En China, “el contacto personal vale más que un contrato”. Así lo explicaba claramente Li Changhua, ex embajador de China en Bogotá, en una entrevista con el diario económico Portafolio. ¿La razón, según Li? Para que al momento de haber discrepancias exista también un canal amistoso y confiable de comunicación con el propósito de remediarlas fácilmente. Según este orden de ideas, llevado a un plano nacional, ¿qué tan seria está siendo Colombia con su acercamiento ‘personal’ con China? ¿Hay realmente escenario para un TLC?
Y es que desde pasado mes de mayo y con la última visita presidencial de Juan Manuel Santos a Singapur, Beijing y Shanghai, y sus importantes reuniones con los dirigentes chinos, la frase cobra especial relevancia. La diplomacia colombiana hacia China ha sido hasta el momento tímida e incipiente. En contraste, el intercambio productivo ha dado saltos significativos, posicionando a China como segundo socio comercial colombiano. La pregunta es entonces, ¿hay realmente escenario para un Tratado de Libre Comercio (TLC) entre las dos economías?
El contexto de la relación política entre China y Colombia muestra un panorama en el que hace falta madurar los vínculos que, a pesar de haberse hecho oficiales hace más de 30 años, no han sido tan productivos como con otros países latinoamericanos. Pareciera, sin embargo que, con este importante acercamiento personal, el presidente Santos estuviese trazando por primera vez una ruta certera hacia un TLC entre China y Colombia. Pero lo realmente cierto, como bien lo han afirmado investigadores en el tema, es que a Colombia le hace falta enmarcar su relación con China en una política seria donde, por un lado, haya un conocimiento de Asia y de China y, por el otro, sea integral e involucre, además de lo obvio -político y económico-, aspectos sociales, culturales, tecnológicos y de mayor cooperación.
En esta dirección irían los diferentes convenios firmados por las dos naciones durante la visita de Santos. La iniciativa de fortalecer la presencia diplomática colombiana en China a través de la apertura de un consulado adicional en Shanghai es otro paso para el fortalecimiento de la relación con los chinos. Resta confiar en que esta decisión dé verdaderas muestras de seriedad y para ello, el trabajo de los funcionarios oficiales debe partir de un conocimiento sustancial de la cultura, idioma, economía y forma de hacer negocios en China. Ambas son condiciones imprescindibles para promover ese contacto personal de manera fluida y estable.
Y aunque esta visita y en especial el anuncio de la posibilidad de negociar un tratado de esta envergadura con China generó algunas polémicas en Colombia, las cifras de comercio e inversión entre los dos países durante los últimos 12 años muestran que el acercamiento económico se ha venido dando naturalmente, casi gravitacionalmente.
Entre 2000 y 2011, el intercambio comercial sino-colombiano aumentó en 2.672%, al pasar de 348 millones de dólares en el año 2000 a 9.655 millones de dólares el año pasado. De éstos, las importaciones colombianas crecieron en un 2.303% y sus exportaciones hacia el gigante asiático se incrementaron en 6.685%. Los números son reveladores: al contrario de lo que muchos creen, han sido las ventas colombianas a China durante los últimos doce años las que han jalonado el acercamiento y, muy gradualmente, han reducido modestamente la brecha comercial que, quizás, siempre existirá a favor de la RPC.
En promedio, entre el año 2000 y el 2011, las exportaciones colombianas a China crecieron anualmente en un 62,73% y sus importaciones en un 35,56%. Irrefutable es, sin embargo, que Colombia vende principalmente a China productos primarios o commodities –petróleo, carbón, ferroníquel, entre otros-, y le compra intermedios o de alta tecnología, manteniendo en valores un déficit comercial muy arduo de avasallar.
Para poder vender en China, recordaba el ex embajador Li Changhua, hay que comenzar con hacer un estudio sobre lo que cada provincia, en sus tamaños, necesita. China es un país muy grande y para llegarle sin miedos, es mejor dividir el mapa en las 23 provincias, cinco regiones autónomas, cuatro municipalidades y dos regiones administrativas especiales. La buena noticia es que, conociendo las limitaciones de oferta de la canasta exportadora colombiana hacia Oriente, Colombia ha concentrado sus esfuerzos en atraer inversión china en dirección a, no solamente áreas de infraestructura, explotación y minería, sino “sectores de talla mundial”, con mayor valor agregado.
En cuanto a las inversiones chinas en Colombia, tan solo entre 2009 (cuando se firmó el Acuerdo de Promoción y Protección Recíproca a las Inversiones –APPRI- entre las dos naciones) y 2011, hubo un incremento del 3.589%. Y aunque durante los últimos doce años ha habido fluctuaciones en los flujos de inversión, la realidad es que no se ha cautivado aún al capital chino. Ejemplo de ello son los 6 millones de dólares invertidos por China en Colombia en el 2010 de los 70.000 millones que el país atrajo, apenas un 0,0089% del total. En doce años, China invirtió 32.51 millones de dólares, contribuyendo al 0,24% del total de la Inversión Extranjera Directa (IED) recibida en Colombia.
Tras calcular los valores del índice de Ventaja Comparativa Relativa (RCA) y de Comercio Intra-industria (ITT) para ambas naciones entre 1980 y 2010, es evidente que las economías colombiana y china son complementarias y habría una mayor creación que diversión de comercio con la negociación y firma de un TLC. Nuevamente, este resultado no sorprende si se recuerda que incluso en el informe “Análisis Comparativo de Economía y Comercio Exterior Sino-Colombiano” publicado por el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo en 2003 en el que se analizaba, entre otros, el Índice de Balanza Comercial Relativa (IBCR) se demostró que “la oferta exportable colombiana es complementaria con la demanda china” al tiempo que “la oferta exportable china es complementaria con la demanda colombiana”, enumerando los productos respectivos.
Evidentemente, las economías del mundo seguirán gravitando hacia el Pacífico y concentrándose en dirección a la China, más aún en épocas de crisis en las que Estados Unidos y la Unión Europea luchan por conservar sus economías a flote.
Sin embargo, falta madurez en la relación política entre las dos naciones, falta comprensión de Asia y de China, falta desarrollo industrial en Colombia y predomina un intercambio comercial perseverante. Bajo estas condiciones, ha sido sensato el conducto regular que Colombia ha trazado hacia la RPC: primero un APPRI, luego un estudio de factibilidad sobre el impacto que tendría un TLC para ambas economías y con base en ello, la posible negociación y firma del tratado. No obstante, si la política no mejora y el desconocimiento sobre China persiste, las bases en que se cimiente un posible TLC serían endebles y, probablemente, se “gastaría” más de un lustro negociando un acuerdo del que se cuestionarían sus resultados.
Haya o no TLC con Beijing, Colombia requiere de una transformación productiva trascendental que la haga más competitiva a nivel internacional, comenzando por infraestructura y tecnología. Las relaciones políticas y económicas entre China y los países de América Latina se encuentran en constante evolución. Esto ofrece a Colombia la oportunidad de aprovechar su posición como el punto más cercano de entrada a América del Sur para las exportaciones e inversiones chinas, así como las ventajas inherentes al Acuerdo de Libre Comercio que recientemente entró en vigencia con Estados Unidos.
La oportunidad está sobre el tapete. Dependerá del Gobierno colombiano, tomarla positivamente o dejarla a la mediocridad, como ha sucedido en el triste pasado.
Raisa Ubaque-Sanderson es profesional en finanzas y relaciones internacionales de la Universidad Externado de Colombia y actualmente realiza su maestría en economía y comercio internacional de la Universidad de Shanghai.
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