Las pinturas chinas tradicionales, pero plegadas sobre la superficie y las curvas de maniquíes. El otoño de la dinastía Tang se extiende en el espalda. El grabado en el prado se despliega sobre su pecho. Los zapatos bordados y transparentes se ven decorados con temas de paisajes, flores y aves, mamíferos y peces. Una tela de seda larga cuelga del techo, pintada con imágenes de la historia antigua de China. Imaginen una galería repleta de prendas de vestir fantasmales. Bienvenidos al mundo íntimo y privado de Peng Wei.
En las obras de Peng Wei, la tradición no es el pasado ni está muerta. El arte contemporáneo se dota con una nueva experiencia en su propia manera. Se reviste (y se viste) con la cultura tradicional, y al hacerlo medita sobre el pasado, penetra en el tiempo transcurrido y en el espacio de una vida que se desvaneció.
Peng Wei transforma la técnica tradicional del arte chino en algo completamente nuevo y contemporáneo. Su instrumento, obviamente, es la ropa. ¿Por qué pinta sobre vestidos o en el calzado? Es una pura casualidad, pues ella siempre ha buscado una manera de expresar sus sentimientos y un día, al ver los diseños en revistas, se le ocurrió esta idea y decidió plasmar sus dibujos en la ropa, en los cuerpos de mujeres. Algunas obras están inspiradas en una serie de obras de Qi Baishi, el renombrado pintor chino de primera mitad del siglo XX ― de él vienen los insectos voladores como abejas o libélulas. Pero siempre acompañado de una natural sensibilidad femenina y un toque estético refinado.
Peng Wei nació en Chengdu, una ciudad conocida por su cocina exquisita y picante. Desde muy pequeña, el ambiente artístico de su familia la introdujo en el interés hacia el arte. Mostró su talento artístico desde los tres años al ganar numerosos concursos de pintura. De su padre -y también artista- Peng Xiancheng, heredó el efecto del lavado de tinta, único en la pintura china tradicional.
La artista de 38 años no está interesada en participar en las locuras de vanguardia. Al contrario, sus obras tienen una especie de pureza de espíritu dentro de un mar de calidez y de tranquilidad. Peng es capaz de mostrar las expresiones intrínsecamente relacionadas con la feminidad de los vestidos, con el adorno personal y con el paisaje. Sus obras muestran el refinamiento, la elegancia y la delicadez de sus sentimientos.
Ante sus instalaciones, el encanto poético golpea al espectador con las ilusiones del patio, del paisaje, la flora y las rocas del lago. La serenidad interior se mezcla en un sueño cómodo, cansado y lujoso, a veces decadente. Ante las obras, las personas que viven en el mundo ruidoso y desordenado pueden sentir la paz, las creaciones de Peng Wei las arrastran a su patio privado para tomar un té y escuchar la lluvia golpeando en los cristales. Como en los temas literarios románticos a lo largo de la cultura china.
Para Peng Wei, pintar no es un proceso de miedo o misterio, sino un estado personal. “Soy honesta a mi obra y trabajo sin cesar como la música de Mozart. Para mí, yo vivo y trabajo en mi propio mundo. Pintar es un interés puro, no quiero manifestar o gritar, sino pintar, pintar y pintar”, explicó alguna vez.
Shao Yixue es una apasionada del arte y del español, que sueña con explorar América Latina.
[Imágenes cortesía de la Galería RedBox]
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