Estas nuevas caras son la imagen del Beijing Underground. Ese Beijing que está lejano de los distritos financieros, de la movida estilizada y los cócteles. Es el Beijing de los que se tiñen el pelo, se cubren de tatuajes, visten chaquetas de cuero, brazaletes de taches y que abrazaron la filosofía de la contracultura del rechazo, llegada hace menos de una década a China -después de haber surgido en Inglaterra en los sesentas y ser difundida en el resto de Europa y Estados Unidos-.
Durante el fin de semana, se encuentran en el barrio universitario Wudaokou, punto de referencia del movimiento punk en Beijing. Y se muestran, uno a uno, entre conciertos y cerveza Yanjing. Su look y sus miradas hablan por sí solas: cuentan de su rebelión, de esa revolución cultural pasada y que hoy no es nada más que una blanda provocación. Hoy no es más que un mensaje, es solo una imagen.
Comúnmente se habla de la generación post ochenta en China. Ellos ya empiezan a definir la imagen de la nueva generación: la post noventa.