El debut estadounidense de Xi Jinping

In by Simone

Falta todavía que la cúpula del Partido Comunista ratifique lo todos dan por un hecho, pero el probable próximo presidente chino, Xi Jinping, ya está comenzando a asumir un rol protagónico a nivel internacional. Su visita a Estados Unidos, que comienza hoy en Washington, le permitirá ir forjando su imagen pública en los escenarios donde pronto representará oficialmente al gobierno chino. Y parte de la estrategia es mostrar un perfil accesible, menos estoico que el del actual presidente Hu Jintao. Habrá muchas oportunidades de fotos, pero pocas para preguntas de la prensa.
La visita de cinco días del vicepresidente chino comenzará en Washington, donde se reunirá con Barack Obama en la Casa Blanca, y terminará en Los Ángeles, donde estará guiado por su homólogo Joe Biden. De hecho, la agenda organizada por el gobierno estadounidense para la visita de Xi refleja cuidadosamente las atenciones hechas a Biden durante su visita a China el año pasado.

En el medio, Xi hará una parada algo inusual pero muy significativa: una zona rural de Iowa donde ya estuvo en 1985, cuando fue enviado en una misión agrícola para estudiar técnicas de crianza de cerdos. Esa visita a Iowa, que tiene más de personal que de oficial, es sin embargo perfecta para que el probable futuro líder comience a esculpir su retrato en el imaginario occidental, a la manera que lo había hecho la foto de Deng Xiaoping con sombrero de cowboy o, para los chinos, de Richard Nixon comiendo con palillos.

Al fin y al cabo, Xi sabe lo importante que es el imaginario colectivo. Su esposa es una cantante pop muy famosa, que viene -no sin coincidencia- del mismísimo ejército. Y cuando se habla de imaginario occidental, él sabe que prima el toque humano, muchas veces difícil de percibir en los ojos orientales.

Hay un precedente interesante: en 2002 hubo Hu Jintao realizó un viaje similar cuando era vicepresidente y estaba a punto de asumir el máximo cargo del gobierno chino de manos de su predecesor Jiang Zemin. La administración de Obama estudió cuidadosamente esa visita y moldeó la nueva de acuerdo a ésta. “No lo dejamos responder preguntas de periodistas”, reveló Michael Green, funcionario del Consejo Nacional de Seguridad durante el gobierno de George W. Bush, al Wall Street Journal.

En la agenda oficial figuran discusiones sobre temas comerciales, monetarios y el programa nuclear iraní, pero al final está claro que no se esperan resultados concretos de su visita. Como lo demuestra el viaje a Iowa, se trata de una oportunidad perfecta para China de ir posicionado a su probable próximo líder como estadista de talla internacional y para Estados Unidos de ir tendiendo puentes con la nueva generación de gobernantes en Beijing.

“Xi no es quien toma las decisiones en China. No es el jefe de Estado, sino el futuro líder”, señaló Ben Rhodes, un consejero de seguridad nacional en la administración Obama, al Wall Street Journal. “Se trata más que nada de una inversión en construir relaciones”.

Y puede que dé resultado: una imagen icónica de Xi en una granja iowana irá cimentando la imagen de un líder pragmático y accesible a los ojos occidentales, al mismo tiempo que le da mayor exposición ante la mirada de todo el mundo.