China se alza como la estrella de oriente en los momentos de oscuridad. O al menos así se esperaba que se comportase en épocas de crisis económica. Beijing, con reservas de hasta 3.2 billones de dólares, podría no sólo alivianar la deuda occidental sino que se convertiría en el motor mundial del próximo año. Pero China tiene una agenda propia. Más que querer ser el salvador mundial busca protegerse de los efectos colaterales de una recesión económica y salvaguardar su preciada estabilidad interna. “El desarrollo del comercio con el exterior no ha acelerado simplemente la modernización de la economía y mejorado las condiciones de vida de la población. Ha sido también una importante contribución al crecimiento mundial” se afirma en el libro blanco del comercio de China, difundido el pasado 7 de diciembre.
El documento, que indica las políticas económicas de la segunda potencial mundial para 2012, reafirma que existen dos agentes importantes en su crecimiento rampante: la demanda externa y su mano de obra, barata y masiva. Este año, sin embargo, estos dos agentes catalizadores en la fórmula china, han sido correlativamente negativos.
Hace unos días, el gobierno chino reconoció las primeras señales de debilidad de su economía, tras una desaceleración de su producto interno bruto (PIB), que fue cayendo progresivamente desde el 10,4% con que cerró en 2010 hasta el 9,1% del tercer trimestre de este año. La caída en la demanda mundial derivada de la crisis global llevó al gobernante Partido Comunista a dar la voz de alarma y anunciar la aplicación de una política monetaria "prudente" para 2012.
La baja considerable en las exportaciones, que a Noviembre registró un crecimiento del 13.8% en lugar del 17% que se mantuvo en promedio desde 2001, ha afectado fuertemente el desarrollo nacional y particularmente la estabilidad de la clase trabajadora. Las bajas salariales, disminución de horas extra, reducción en condiciones laborales y desempleo por el cierre masivos de fábricas, han llevado a un aumento en las protestas a lo largo de todo el país. Las alarmas ya se han prendido y el Gobierno se lo quiere tomar en serio, especialmente cuando el 2012 significa un cambio de gobierno.
Zhou Yongkang, miembro del politburó, declaró que es hora de que en China se implemente un sistema de manejo social, con características chinas. Es decir, un control más fuerte y controlado desde lo alto, ante posibles erupciones sociales. Antes de ayudar a sus socios, China quiere garantizar que el pueblo esté contento, trabajando y gastando, para así depender de su demanda interna.
La fórmula mágica
Esta semana, los conceptos que más se repitieron en la prensa china son crecimiento sostenible, demanda interna, control monetario y unión nacional. Estas palabras componen, como en años anteriores, la fórmula económica para 2012 en China, y que busca, proteger ante todo la estabilidad social, económica y política. Después de tres días a puerta cerrada, los líderes chinos anunciaron que se concentrarán en “mantener estable la política macroeconómica, acelerar el crecimiento económico, estabilizar los precios de consumo y la cohesión social” en 2012. Pero algo cambió: China reconoce que esto se hará en un panorama oficialmente declarado como “severo y complicado”, según el vocero del Ministerio de Comercio, Shen Danyang.
El gobierno chino siempre se había esforzado en mantener la calma frente a la crisis económica mundial, confiados en un crecimiento de hasta dos dígitos, incluso en el complicado 2008. Pero diversos analistas han afirmado que China no podrá mantener un crecimiento superior al 8%, cifra que ha sido su objetivo anual desde hace seis años y que siempre ha sorteado sin dificultad. “La situación es incierta y me atrevo a decir que el gobierno está tomando una decisión equivocada, pues una política fiscal proactiva, significa una expansión estatal, contra una política monetaria estable, que indica una reducción en las reservas” declaró a China Files Feng Xingyuan, investigador de la Academia de Ciencias Sociales de China.
La difícil situación por la que están pasando los principales socios comerciales de China ha golpeado de fondo el desarrollo de su mediana y pequeña empresa. “Las empresas chinas que dependen de las exportaciones enfrentan su peor situación en años. No podemos descartar la posibilidad de un déficit comercial el próximo año”, señaló Wei Jianguo, ex viceministro de Comercio y director del Centro Chino para los Intercambios Económicos Internacionales.
Con la crisis, la pujante mediana empresa china se está quedando sin recursos, generando estancamientos regionales y un alto desempleo. Y así, las pymes, consideradas por los grandes estatistas chinos –comenzando por Deng Xiaoping- como el motor de la economía china, podrían convertirse en un largo plazo en una de las más grandes amenazas de la estabilidad china.
El boyante crecimiento económico chino siempre ha sido la forma más fácil de controlar la estabilidad social. Pero este año, esta difícil armonía se ha visto cada vez más amenazada, especialmente por diferentes explosiones masivas de descontento y preocupación. En los últimos tres meses, las protestas por el desempleo, el encarecimiento del costo de vida y conflictos laborales entre trabajadores rasos y empleadores, han aumentado considerablemente a lo largo de todo el país. Ya el salario mínimo de 260 dólares mensuales no alcanza en un país con cifras de hasta 6.5% de inflación. Especialmente, si eres un trabajador raso, migrante y dependes de las horas extras.
“Las protestas no están siendo organizadas por sindicatos oficiales sino por los mismos trabajadores, que han formado organizaciones espontáneas mediante redes sociales. Son los jóvenes trabajadores quienes están al mando de las protestas, pero siguen estando presentes trabajadores viejos que se preocupan por su seguridad social y compensaciones por despidos” declaró a China Files Geoff Crothal, activista chino de la ONG China Labour Bulletin. En la prensa china, las protestas laborales comúnmente se publican cuando son empresas extranjeras, pero Crothal afirma que tienen reportes de grandes protestas en empresas chinas, tanto estatales como privadas, especialmente en el sector de transportes y construcción.
Esta situación no sólo está afectando a los empleados sino que se ha extendido a los presidentes de compañías, que para sustentar su desarrollo a lo largo del tiempo se endeudaron masivamente, recurriendo incluso a préstamos en el mercado negro. Wenzhou, una ciudad de la costa oriental china, que antes brillaba por su pujanza empresarial, hoy es lugar de fábricas desiertas. Casi cien presidentes de compañías se han esfumado ante la imposibilidad de pagar las deudas y doce se han suicidado.
El descontento laboral, inflación y unas estrictas políticas inmobiliarias, que no han logrado frenar la especulación y bajar los precios de las viviendas, han llevado a una situación que tiene preocupada a la población. Si bien todos serán problemas que el gobierno ya declaró como objetivo base para el próximo año, también reveló necesitar estar más preparado para las expresiones sociales de protesta.
Es precisamente allí donde las palabras de Zhou Yongkang entran con más fuerza. “No hemos desarrollado un mecanismo de control social, especialmente cuando enfrentemos los efectos negativos de la economía de mercado” declaró. Su voz recuerda las del ex primer ministro Zhu Rongji, a quien muchos reconocen como el artífice del ingreso de China a la OMC hace exactamente diez años. Zhu, en varios de sus discursos resaltó que la pobreza va de la mano con el malestar social y que una recesión llevaría inmediatamente al caos. Las protestas van directamente en contra del establecimiento y hay que cortarlas de raíz, afirmó hace varios años precisamente en el foro económico anual del gobierno.
Hoy, 8 años después de su retiro y con China buscando proteger precisamente el 8% de crecimiento anual, Zhou confirma la amenaza a la estabilidad y le da un nuevo toque social: invitó a los oficiales de cada Provincia evitar gastos exagerados que terminan impulsando aún más las protestas sociales en los pasados años. Una recomendación que llega en un momento particular en donde en Wukan, en la Provincia de Guangdong, el pueblo ha logrado enfrentarse a las autoridades, forzándolas a abandonar la ciudad, después de que protestaran masivamente en contra de desalojos forzados para construir villas residenciales con campos de golf.
El mundo, pendiente de la marcha de la economía china
Una tasa de crecimiento del 5% sería óptima para muchos países, pero no para China. Si ésa fuera su expansión en los próximos años, sufriría un "aterrizaje complicado", luego de la gran expansión de la última década.
Baja del precio de las commodities
La demanda de las commodities (como acero, cobre y soja) podría caer de forma significativa si la economía china se estancara, con lo que los grandes productores (como Argentina con la oleaginosa) se podrían ver afectados por fuertes bajas de precios.
Cae la demanda de alta tecnología
Los países que exportan a China insumos de alta tecnología para la industria local se verían afectados si el gigante asiático sufriera un freno. Uno de los principales afectados sería Alemania, uno de los grandes productores de tecnología del mundo, que es muy dependiente de sus exportaciones para equilibrar su economía.
Incertidumbre por los bonos del Tesoro estadounidense
En las últimas semanas, Beijing, el mayor tenedor mundial de bonos del Tesoro estadounidense (US$ 1,14 billones), retomó la compra de bonos ante la incertidumbre que vive Europa. Pero el año próximo podría salir a vender, lo que disminuiría su valor y agregaría más presión en el gasto público.
El acero y la maquinaria, afectados
Una desaceleración agravaría la creciente debilidad del mercado chino de bienes raíces, por lo que podría caer la sobredemanda de maquinaria pesada y de la industria del acero que China exporta para la producción de Estados Unidos y de la Unión Europea. También golpearía a vecinos de China, como Japón, que también le exportan maquinaria pesada.
Los precios en Occidente, hacia arriba
Si China, el principal motor de la economía global, desacelerara su ritmo de crecimiento, exportaría menos productos, lo que provocaría aumentos de precios en países de Occidente. Así, alimentaría las presiones inflacionarias.
Publicado en La Nación (Argentina)
[Imagen de La Nación]