En esta columna, Francisco Silva, consultor de negocios internacionales, analiza las implicaciones de un complejo comercial que buscaba promover productos chinos y que fue cancelado por motivos ambientales. “El mensaje que llega a China y al exterior es: cuidado, meter inversión a México puede resultar difícil y caro”, escribe el experto. Leí recientemente la noticia de que el proyecto Dragon Mart en México fue clausurado de forma definitiva, tras muchos años de debate y de tema tanto político, como ambiental.
El antecedente
Dragon Mart es un proyecto comercial para promover los productos chinos en el mundo (como si hiciera falta, ¿verdad?). De esta forma, los posibles compradores no tienen que viajar a China, China se acerca a ellos. Ya existe uno en Dubái. Consiste básicamente en un centro de exhibición permanente de productos chinos, administrado por chinos y un conjunto habitacional para alojarlos.
Esto implica que se le otorgó visa a cientos de familias chinas y una extensión de terreno de Dubái está dedicada a China. A la vez, se abren las puertas a posibles inversiones chinas en ese país. Han tratado de replicar esto en México desde hace varios años cerca de la famosa playa de Cancún. El proyecto se canceló en enero de este año argumentando un gran daño ambiental en donde ya se estaba preparando el terreno.
Numerosos grupos en México se han opuesto al proyecto por sus implicaciones ambientales, consulares y hasta de soberanía. Estos temas se han abordado tantas veces que esa carretera está demasiado transitada. Hoy voy a tomar una ruta un poco más simple, mundana y un tanto olvidada, la ruta de lo comercial.
Mi opinión
Tengo opiniones encontradas con este tema. Por un lado, me da gusto saber que se está protegiendo el medio ambiente, un legado para futuras generaciones y que quede por encima de intereses económicos de un grupo de empresarios. Creo que fue un poco obstinado (léase muy tercos) de parte de la empresa insistir en construir en un terreno de 561 hectáreas protegido por el gobierno.
Estoy seguro que en el mismo Municipio deben de haber otras opciones viables y eso hubiera salvado 200 hectáreas que se destruyeron antes de este dictamen final.
Por otro lado, creo que los medios y la presión social al gobierno tuvieron demasiado que ver en este caso. Es muy probable que en otros estados del país haya proyectos iguales o con más impacto ambiental y no hayan recibido la atención de los medios como este. Por no conocer el proyecto a fondo muchos dicen, con ideas un tanto gastadas, que "estamos vendiendo a la patria" y "los chinos nos van a invadir". Hicieron presión sobre proyecto, que era un tema de inmigración más que de medio ambiente.
Dragon Mart debía ser un nuevo punto de venta para los fabricantes chinos, tal y como está sucediendo en el Dragon Mart original en Dubái. Iba a ser un centro de exhibición permanente de productos que pondría en contacto a empresarios con los fabricantes. La idea era no solo atraer empresarios mexicanos sino de toda la región. En consecuencia, esto iba a atraer turismo de negocios durante todo el año, lo cual beneficiaría a Cancún, que hoy día requiere de una inyección de recursos frescos.
Me cuesta trabajo entender por qué Dragon Mart necesitaba tanto terreno. El proyecto debía albergar a 700 familias, el centro de exhibiciones y probablemente algunos servicios. Para esto iban a utilizar 561 hectáreas (5,6 millones de metros cuadrados). Esto, incluso para estándares chinos, es mucho espacio.
En el paisaje urbano de grandes urbes chinas como Beijing o Shanghái predominan los grandes edificios habitacionales. En promedio, cualquiera de estos edificios tiene entre 100 y 150 departamentos. Un complejo de entre 6 y 10 edificios hubiera acogido fácilmente a las 700 familias y esto no hubiera requerido más que un par de hectáreas, incluyendo áreas públicas, centro comercial, cines etc. Ahora bien, construir "hacia arriba", es decir, edificios de 20 pisos o más no es parte de la cultura mexicana. Probablemente pensaron en construir suburbios con interminables calles y casas prefabricadas idénticas para acomodar a las 700 familias. Incluso así, un proyecto de ese tamaño no requiere 200 hectáreas.
Por su parte, el centro de exhibiciones, del cual nunca se supo de qué tamaño querían construirlo, no pudo ser pensado para ser más grande que el centro de exhibiciones de Guangzhou, que aloja a la famosa Feria de Cantón (la feria más grande del mundo). Tal vez ni siquiera tan grande como el nuevo centro de exhibiciones de Shanghái que cuenta con 100.000 metros cuadrados construidos. Es muy probable que algo tan grande hubiera quedado sobrado y la inversión no hubiera sido justificada. Con este cálculo rápido, no entiendo para qué necesitaban 5 millones y medio de metros cuadrados. El proyecto no los justifica.
En México la cancelación de este proyecto seguramente se ve como una victoria. Por un lado lo es, porque se protegió al medio ambiente. Sin embargo, el mensaje que llega a China y al exterior es: cuidado, meter inversión a México puede resultar difícil y caro. Esto puede desalentar otros proyectos de bienes raíces, automotrices o de otro tipo y puede ser una pérdida económica para el país en el largo plazo.
China está planeando invertir 250 mil millones de dólares en Latinoamérica en los próximos años y nosotros le estamos poniendo una bandera que grita "¡Aquí no, piénsenlo dos veces antes de invertir!"
Ahora, las preguntas a resolver son:
¿Quién se hará responsable de corregir el daño a las 200 hectáreas?
¿Quién traerá recursos y turismo a Cancún?
¿Quién intentará hacer el próximo Dragon Mart, sabiendo que los medios estarán encima buscando como boicotearlo?
¿Alguien tiene algunas respuestas? ¿Una opinión diferente?
Escríbanme al mail paco@dxmconsulting.com
[Crédito foto: www.unioncancun.mx]
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