Yao Ming abrió el camino para la popularidad del baloncesto en China. Na Li lo hizo poco después con el tenis, convirtiéndose en la primera china en ganar un torneo de Grand Slam. ¿Podría ahora un joven chino de 14 años abrir camino para la popularidad del golf, un deporte que en China es asociado con la riqueza y el lujo? Andy Zhang, quien se convirtió el fin de semana en el competidor más joven en la historia del Abierto de Estados Unidos, no pasó el corte pero cumplió una sobresaliente presentación.
Zhang llegó a la planilla de jugadores por casualidad. Era el segundo alterno, pero los retiros por lesión de Brandt Snedeker y Paul Casey le dieron la oportunidad. Aunque su aparición en uno de los torneos de Grand Slam del golf hubiese sido como suplente, el talento del joven golfista chino -desconocido por la mayoría hasta hace unos días- permite pensar en que la segunda economía mundial podría figurar pronto en los podios del deporte.
Tras un difícil comienzo con una serie de doble y triple bogeys, Zhang encontró su ritmo y terminó el torneo en +17, dieciséis por detrás del campeón Webb Simpson y situándose en el puesto 146 entre 156 golfistas. Aunque el resultado no sería sobresaliente para alguien que no fuese de su edad, en su primer torneo “grande” el adolescente chino firmó un score similar o mejor al de veteranos jugadores del Tour como Trevor Immelman o Miguel Ángel Jiménez. E incluso del ex número uno mundial, el fijiano Vijay Singh, quien terminó apenas cuatro golpes por debajo de Zhang.
No es un secreto que la aparición de una joven superestrella puede dar un empujón definitivo a la suerte de todo un deporte en su país natal. Se ha visto en todos los deportes desde el fútbol hasta el tenis. El golf no es la excepción: Lorena Ochoa convirtió al golf en prioridad en México con su largo reinado al frente del tour femenino. La extraordinaria camada de golfistas surcoreanas lo volvieron un tema cotidiano en su país. Efectos similares tuvo en Colombia la aparición de Camilo Villegas.
Y aunque aún es muy temprano para convertir a Andy Zhang en la imagen del golf en China -una responsabilidad que podría resultar demasiado pesada para alguien tan joven- su irrupción en el tour masculino demuestra que el deporte ha ganado aceptación en China y que la segunda economía mundial podría convertirse en potencia golfística como ya lo han hecho sus vecinas Corea del Sur y Japón.
China avanza a pasos pequeños, pero seguros. El golf, que estuvo prohibido en China hasta 1984 por ser un "deporte para la burguesía", gana cada vez más adeptos. El número de campos se ha triplicado en apenas un par de años y habría superado ya los 600, a pesar de que en 2004 el Ministerio de Tierra y Recursos impuso una moratoria en la construcción de campos de golf, debido a la disminución de tierras cultivables y de agua potable en el país. La isla de Hainan, exenta de la moratoria debido a que China busca convertirla en un destino turístico internacional para 2020, ya tiene más de 30.
También en lo deportivo se notan los avances. Hace tres años Shanshan Feng se convirtió en la primera mujer china en jugar en el LPGA Tour, el máximo circuito femenino en el mundo. Su victoria en el LPGA Championship en junio pasado la convirtió también en la primera jugadora china en ganar un torneo de Grand Slam de golf. Liang Wen-chong, que juega principalmente en el circuito asiático, es el único jugador en el top 100 y es también el único en haber superado el corte de un Grand Slam en la rama masculina. En 2003 Zhang Lianwei se había convertido en el primer chino en ganar un torneo en el tour europeo y en participar en un Grand Slam.
Pero también ilustra las dificultades que aún tiene si quiere desarrollarse en el país. La aparición de campos de golf en todo el país ha ayudado a atraer a toda una generación de nuevos jugadores, pero para que nuevos talentos como Zhang puedan avanzar se necesita inversión, infraestructura y capital humano. No es una casualidad que el joven golfista chino se haya mudado a Florida a los diez años para seguir su carrera deportiva, que se habría truncado o difícilmente habría alcanzado su potencial pleno en su país natal. Ni tampoco sería posible si su familia no perteneciese a una clase que tiene acceso a lo que todavía es un deporte privilegiado.