Atrapan al “Jack el Destripador chino”

In by Andrea Pira

El asesino en serie que mató al menos 11 mujeres, una de ellas una niña de ocho años de edad, entre 1988 y 2002 fue capturado por la policía china tras 28 años en su búsqueda. Gao Chengyong violó y luego descuartizó los aparatos genitales de sus víctimas, que en su mayoría tenían una particularidad, mujeres solas que vestían de rojo el día de su muerte.
Muchas mujeres vivían en pánico cuando dejaban sus hogares, aterrorizadas de poder ser la siguiente víctima del asesino que fue descrito por las autoridades como un lobo “solitario”, “paciente” y con un “profundo odio” hacia las mujeres.

Por 14 años manifestó su aborrecimiento hacia las mujeres que vestían de rojo, las perseguía, estudiaba sus comportamientos y escogía a las que vivían solas para irrumpir en sus casas y asesinarlas.

Las autoridades lo acusan de violar, asesinar y mutilar los cuerpos de 11 mujeres entre 1988 y 2002, año en que detuvo su ola criminal sin causas aparentes, sin dejar muchos rastros que permitieran su captura.

Gao, de 52 años y padre de dos hijos, fue detenido en la tienda de abarrotes que regentaba en la localidad de Baiyin, en la provincia de Gansu, después de un análisis de ADN que permitió vincularlo con los rastros dejados en sus víctimas.

Las víctimas

Su primer hijo nació en 1988, año en que cometió su primer asesinato a la edad de 34 años: una mujer de 23 años que vestía prendas rojas y fue encontrada muerta en su casa con 26 heridas de puñal.

Otra de sus víctimas fue Cui Jinping, a quien después de violar y acuchillar 22 veces hasta la muerte, meticulosamente la degolló, cortó sus manos y sus senos. La madre de la víctima encontró su cuerpo y a pesar de la concienzuda búsqueda de la policía y forenses, algunas partes del cuerpo nunca pudieron encontrarse.

El número de mujeres asesinadas creció hasta once entre 1988 y 2002, año en que sin causa aparente paró la ola de asesinatos de mujeres jóvenes cuyos cadáveres fueron hallados vistiendo prendas rojas y con sus partes íntimas mutiladas.

La policía quedó también sin más pruebas para dar con el paradero del asesino en serie y de ahí que en 2004 ofrecieran una recompensa de 30.000 dólares por información que permitiera identificar al responsable de las 11 muertes, a quien en ese entonces calificaron como una persona con tendencias a “la perversión sexual y profundo odio hacia las mujeres. Es solitario y poco sociable pero paciente”.

La gente en China comenzó a darle mayor importancia cuando empezó a ser comparado con el asesino en serie de la época victoriana Jack el Destripador, quien asesinó a cinco mujeres en el este de Londres y las descuartizó, un caso nunca resuelto por las autoridades.

La pista que permitió su captura

Pasaron 28 años hasta que la policía encontró por casualidad una pista irrefutable de dónde podrían buscar al asesino.

Gao vivía en una pequeña ciudad y se las arregló para evadir los chequeos dactilares para aplicar al documento de identidad nacional, el cual deben tener todos los ciudadanos chinos, haciéndose pasar por un trabajador migrante ilegal.

Él dejó numerosos rastros de su ADN en los cuerpos de las víctimas pero la policía no pudo vincular esas muestras con ningún sospechoso. Su suerte cambió este año, cuando un tío de Gao cometió un crimen menor en Baiyin y la policía tomó muestras de su ADN para archivarlo.

Al ser comparado con los registros se encontraron similitudes con las muestras halladas en las 11 víctimas y de inmediato ordenaron tomar muestras a todos los familiares, dando así cacería a Gao tras 28 años de búsqueda infructuosa.

El diario New York Times entrevistó al hijo de Gao tras la confesión que su padre hizo del asesinato de las 11 mujeres: “Yo no sé que decir o como tratar esto. He aceptado el hecho de que él lo hizo pero yo no puedo entender por qué lo hizo”, dijo.

A Cui Xiangping, hermana de una de las víctimas del “Jack el Destripador Chino”, le parecía remoto el día que pudieran dar con el asesino de su familiar y tras enterarse de la captura de Gao su madre no pudo contener el llanto. A pesar de que habían pasado 18 años, la familia nunca perdió las esperanzas de que la policía lograra hacer justicia.

[Crédito foto: China Daily]

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