar de “Estado policial” (confundiéndolo claramente con el “estado gendarme”). La DEI y su director, Huang Shih-ming, se defendían argumentando que todas las escuchas telefónicas estaban avaladas por la correspondiente orden judicial y que en ningún momento se habían violentado las garantías judiciales.
Pocos días después, el fiscal de distrito volvía a la carga y anunciaba la petición de comparecencia tanto del primer ministro, Jiang Yi-huah, como del propio presidente de la república, Ma Ying-jeou, ante la Audiencia de Taipei, situada a escasos 100 metros de la Oficina Presidencial. Las razones del fiscal eran bien claras y sorprendentes: el director de la DEI, Huang Shih-ming, habría informado a Ma Ying-jeou de las pruebas contra Wang Jin-pyng en una reunión semi-secreta dos días antes de que su departamento informase a la prensa. Así las cosas, el día 2 de octubre, Ma Ying-jeou se convertía en el segundo presidente de la República de China en declarar ante un tribunal (el anterior fue el independentista Chen Shui-bian por un caso de corrupción).
Ma negó conspiración alguna y alegó que las acusaciones se basan en pruebas sólidas conseguidas por medios escrupulosamente respetuosos del código procesal. Tras las declaraciones de Ma Ying-jeou las investigaciones de la fiscalía no han desvelado nada nuevo en este caso, pero la oposición decidió no soltar la presa y aprovechó el descontento general con Ma Ying-jeou para explotarlo en su favor, y durante esta semana promovió una moción de censura en el legislativo para derrocar al gabinete de Jiang Yi-huah, probablemente el menos implicado de todos los protagonistas de esta historia.
La moción no fue aprobada, pero la oposición consiguió bloquear hasta en seis ocasiones la comparecencia de Jiang para presentar su informe mensual de política general. Finalmente, el viernes 18 pudo presentarlo pero con la ausencia de los legisladores del PDP, la Unión Solidaria de Taiwán y del Partido del Pueblo Primero.
Jiang dijo en su informe que el Yuan Ejecutivo y el Yuan Judicial colaborarían en la revisión y reforma del sistema procesal de vigilancia, en lo que parecía una admisión velada de que algo no se hizo bien durante este caso.
Y mientras los políticos se acuchillan entre ellos, la economía sigue sin remontar y el FMI rebajaba aún más las previsiones de crecimiento para el año 2013 y las perspectivas para el 2014 con las que viene trabajando el gobierno. Probablemente, a finales de este año, el porcentaje de crecimiento del PIB no alcance el 2.5 %.
Como se dice en mi pueblo: barrunto galerna; es decir, se aproxima tormenta.
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[Crédito foto: michaelturton.blogspot.com]