Especial Corea del Norte: China empieza a cansarse de su belicismo

In by Andrea Pira

Ante la escalada militar norcoreana, tan cercana a su frontera, China se mueve entre dos posiciones. Por un lado, respeta el histórico tratado de amistad, cooperación y de asistencia mutua firmado en 1961, que la obliga a defender a ese país en caso de una agresión, y, por el otro, la sanciona públicamente junto a los otros miembros del Consejo de Seguridad.



Sobre el río Yalu se puede ver el puente de la amistad sinocoreana, construido en 1943. Él muestra la realidad de los dos países: del lado chino resaltan las luces de neón que permiten verlo desde lejos en la noche; la parte norcoreana está a oscuras debido a la escasez de electricidad.

 

 



Este puente es el único punto de entrada terrestre del que dispone Corea del Norte. Es el contacto más cercano con otro país que no sea su gran rival, Corea del Sur, y con el único aliado que tiene desde el fin de la Guerra Fría.

 

Sin embargo, la amistad sinocoreana comienza a desgastarse a medida que Pyongyang aumenta sus amenazas. Con el tercer ensayo nuclear en febrero pasado y el creciente avance nuclear de Corea del Norte, China toma distancia.

 



Ante el anuncio del inicio de la construcción del complejo nuclear de Yongbyong, la Cancillería china reaccionó con un inédito rechazo. "Hemos escuchado los anuncios de Corea del Norte y declaramos nuestro desacuerdo. La situación actual de la península es complicada y sensible. Llamamos a realizar la desnuclearización de la península, y proteger la paz y la estabilidad", anunció, a través de un vocero.

 



Corea del Norte y la República Popular China tienen relaciones desde que surgieron como países, en 1948 y 1949, respectivamente. Su vínculo se solidificó con el rol chino durante la Guerra de Corea, entre 1950 y 1953, que fue fundamental para el régimen de Kim Il-sung, abuelo del actual presidente, Kim Jong-un.

 



Si bien ideológicamente siempre fueron cercanas, las relaciones tuvieron varios momentos de tensión. Uno de los más complejos fue durante los años 60 y 70, cuando el conflicto entre China y la Unión Soviética dividió al bloque comunista.

 



A partir de la reapertura china, impulsada por Deng Xiaoping, se hicieron evidentes las diferencias entre los modelos de país que cada uno proponía. En ese momento, Pekín buscó convencer a su vecino de seguir sus pasos y abrir su economía. Sin embargo, Corea del Norte se mantuvo en su posición comunista a ultranza, pero siempre teniendo claro que China debía estar cerca.

 



El régimen chino buscó entonces la forma de tener una relación más pragmática y fortalecer su influencia económica en este país, pero siempre sostuvo una cordialidad basada en su teoría de "no inmiscuirse en los asuntos internos".

 



Pero hoy, ante la escalada militar norcoreana, tan cercana a su frontera, China se mueve entre dos posiciones. Por un lado, respeta el histórico tratado de amistad, cooperación y de asistencia mutua firmado en 1961, que la obliga a defender a ese país en caso de una agresión, y, por el otro, la sanciona públicamente junto a los otros miembros del Consejo de Seguridad.

 



Pero Corea del Norte sigue siendo un aliado estratégico para Pekín. Si la península coreana se reunificara bajo el comando del Sur, los norteamericanos podrían tener bases militares en la frontera.

 



Pekín, Shanghai, Hong Kong los tres centros económicos, financieros, intelectuales y simbólicos de China se encuentran en la parte este del país y es de suma importancia protegerlos. Por eso China busca siempre tener de su lado a Corea del Norte, para que sea una barrera de protección.

 



Sin embargo, ante la eventualidad de un ataque militar, China parece estar dispuesta a apoyar a otros pesos internacionales, incluso a Corea del Sur, su cuarto socio comercial.

 



En 2010, WikiLeaks filtró unos cables, según los cuales China estaría lista a abandonar a su vecino del Norte. El entonces vicepresidente de Corea del Sur, Chun Yung-woo, afirmó que el canciller chino le había manifestado que Pekín podría apoyar incluso una reunificación de la península, liderada por Seúl.

 



Según Chun, para China, "los intereses estratégicos de la economía china ahora se encuentran con Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, no con Corea del Norte".

 



En las calles, ni los chinos ni los coreanos residentes en Pekín parecen preocuparse por las noticias que llegan desde la península.

 



"Los surcoreanos ya estamos acostumbrados a las provocaciones que nos llegan desde el Norte, pero sabemos que a ellos no les conviene una guerra, lo hacen para llamar la atención", dice Kichiro, un surcoreano instalado en Wudaokou, uno de los barrios coreanos de Pekín.

 



La comunidad internacional confía en que China cumplirá el rol de mediador para evitar que la escalada verbal se traduzca en acciones militares. "China cree que todas las partes deben mantener la calma", declaró esta semana Hong Lei, vocero de la Cancillería china.

 



El rol chino será entonces la promoción de la estabilidad. "Sería más realista intentar congelar los preparativos nucleares actuales y evitar la realización de nuevas pruebas. China es incapaz de persuadir a Corea del Norte para que renuncie a su programa nuclear, pero puede desempeñar un papel fundamental para convencerlo de mantener la paz", señaló un editorial del periódico Global Times, cercano al gobierno.

 



La tranquilidad sobreviene también cuando se observa la verdadera voluntad y capacidad militar de Corea del Norte. A pesar de su ejército de 1,2 millones de soldados y de que tiene varios tipos de misiles de medio y largo alcance, la realidad es que el país se encuentra empobrecido y no podría hacer frente por mucho tiempo a una guerra prolongada.

 



Articulo publicado en La Nación, Argentina.

 



 

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