El mes más sagrado del año en el islam trae ayuno y oración para sus seguidores, pero también es una pesadilla para los musulmanes de la provincia china de Xinjiang. Ellos son objeto constante de persecuciones por parte de las autoridades por reclamar su autonomía política, cultural y religiosa. En la búsqueda de esa propia identidad ya son varios los incidentes mortales que se han producido.
Ubicada al noroccidente de China, la provincia de Xinjiang se caracteriza por ser la más grande en extensión y a su vez la que más alberga minorías étnicas. Uigures es el nombre con el que se conoce a los residentes de esta región, y que a su vez hacen parte del uno por ciento de los musulmanes que actualmente ocupan el territorio chino. Es una minoría que cada vez se siente más oprimida y ve al gobierno de Beijing como una potencia colonizadora.
Sus habitantes argumentan que en ramadán ellos intentan mantener sus creencias y prácticas religiosas como el ayuno, que prohíbe consumo de alimentos hasta que se oculte la luz del sol, pero las autoridades chinas han dado la orden de mantener en normal funcionamiento todas las empresas de alimentos y bebidas sin que se puedan cerrar los negocios por ningún motivo.
La presencia de las autoridades se ha incrementado por estos días y la policía patrulla constantemente las calles de uno de los principales barrios musulmanes en la ciudad de Urumqi, capital de esta región autónoma.
Los uigures musulmanes representan el 45 por ciento de la población de Xinjiang, de un total de 22 millones de habitantes, y la vigilancia es extrema en ramadán a fin de evitar una sublevación. Policías vestidos de civil vigilan monasterios y algunas de las 24.000 mezquitas que se cuentan en la región.
La prensa en la zona se ha quejado porque desde Beijing incluso se ordenó que se limite la enseñanza del islam, de la lengua uigur y la prohibición de practicar cualquier rito religioso. Dentro de estas restricciones, los hombres no se pueden dejar crecer la barba y las mujeres no deben vestir velo u otra ropa islámica.
En algunos barrios en donde los residentes cumplían a cabalidad con las órdenes emanadas desde Beijing, en años anteriores se les otorgó acceso preferencial a préstamos y programas de formación profesional patrocinados por el gobierno chino.
Los uigures argumentan que ellos simplemente quieren mantener su cultura y tradiciones, pero les es muy difícil por la presión de Beijing y cierta “islamofobia” por parte de algunos miembros del Partido Comunista.
Según diarios locales, el año pasado el gobierno chino instó a las tiendas en Xinjiang para empezar a vender alcohol y cigarrillos o podrían ser clausuradas, una medida que también fue vista como un intento por socavar la religión musulmana en la región.
“China piensa que la fe islámica de los uigures amenaza la regla de la dirección de Beijing, dado que el Partido Comunista chino es oficialmente ateo", dijo el portavoz del grupo de exiliados Congreso Mundial Uigur, Dilax Raxit, en declaraciones reproducidas por el diario The Independent. "Incluso les han pedido muestras de ADN al momento de solicitar pasaportes para viajar al extranjero, lo que el activista considera discriminatorio por parte de las autoridades locales.
Por su parte, Zhang Chuanxian, funcionario del Partido Comunista y del Consejo de Estado, publicó el pasado jueves en Beijing un libro blanco en el que se menciona la libertad religiosa en Xinjiang y la cataloga como un avance sin precedentes.
“Deseamos un feliz ramadán. Los gobiernos locales de la provincia deben garantizar que todas las actividades religiosas durante el ramadán salgan de una manera ordenada", dijo Zhang.
Sin embargo, no es tan claro que desde el gobierno central se estén apoyando las libertades religiosas de las minorías y de ahí que varios de los refugiados uigures que se encuentran detenidos en Tailandia hayan iniciado hace poco una huelga de hambre con la esperanza de que no sean enviados de vuelta a China.
[Crédito foto: Time.com]
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