En el pasado festival de cine de Berlín, la película china Black Coal, Thin Ice se llevó el oso de oro y su protagonista Liao Fan, recibió el galardón como mejor actor. El Berlinale, reconocido por su valoración artística de las películas más que por su impacto comercial, otorgó a China un reconocimiento que desde hace rato venía esperando y por el que ha invertido millones de dólares: ser aceptado como un país productor de cine de calidad mundial.
Los reconocimientos habían iniciado desde hace algunos años, pero solo hasta el año pasado comenzaron a ser significativos con el premio a mejor guión por A Touch of Sin de Jia Zhangke en la edición de 2013 del Festival de Cannes. Antes, el cine chino no lograba salirse de la sombra del éxito de El Tigre y el Dragón de Ang Lee, y se mantenía en el género de artes marciales. Aún hoy, esta película es catalogada como la cinta extranjera más taquillera en Estados Unidos.
Su logro fue, además de innovar en técnica cinematográfica y presentar una nueva forma de narrar historias de guerreros y kung fu, ser funcionalmente política, pues en ella se reúne la “gran China”: director taiwanés, reparto hongkonés y chino, ambientada en China, y más importante aún, filmada en los grandes estudios Hengdian. Estos estudios fueron la primera piedra china para construir un emporio que la hiciera merecedora de el sufijo “Wood”, siguiendo la moda impuesta por Hollywood, y seguida por India, con Bollywood. Con 495.995 metros cuadrados, los estudios Hengdian son los más grandes en todo el mundo. Son incluso más extensos que el área que formarían los estudios Paramount y Universal juntos.
Desde 2005, ostenta el record mundial de haber sido la locación de más películas y series del mundo; algo que parece va a mantener, pues China es hoy el tercer productor de películas, después de Estados Unidos e India. Es además el segundo mercado para el cine del planeta, alcanzando en 2013 una taquilla de 21,700 millones de renminbi (3.600 millones de dólares) a nivel nacional, 48% más que el año anterior.
El creador fue Wu Xenrong, quien visionó a este pueblo a 300 km de Shanghai como un hub de cine internacional, que además de Ang Lee, ha acogido a Zhang Yimou con uno de sus clásicos Héroe y hasta La Momia: tumba del emperador dragón. La idea fue apoyada por el gobierno, pues buscaba diversificar la producción cinematográfica china con el fin de tener producciones que fueran capaces de influir en Occidente y sembrar una imagen de China creada por chinos y no por extranjeros. La idea se ha replicado en todo el país.
En 2012 se anunció la construcción de Chinawood, que luego fue llamado Parque Nacional de Animación, a 170 kilómetros de Beijing. Con una inversión de 1.270 millones de dólares, fue planeado como un centro para albergar estudios y oficinas, en 9.000 metros cuadrados. Hoy se precia de tener las oficinas de James Cameron, además de las más grandes compañías de tecnología y animación del país.
A finales de 2013, en la costa este del país, en la ciudad de Qingdao, el magnate Wang Jianlin convocó a estrellas como John Travolta, Leonardo di Caprio o Nicole Kidman para anunciar la construcción del Qingdao Oriental Movie Metropolis. Si bien aún en planos, abrirá puertas en 2016 como el complejo cinematográfico más grande y moderno de la historia, incluyendo el primer estudio bajo el agua del mundo y un estudio de 10.000 metros cuadrados para recrear pueblos enteros. Incluso, ya anunció que se erigirá en una de las colinas de la ciudad un cartel al estilo de Hollywood, pero con “características chinas”.
En Dali, en la provincia sureña de Yunnan, se construyeron otros estudios con locaciones tradicionales chinas para recrear pueblos de antiguas dinastías y así producir películas imperiales pensadas para el público chino, que aún hoy se siente más atraída por las cintas occidentales, a pesar de que el gobierno solo permite la presentación de 34 películas extranjeras al año.
Sin embargo, expertos apuntan que aún falta para ser considerados importantes en el mundo. “China tendrá un centro de producción de cine futuro, pero aún falta. Hay suficiente dinero, con gran mercado y audiencia pero falta mejorar la calidad”, explica Shen Kemin, representante de la promotora cinematográfica Le Vision Pictures. En esto coincide Xia Weiguo, profesor de gestión de empresas de cine de la Universidad de cine de Beijing, quien considera que “aunque el número de películas producidas anualmente supera las 700, “hacen falta profesionales en producción, si se toma en cuenta el tamaño del mercado”.
Para ellos, la calidad técnica se puede aprender, pero no la base fílmica. “La tecnología la podemos importar, pero el alma de la película tiene que mejorar”, concluye Shen.
¿Qué tienen los estudios Hengdian?
Acá se encuentra desde una réplica 1:1 de la Ciudad Prohibida, del palacio del Emperador Qin, de calles de Guangzhou y de Hong Kong, y de la selvática garganta de Pujiang Shen Li. También acoge al buda más grande del mundo en espacio cerrado y una réplica de un pueblo tradicional chino a las orillas de un río.
Producido para la revista Avianca, Colombia
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