Como parte de la labor del Centro de Estudios Mexicanos en China, el pasado 20 de septiembre el maestro Hernán Lara presentó en la Universidad de Lenguas y Cultura de Beijing una conferencia sobre la obra literaria de Carlos Fuentes, en la que tomó como referencia lo que Lara ha llamado “El gótico mexicano”. En esta presentación ante estudiantes chinos, el escritor dio una breve introducción de algunas obras de Fuentes como Chac Mool, Aura e Inquieta Compañía, que presentan adaptaciones de ciertos mitos prehispánicos de terror que conforman el imaginario de la cultura mexicana contemporánea.
Lara estudió letras inglesas e hizo una maestría en letras hispánicas en la Universidad Autónoma de México (UNAM), así como otra maestría en estudios sobre la novela en la Universidad de Anglia Oriental en Inglaterra. Cuenta con una amplia trayectoria como profesor y creador de obras como de Zitilchén (1981), El mismo cielo (1987), Contra el ángel (1992), Tuch y Odilón (1992), Después del amor y otros cuentos (1994), El guante negro y otros cuentos (2010), entre otros textos.
Ha sido ganador de diversos reconocimientos como Premio Bellas Artes de Narrativa Colima para Obra Publicada en 1987, Premio Real Academia Española en 2010, Doctorado Honoris Causa otorgado por la Universidad Autónoma de Campeche en 2015, entre otros más.
En entrevista para caminando sobre la muralla nos comparte su visión de China y la relación literaria entre ambas naciones.
¿Es la primera vez que viene a China?
No es la segunda vez, curiosamente vine en 2012 con motivo de una serie de conferencias a la que fui invitado a un festival de escritores en Bali en Indonesia, (luego) me puse en contacto con Guillermo Pulido, director del CEM (Centro de Estudios Mexicanos en Beijing), y él me hizo una invitación. Así fue como pasé a ser el primer conferencista que vino del CEM a dar una serie de charlas, en las que hablé de (Mario) Vargas Llosa en la Universidad de Beijing, hablé sobre Carlos Fuentes en Bei Wai (la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing), y estuve con un grupo de estudiantes hablando de diferentes temas.
¿Cuál fue su primera impresión al llegar a China?
La primera impresión, en 2012, fue de una gran sorpresa. Entré por Shanghái y me pareció una ciudad del siglo XXII. Pensé que la arquitectura, la distribución de los edificios y el colorido era sin igual; ahí fue la primera vez que en lugar de darme un menú me dieron una tableta (digital).
En cuanto a Beijing, veo que en estos cuatro años ha tenido una evolución impresionante y tengo la impresión de que esa evolución tiene que ver con una mayor libertad de carácter económico, veo que la gente de algún modo ha entrado a un proceso de consumismo en el sentido de cómo trabajan tanto entonces se recompensa comprando ropa y visitando restaurantes. Uno puede ver a la gente paseando muy contenta y bien vestida, se acabó esa grisura que había antes. Pero lo que más me impresiona, estando aquí y hablando académicamente, es la cantidad de chinos que quieren aprender español y a su vez la gente que viene de México y otras partes del mundo a prepararse en China. Me da la sensación de que va a existir un puente muy natural entre México y China, el cual puede ser muy benéfico para ambos países.
¿Ha tenido algún acercamiento con la literatura china?
Desgraciadamente muy poca, ayer hablaba con Guillermo Pulido que sería muy interesante que por un lado se traduzcan obras mexicanas al mandarín y a su vez que traduzcan buenas obras chinas al español, de modo que nosotros también podamos entender a una cultura milenaria como la china. También valdría la pena que todo lo que se hace en términos literarios se conozca un poco mejor, yo creo que puede existir una afinidad muy interesante entre chinos y mexicanos en términos literarios, no tengo ninguna duda, así como también en términos económicos y de cooperación ya que tanto los mexicanos como los chinos son gente comprometida con el trabajo.
¿Qué experiencia le ha dejado China?
Sorpresa, asombro y todavía de admiración. Veo que China avanza a pasos agigantados, que hay una renovación constante, veo a Beijing más contenta, más libre. Por ejemplo, la primera vez que vine me dieron un desayuno y yo no sabía lo que estaba comiendo, una cosa que parecía un plátano y pan, no sabía ni dulce ni salado, luego una sopa de huevo y unas verduras. Sin embargo, ahora veo que los chinos cada vez más se están adaptando a la comida occidental y creo que esto es beneficioso ya que en la medida en que la sociedad china se flexibilice va a ser mejor para todos.
[Crédito foto: CECUT]
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