Estrategas de monedas del mundo prepárense. China intensifica la campaña para que su moneda asuma un mayor protagonismo global, lo que implicará un serio desafío para las estructuras del comercio y del sistema financiero global.
Mao Zedong, cuyo rostro decora todos los billetes de China, estableció que era contrarrevolucionario sacar dinero del país, y durante los años 60 y 70 este delito se castigaba con prisión. Pasaron menos de cuatro décadas antes de que el Partido Comunista diera un giro de ciento ochenta grados con respecto al pensamiento del Gran Líder. Hoy no sólo se permite sacar dinero –aunque en cantidades limitadas–, sino que la internacionalización de la moneda local se ha convertido en un objetivo de la política económica china.
El paso más reciente en esta dirección se dio, precisamente, en Chile. “China, junto con Chile, está dispuesta a establecer en Santiago el primer banco de América Latina que apruebe operaciones en yuan", dijo en mayo pasado Li Keqiang, el primer ministro de China, cuando anunció que la sucursal chilena del China Construction Bank sería el decimoquinto centro offshore del mundo con autorización para aprobar operaciones en yuan, en una lista que incluye a países como Singapur, Corea del Sur, Francia, Alemania, Inglaterra y Canadá.
Desde 2009 no sólo se ha acelerado la creación de estos centros offshore, sino también los swaps de divisas. Entre diciembre de 2008 y junio de 2015 se han dado acuerdos con 33 países y bancos centrales que, sumados, representan 3,14 billones de yuanes (US$ 511.000 millones), según el programa para Asia del Centro para los Estudios Estratégicos e Internacionales.
El ritmo de internacionalización del yuan fue descrito en marzo como “muy impresionante” por Christine Lagarde, la directora del Fondo Monetario Internacional, durante el Foro de Desarrollo de China 2015, celebrado en Beijing. “Las autoridades han dicho estar interesadas en que el yuan se incluya en la canasta de divisas con derechos especiales de giro. Le damos la bienvenida a este objetivo y trabajaremos de cerca con la autoridades chinas para lograrlo”, dijo.
El comentario de Lagarde fue un punto de inflexión para la moneda china (también llamada renminbi), pues el FMI revisa cada cinco años la canasta de divisas que tienen derechos especiales de giro (DEG), es decir, que hacen parte de las monedas empleadas por esa agencia internacional para apoyar las reservas extranjeras de sus Estados miembro. Actualmente, las monedas que componen la canasta de DEG, y que definen su valor, son el dólar estadounidense (41,9%), el euro (37,4%), la libra esterlina (11,3%) y el yen japonés (9,4%). La próxima revisión y potencial inclusión del yuan se hará a finales de este año.
El hecho de que el FMI y otras instancias internacionales estén abiertas a otorgarle un mayor protagonismo al yuan en las finanzas internacionales es una muestra de lo mucho que China ha avanzado en política monetaria. Durante años, Washington ha acusado a Beijing de mantener artificialmente bajo el valor del yuan para favorecer a su sector exportador, obteniendo así una ventaja injusta frente a sus competidores internacionales.
Cediendo a estas presiones, las autoridades monetarias chinas, que tradicionalmente han ejercido un férreo control sobre su moneda, han permitido la apreciación del yuan en los últimos meses. Esto llevó a que David Lipton, un alto funcionario del FMI declarara a fines de mayo que esa organización cree que la moneda china ya no está infravalorada.
Ventajas y desventajas
No todos ven ventajas directas e inmediatas para la economía china en caso de que el yuan se una a la canasta DEG. Akinari Horii, ex presidente asistente del Banco de Japón, dijo en junio durante un seminario en la Universidad de Hong Kong que la canasta DEG era comparable al esperanto, porque era universal, pero irreal e inutilizada. Representa el 5% de los activos de reservas mundiales oficiales. “No habría ninguna ventaja práctica para China más allá del orgullo nacional”, afirmó. “Es interesante que durante el siglo pasado hubo un rechazo político a la internacionalización de las monedas en aquellos países donde se dio este cambio”, dice Jeffrey Frankel, profesor de Formación de Capital y Crecimiento de la Escuela de Gobierno J.F. Kennedy, de la Universidad de Harvard, y miembro del Consejo de Asesores Económicos durante la presidencia de Bill Clinton. "Sucedió con el dólar estadounidense después de la Primera Guerra Mundial, y con el marco alemán y el yen japonés durante los años setenta. Creo bastante probable que para las élites políticas de China buena parte de la motivación sea el prestigio que otorga una moneda internacional”.
Pero según Frankel existen algunas ventajas inmediatas. Una es el señoreaje, o la ganancia que resulta de la diferencia entre el costo de producción de la moneda y su valor nominal, y la cual aumenta a medida que se usa como reserva extranjera. Para ello, el banco central chino tendrá que hacer esfuerzos mayores por ir en la dirección de tener un tipo de cambio flotante.
Lipton, del FMI, les ha propuesto a los chinos construir un régimen cambiario más libre en los próximos dos a tres años. Una marcha irreversible Más allá de formar parte o no de la canasta de divisas del FMI, el proceso de globalización de la moneda china ya está en marcha. Un informe publicado en abril por Central Banking y HSBC, en el que se encuestaron a 72 bancos centrales, arrojó que, en promedio, se pronostica que para 2025 el yuan representará 10% de las reservas mundiales, en comparación a los actuales 2,5%.
Otros datos también son llamativos. Más de 10.000 instituciones financieras están haciendo negocios en yuan, y según estadísticas SWIFT ésta es la quinta moneda más utilizada en transacciones internacionales. El mercado offshore de bonos denominados en yuan se ha duplicado cada año desde 2008. Y según un informe del banco de inversiones Standard Chartered se calcula que para 2020 cerca de 30% del comercio mundial se hará con la moneda china.
Los analistas se entusiasman con que para 2020 el yuan será una de las principales monedas internacionales, y que reformaría el panorama monetario global. “Así el crecimiento de la economía de China caiga a 7%, la economía sigue creciendo y dentro de poco su PIB alcanzará al de Estados Unidos. A medida que crece, el yuan se va a internacionalizar más”, sostiene Terence Tai-Leung Chong, director del Instituto de Economía y Finanza Mundiales de la Universidad China de Hong Kong, y profesor de economía de la Universidad de Nanjing. “El año 2020 me parece razonable para proyectar la entrada del yuan a las principales monedas internacionales”.
También aumenta la compra de bonos chinos, a pesar de las advertencias con respecto a los altos niveles de la deuda. Alarmas que, para algunos, están sobredimensionadas. “No creo que los problemas de deuda pública de China sean severos desde una perspectiva nacional”, dice Joseph Gagnon, miembro senior del Peterson Institute for International Economics, y ex director asociado de la División de Asuntos Monetarios, en la Junta de la Reserva Federal de Estados Unidos. “Sumando todos los niveles de deuda, China no tiene, en general, un problema de deuda. El tema tiene más que ver con lograr un equilibrio entre los poderes centrales y locales para el tributar y gastar. Creo que los bonos de China se convertirán en un activo importante para los inversionistas privados en el mundo. De hecho, hasta cierto punto ya lo son”.
Así que la gran pregunta para quienes tienen fondos privados es: ¿resulta buena idea invertir en yuanes? "Si se aprecia y tiene altas tasas de interés, será atractivo", dice Chong. "Si se compara con el dólar, que tiene tasas de interés bajas, o con el euro, que no es particularmente fiable, el yuan, que está basado en una economía sólida, es una valiosa introducción al sistema".
"Hay un enorme peligro de sobreestimar la demanda por el yuan. Creo que hay gente que se está adelantando demasiado a los hechos", dice Frankel. "Hay pasos que se tienen que dar antes. Primero, tiene que ser un país normal con respecto a cómo se registra y paga el comercio, y a cómo se presta. China está trabajando en eso. El segundo paso es la auténtica internacionalización, es decir que la moneda se use por quienes no están haciendo negocios con el país que la emite. Eso apenas está comenzando a pasar. Y por último, debe llegar a convertirse en una gran moneda. China está muy lejos de eso".
No obstante, el auge del yuan también es percibido como una amenaza al liderazgo global de EE.UU. Larry Summers, el ex secretario del tesoro de Bill Clinton y presidente emérito de Harvard, dijo que el “2015 será recordado como el año en que EE.UU. perdió su rol como garante del sistema económico mundial”, luego de conocer la serie de alianzas que estableció China con países de occidente para crear nuevas instancias de financiamiento multilateral, como el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura. Los analistas consultados coincidieron en que el obstáculo fundamental para la internacionalización del yuan son la falta de solvencia en las esferas internacionales, el control sobre las tasas de interés y los controles sobre la cuenta capital.
“Además de su uso como divisa de reservas por varios gobiernos tanto del mundo desarrollado como del mundo emergente, estamos observando un mayor uso del yuan con fines comerciales”, afirma Alicia García-Herrero, economista jefe para mercados emergentes del banco BBVA. “Sin embargo, es improbable que el yuan consiga alcanzar al dólar como moneda de difusión amplia y cotidiana, salvo que China logre una apertura total de su cuenta capital. El principal riesgo para quienes utilizan la moneda fuera de China es la falta de solvencia. Los controles de la cuenta capital de China limitan el uso del yuan”. El férreo control de capitales es el dique económico que China tendría que desmontar para lograr la plena globalización de su moneda.
Es una obra de ingeniería macroeconómica que no está exenta de riesgos, y cuyo ritmo incluso es un tema de discusión dentro de China, en especial por los posibles efectos que implicarían las reformas para un sector exportador que, a pesar de seguir protegido por la rigidez del régimen cambiario, tuvo su tercer mes consecutivo de caídas en mayo. “Se habla mucho de este tema en la comunidad empresarial china”, dice Lidia Geng, dueña de la importadora de diamantes Huabi Diamond Exchange, con oficinas en Beijing, Shanghai y Shenzhen. “Para nosotros traería algunas ventajas. Cuando pagamos en dólares a nuestro proveedor, de hecho tenemos que comprar la moneda extranjera con todos los recibos y los documentos. Sin toda esa información no podemos comprar dólares”.
Empresarios chinos consultados para este artículo, pero que no quisieron ser identificados, coincidieron en que la internacionalización del yuan facilita la posibilidad de que los individuos y las empresas inviertan fuera de China, en acciones y bienes raíces de otros países. Por otro lado, podría ocasionar retos directos para los importadores y exportadores, que deberán lidiar con la fluctuación de la moneda.
Un contratista chino de infraestructura, que trabaja en países del sudeste asiático, se quejó por la cantidad de dinero que perdía en el cambio de divisas. "Si nuestras inversiones deben cambiarse del yuan a dólar y luego de vuelta al yuan, tenemos una pérdida de 5% a 6% por los tipos de cambio”, asegura.
Mientras al interior del gobierno chino se concilian las distintas posiciones respecto a este tema, el impulso natural que reciba el uso del yuan a causa del tamaño de la economía de ese país, está generando presiones desde dentro y fuera de esa nación. La pregunta parece no ser ya si China seguirá relajando sus diques monetarios, sino cómo, cuándo y a qué ritmo.
Artículo producido para El Mercurio, Chile
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