A la espera de una ratificación del Consenso de 1992, Beijing decidió cortar las comunicaciones oficiales con Taiwán. No obstante, es posible que el Partido Comunista tenga todavía varias cartas para presionar la “respuesta completa” que espera de la presidenta de Taiwán.
Cuando Tsai Ing-wen se posicionó el pasado 20 de mayo como la primera presidenta de Taiwán, de la mano del Partido Democrático Progresista, manifestó su interés por mantener un “desarrollo estable y pacífico” a través del estrecho e instó a las dos partes a “dejar de lado las cargas del pasado e iniciar un diálogo positivo, para el beneficio de los pueblos en ambos lados”.
Lo que no quedó claro, sin embargo, fue su postura frente al Consenso de 1992, un acuerdo firmado en Hong Kong entre Beijing y Taipéi que establece la existencia de “una China”, pero con distintas interpretaciones del significado de China para cada parte.
Tras el discurso de posesión de Tsai, la Oficina de Asuntos de Taiwán en Beijing amenazó con cortar las comunicaciones oficiales si la nueva mandataria no reconocía el principio de “una China”. El tiempo para que Tsai perfeccionara su “respuesta incompleta” parece haber terminado y el Partido Comunista cumplió con su amenaza.
“El mecanismo de comunicación a través del estrecho ha sido suspendido porque Taiwán no reconoció el Consenso de 1992, la base política para el principio de una China”, dijo An Fengshan, vocero de la Oficina de Asuntos de Taiwán, en un comunicado.
Andreas Fulda, investigador del Instituto de Política China en la Universidad de Nottingham, considera que el anuncio hace “mucho ruido y pocas nueces”. En entrevista con Al Jazeera, señaló que “nadie esperaba realmente que el Partido Comunista Chino estableciera diálogos formales con Taiwán”.
La última maniobra de Beijing para presionar a la isla a reconocer el principio de “una China” no fue recibida en los mejores términos por el Partido Democrático Progresista, conocido por sus tendencias independentistas, que consideró que forzar a Taiwán para aceptar la versión china del Consenso de 1992 era equivalente a “chantaje y coerción”.
Sin embargo, Tung Chen-yuan, un vocero de Taipéi tuvo una respuesta menos radical: “Esperamos que Taiwán y la parte continental puedan seguir manteniendo una interacción benigna, lo cual es bueno para ambas partes”, sostuvo después de conocerse la decisión del Partido Comunista el pasado sábado.
El corte oficial de comunicaciones parece ser el último en una serie de mecanismos desplegados de Beijing para presionar a Tsai Ing-wen a reconocer el Consenso, a pesar de que la presidenta asegura que quiere mantener el status quo con China.
A mediados de junio, las autoridades chinas cancelaron el concierto de un grupo de niños nativos taiwaneses en Guangzhou y en los últimos meses Beijing ha disminuido los permisos de viaje a Taiwán. En mayo, el número de viajeros chinos a la isla cayó 15% con respecto al mismo periodo del año anterior.
También es posible que en el futuro China intente ganarse el apoyo de los pocos aliados políticos que le quedan a Taiwán a través de promesas de grandes proyectos de infraestructura. Actualmente, Taipéi solo mantiene relaciones diplomáticas con 22 países, la mayoría en América Latina y África.
Precisamente, la presidenta de Taiwán se encuentra en una gira por Panamá y Paraguay, dos de sus doce aliados en Latinoamérica y el Caribe, con el propósito de fortalecer el perfil internacional de la isla e impulsar la cooperación económica con la región.
“Con la negativa de comunicación, Beijing está haciendo las cosas más difíciles para el gobierno de Taiwán en términos de cumplir con sus obligaciones a los ciudadanos y como miembro de la comunidad internacional”, le dijo Jonathan Sullivan, experto de la Universidad de Nottingham, a The New York Times.
“Beijing está diciendo: No nos importan los inconvenientes y estamos preparados para inhibir la gestión de las interacciones a través del estrecho si no obtenemos lo que queremos”.
[Crédito foto: EPA]
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